sábado, 18 de agosto de 2012

De gira - Nishta

Un breve relato que escribí paraun foro que administro en el que organizamos un pequeño concurso y participé con lo que leeréis a continuaión. No es gran cosa pero me sirvió para salvar la cara jajaja

Está bajo el pseudónimo de Nishta, así que es historia chico-chico, pero nada escandaloso, esta vez me comporté ^^.

Espero que os guste...

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De gira



La gira comenzaba en dos días, el grupo estaba ultimando los arreglos para poder hacer el tour que los llevarían por las diferentes ciudades de España, regando con su música las diferentes fiestas que en verano son tradición. El grupo se había dado a conocer hacia tan solo dos años y, gracias a las buenas críticas y el boca a boca entre la gente que los había escuchado, este verano tenían contratados muchos conciertos.
-          Este verano no vamos a parar – Ian puso los pies encima de la pequeña mesa de su salón. 
-          Solo espero que todo salga bien – le contestó Rubén. 
-          Siempre tan precavido. Deja de preocuparte por lo que pasará mañana, disfruta el hoy. 
-          Pero también es bueno tener un ojo en el presente Carlos. 
-          Y ¿Desde cuándo eres bizco Sergio? – le dijo Gorka.
Sergio le lanzó un cojín a Gorka, dejándole claro lo que pensaba de su comentario. Los cinco se conocían desde la infancia, siempre unidos desde preescolar. Al crecer y ver que su afición por la música los unía todavía más decidieron formar un grupo. La idea del grupo inicialmente era para poder estar los cinco juntos y disfrutar con la música y, si con eso podían volver locas a sus madres, mejor que mejor.
Ahora todos habían crecido y necesitaban algo más que las tardes en el local que tenían alquilado para tocar cada vez que podían reunirse. Carlos era el mayor de todos, tenía veintisiete años, al igual que Gorka, se diferenciaban tan solo en unos meses; Ian, Rubén y Sergio tenían veinticinco. A pesar de ir a diferentes cursos siempre conseguían encontrar un momento para estar juntos, ya fuera en el colegio o más tarde en el instituto.


Carlos fue el que propuso que salieran del local y empezaran a tocar en pequeños bares de la localidad, consiguiendo así que la gente les valorara y poder mejorar. Todos estuvieron de acuerdo, querían dar el siguiente paso. Empezaron a tocar en pub´s gratuitamente, sabían que no tendrían oportunidad si encima iban con pretensiones de cobrar algo. En sus primeras actuaciones tocaban canciones de grupos conocidos como Saurom, Stravaganzza, Sober, pero poco a poco iban entrelazando canciones de ellos mismos.
Gorka era el que escribía las letras, había demostrado que sus letras llegaban a la gente y los demás del grupo le dejaban escribir lo que le apeteciera, confiaban plenamente en él. Los arreglos musicales los hacían entre todos, se dejaban llevar por la letra. Gorka, al ser el vocalista del grupo, cantaba la letra para que todos pudieran visualizar la música que acompañaría a la letra. Pronto todos los demás se unían a él improvisando y recordando lo que sus dedos y pies generaban. Sergio marcaba el ritmo con la batería, Carlos componía los acordes adecuados con el teclado, Rubén rasgaba su guitarra eléctrica dando la fuerza necesaria para cada canción e Ian con el bajo redondeaba la música.
Sus canciones eran ahora los únicos temas que tocaban, habían sido bien acogidos entre los oyentes y ellos trabajaban por tener nuevos temas para este verano que entraba. Ya tenían un nuevo repertorio listo, pero Gorka estaba trabajando en una nueva canción que, según él mismo decía, no conseguía arrancarlo por lo que no era capaz de plasmarlo. 

-          ¿Aún sigues con la canción atravesada? – le preguntó Sergio. 
-          Creo que ya la tengo, me gustaría que probáramos hoy a rematarla y así introducirla este año con las demás. 
-          ¡Genial! Me estaba acartonando en el sofá – Carlos saltó hacia su teclado. 
-          Empecemos a crear.
Los cinco dejaron de lado cualquier preocupación que les reclamara sobre la gira de ese verano y se centraron en lo que más les gustaba, crear música. 



-          ¿Qué, me vas a decir para quién es la última canción? ¿Alguna enamorada que no nos hayas contado? – Carlos le preguntó a Gorka. 
-          Jaja, tal vez. 
-          Ooooh, ¿Entonces este verano no nos acompañarás mientras cazamos? 
-          Dependerá de las presas.

Los dos vivían en calles continuas así que siempre iban juntos a casa después de los ensayos. Dentro del grupo todos se llevaban muy bien, pero la diferencia de edad hacía que la relación entre ellos se notara. Carlos y Gorka tenían más complicidad entre ellos, siempre contaban el uno con el otro para cualquier cosa, y que Gorka le ocultara un posible romance a Carlos le extrañó. 

-          Ahora que recuerdo ¿Qué fue de aquella chica con la que tonteabas en la uni? 
-          Otra amiga más. No cuajó la cosa – Gorka lo dijo con indiferencia, las relaciones que había tenido hasta ese día habían sido esporádicas y cortas en el tiempo. 
-          A ver si este verano encontramos a dos mujeres que nos alegren.

Carlos le sonrió al decirle esa frase, él había terminado con su novia hacia unos meses y necesitaba pasar página, olvidar los malos momentos. Se despidieron al llegar a la casa de Gorka hasta el día siguiente que tomarían rumbo a la primera ciudad donde tocarían ese verano. 

-          No te olvides que mañana nos vamos, haz la maleta ya – comentó Carlos. 
-          Sé que peco de despistado, pero esto no se me olvida. 
-          Yo solo te lo recordaba – sonrió. 
-          Venga, nos vemos mañana.


Gorka estaba acabando la maleta antes de irse a dormir, nunca le diría a Carlos que se le había pasado prepararla. Se había abstraído como nunca antes con la letra de la última canción, Despertar. Él era el verdadero motivo de la canción, de lo que escondía en verdad esa letra. Sacó del su bolsillo trasero el borrador de la letra que desde hacía días llevaba junto a él, no era cierto que hubiese estado hasta ese día trabajando en ella. La había terminado hace días pero necesitaba acumular valor para dejar que otros la leyeran. Una pequeña parte de sí deseaba que alguien, por pequeña que hubiera sido, hubiera descubierto la verdad de esa canción, pero ninguno de sus amigos había captado la esencia, o al menos, ninguno había dicho nada.
Se tiró en la cama con la hoja arrugada de tantas vueltas que había dado en sus manos y leyó una vez más la letra.
Cada día me despierto
Buscando el sol
Amándolo por darme calor
Sufriendo por no tenerlo
Sin poder remediar mi instinto
Sigo persiguiendo mi sueño
Sigo persiguiendo sin descanso
Alcanzar aquel sol que huye de mí

Lucho por él aunque no me vea
Lucho por él aunque sé que es imposible

Respiro mi último aliento del día
Cierro los ojos, oigo su voz
Veo su bello rostro sonriéndome
Y pienso
Mi vida puede acabar ya

Lucho por él aunque no me vea
Lucho por él aunque sé que es imposible

Busco entre mis recuerdos
Encontrando las pasiones que tanto anhelo
La caricia de tus labios en mi piel
Tu sonrisa grabada a fuego en mis labios

Lucho por él aunque no me vea
Lucho por él aunque sé que es imposible

Me enseñaron a luchar por mis sueños
Y oh!
Mi sueño se hizo realidad
Conseguí acariciar tu piel
Me abrasé entre tus rayos candentes
Saboreé tu dulce ser

Lucho por él aunque no me vea
Lucho por él aunque sé que es imposible

Y al final todo se acabó
Mi sueño llegó a su fin
Contigo entre mis brazos
Ya nada más podrá hacerme infeliz
Ya nada más podrá hacerme infeliz


La letra se acabó, dejándolo con el nerviosismo propio de un trabajo bien hecho, de poder decir que eso era obra suya y sentirse orgulloso. Ese verano Gorka sabía que iba a ser largo para él, adoraba la música y lo que sus amigos y él habían conseguido, pero conocía que sus sentimientos iban a jugar un papel muy importante en su día a día. Suspirando, dejó esos pensamientos para cuando tuviera que lidiar con ellos, de momento tenía que centrarse en acabar la maleta y ultimar las cosas para pasar fuera de casa durante dos meses. Tenía que dejar a Cosita, su gato, en casa de sus padres. 

-          Que por cierto... ¿Cosita? -  Gorka salió en su busca, seguramente estaba en el sofá, aprovechando los últimos rayos de sol -. ¡Ja! Te pillé. Ya podría vivir como tú, sin preocupaciones ni sentimientos no correspondidos... – el gato maulló colocándose en sus brazos -. Toca ir donde los abuelos, papi mañana se va.

Metiendo a Cosita en su cajetín y recogiendo todos sus juguetes y comida, Gorka salió de su casa para ir donde sus padres y dejarles a “su nieto”.

Ya habían tenido su primera actuación, el camino hasta allí fue caótico. Carlos siempre se pedía conducir el primero, guiando al grupo,  y como suele pasar cuando no se conoce la zona, se perdieron. Llegaron a su destino justos de tiempo y con Carlos echando humo por las orejas ya que sus amigos, sus tan buenos amigos, habían encontrado un nuevo motivo para meterse con él. A partir de ese día fueron Gorka e Ian quienes guiarían al grupo. Se dividían en dos grupos, Ian y Gorka llevaban la furgoneta más pequeña, en la que iban todos los enseres del aparato técnico, como la mesa mezcladora, los diferentes cables, los altavoces, todo lo necesario para la actuación; en el otro vehículo iban Carlos, Sergio y Rubén, ellos llevaban los instrumentos.
Ian iba dormido contra la ventanilla con la boca abierta, estaban viajando de noche para regresar pronto a casa. Gorka lo observaba en los momentos que podía apartar la mirada de la carretera. Su largo pelo ocultaba parte de su rostro y una de sus manos la tenía tocándole la cara, aún Gorka se sorprendía por esa manía que tenía Ian, no podía dormir si no tenía una mano tocándole el rostro. Viéndolo así dormido se extrañaba que la gente lo mirara fijamente, la verdad es que Ian era muy alto rondaba el metro noventa y su larga cabellera y la ropa que llevaba no ayudaban a su semblante serio. Pero era solo eso una apariencia ya que Ian siempre era el primero que se apuntaba a todo y el que levantaba el ánimo al grupo, cuando estaba a gusto cambiaba radicalmente, su timidez le hacía parecer borde.

Gorka conducía por la oscura carretera, aburrido de escuchar la radio, sin nada más que hacer que ver una y otra vez el mismo paisaje. En ese momento se le ocurrió una idea. 

-          ¡Dios mierda, pero que coñ...! – gritó Gorka. 
-          ¡QUÉ! – Ian abrió los ojos como platos agarrándose al asiento y buscando el peligro - ¡Qué pasa! 
-          Jajajajajajajajajajaja – Gorka no paraba de reírse, le costaba hasta mantener el coche en la carretera de la risa. 
-          ¡Oh! ¡Eres un payaso! – dijo cuando vio que todo había sido una broma -. Casi me da un infarto... 
-          Es que se te veía tan bien dormidito jajaj, no pude resistirme. 
-          Esta me la pagas, no se me olvidará. 
-          Dios, pero lo bien que me lo estoy pasando ahora lo compensará jajaja. 
-          ¿Queda mucho?

Gorka volvió a estallar en carcajadas ante esa pregunta, hizo bien en despertarlo de esa manera, el viaje se le iba a hacer bastante corto.


Los días pasaban y los conciertos que daban se iban agotando, ya era finales de agosto cuando Carlos decidió hablar con Gorka, cada día que pasaba lo veía más inquieto. Además, cuando alguno del grupo le insistía en averiguar que en qué o quién se había inspirado para la canción Despertar, Gorka cada vez contestaba de peor forma y Carlos no quería que algo así rompiera la amistad que todos ellos tenían. Aprovecharía ahora que los demás se habían ido a sus casas para preparar las cosas para el último concierto de ese verano, viajarían al día siguiente hacia Galicia. 

-          Ey Gorka. 
-          ¿Hmm? – dijo distraído, colocando las partituras de sus canciones en la carpeta donde las almacenaba. 
-          ¿Qué te ocurre? 
-          Nada, ¿por qué piensas eso? 
-          Pues porque cada vez que alguno de nosotros te habla o te comenta algo saltas al cuello sin motivo. 
-          Yo no lo creo así. 
-          Venga ya. Lo sabes tan bien como yo. Te conozco y tú no estás bien – Gorka continuaba sin mirarlo. 
-          No quiero hablar de ello. 
-          No es lo que quieras. Eres mi amigo y quiero lo mejor para ti - Gorka se dejó caer en el sofá cercano -. Sé que tiene que ver con la canción. 
-          Veo que no se te escapa una. 
-          Una de mis cualidades – comentó Carlos para aligerar la presión -. Entonces he acertado, ¿no? ¿De quién se trata? 
-          Ian – Gorka apartó la mirada. Esperando el rechazo de su amigo. 
-          Mírame Gorka – Carlos esperó a que lo mirara - ¿Por qué has apartado la mirada? ¿Esperabas que te mirara con desprecio? 
-          Sí. 
-          Me ofendes. Soy tu amigo, ¿Qué tiene que ver que te guste Ian o María? Es más, mejor que te guste Ian, no tendré que luchar contra ti por las mujeres, seguro que perdería – los dos sonrieron – ¿Y él lo sabe? 
-          ¡¿Cómo va a saberlo?!  No creo que le hiciese ilusión saber que me gusta. 
-          Eso no lo sabes. Ian es el que se mantiene más al margen cuando se hablan de estas cosas, ¿tú le has conocido alguna novia o algo? 
-          No. 
-          Entonces no des nada por descontado, fuiste tú quien me enseñó eso. Aún recuerdo a aquella morena que conseguí por esa frase tuya. 
-          Es difícil – Gorka se miró las manos entrelazadas -. Eres la primera persona que sabe esto. 
-          Me alegro que hayas confiado en mí. Ahora, vamos te invito a cenar.

El último concierto estaba a punto de terminar les quedaba por tocar la última canción de su repertorio, para éste concierto Gorka les había dicho que quería terminar con Despertar. Ahora que Carlos sabía el significado de esa canción lo sentía por Gorka, más cuando minutos antes del concierto Ian les había comentado que se iría a estudiar el año siguiente al extranjero. Gorka le había dado la enhorabuena y le había comentado que no se durmiera contra la ventana del avión no fuera a ver algún problema, todos rompieron en risas. Pero él no se quedó para seguir celebrando esa buena noticia de su amigo, salió al escenario con la disculpa de ultimar detalles. Carlos observó que Ian había notado que Gorka huía de aquella sala. 

-          No te preocupes. 
-          Sé que le pasa algo, pero no nos deja averiguarlo – dijo Ian. 
-          Déjale, él sabrá qué es lo mejor. 
-          Sé que tiene que ver con la canción. - Carlos no comentó nada más, dejó las cosas como estaban.

Ian no consiguió quitarse ese malestar de encima, apreciaba mucho a Gorka, tanto que dudaba hasta de sus propios sentimientos. Se había leído mil y una veces la letra de la música para ver si descubría qué era lo que lo tenía tan abstraído, pero no había conseguido encontrar nada que le dijera por qué su amigo estaba así. Esa noche sería la última que estarían juntos en meses y no quería irse sin saber que él estaba bien. Ahora se arrepintió de haber cogido el vuelo que salía desde Galicia hasta Dublín, a donde se trasladaría a estudiar.
Los primeros acordes de la última canción empezaron a sonar, sacado a Ian de sus pensamientos. Sus dedos se deslizaban por las cuerdas del bajo, se sabía la canción sin necesidad de prestarle mucha atención a lo que hacía. Esto le permitió observar a Gorka mientras cantaba la canción. Su voz sonaba fuerte y segura, una voz rasgada que en sus otras canciones era agresiva, pero en esta sonaba anhelante. Ian presto atención a la canción, sonaba la estrofa donde los amantes se encontraban a escondidas, Gorka lo miró y por poco pierde el ritmo en los dedos.
No podía ser lo que vio en sus ojos, era como si le estuviera cantando a él la canción, pero Ian sabía que Gorka había tenido novias, debía haber sido la capacidad con la que vivía la canción. Sí, seria eso, él vive la canción como si fuera real, se dijo Ian interiormente. Apartó la mirada de Gorka y se concentró en el público, no quería tener más líos en la cabeza aquella noche, quería pasarlo bien durante las horas que le quedaban con sus amigos. 

-          ¡Éste verano no lo olvidaré nunca! – les dijo Rubén a todos -. Ha sido genial, la pila de sitios que hemos conocido y la gente parece estar contenta con nuestra música. 
-          Nuestro siguiente paso es el disco chaval – Sergio golpeó el hombro a Rubén. 
-          Jaja, primero toca camelarse a los productores, después todo será sencillo – dijo Carlos. 
-          Sí, sí... y viviremos entre montones de dinero. 
-          Ya tuvo que hablar el dublinés – recriminó Rubén el sarcasmo de Ian. 
-          Venga vamos, ayudadme a meter los instrumentos en la furgoneta o no será un dublinés - Carlos, Rubén y Sergio se fueron, dejando solos a Gorka e Ian. 
-          ¿Te imaginas que esos dos tengan razón? – comentó Ian. 
-          Tu ahora debes centrarte en aprovechar la oportunidad que te han dado y dejar al dúo calavera con sus sueños. 
-          Pero... suponte – le dijo acercándose a él -. Que todo nos sale bien y que a pesar de estar lejos podamos seguir componiendo como hacemos ahora. 
-          Ajá – Gorka se giró para verlo. Ian se había acercado hasta un brazo de distancia de Gorka. Éste se paró en seco. 
-          ¿No te gustaría que todos siguiéramos juntos? ¿Qué lo que un día empezó como un juego acabara en algo más importante? 
-          Dejar salir los sueños es bueno, pero hay que saber hasta donde es posible ese sueño. 
-          A mí me gusta creer que los sueños se hacen realidad si uno lucha por ellos - Ian dio otro paso hacia Gorka - ¿Qué sueños tienes tú, Gorka? ¿Cuál es ese sueño que te tiene preocupado?

Ian lo tenía arrinconado contra las cajas del equipamiento, no podía irse sin que se notara que aquella situación le ponía nervioso. Desde que descubrió que Ian lo miraba mientras cantaba Despertar, sabía que su mirada lo había delatado, y no quería estropear su amistad en el momento que su amigo se iba. A pesar de que Ian rondaba el metro noventa Gorka seguía mirándolo a los ojos, unos ojos decididos a descubrir su secreto. 

-          Creo que los demás nos esperan, llevemos esto – Gorka hizo amago de coger las cajas que tenía a su espalda pero Ian lo sujetó de la muñeca. 
-          ¿Para quién es Despertar? Necesito saberlo. 
-          Ian, nos esperan. 
-          No, dímelo – Gorka abrió la boca, dispuesto a decirle cualquier estupidez para que lo dejara tranquilo y pudiera respirar -. Gorka...

Ian bajó su mirada hasta su boca, observando cómo se abría y cerraba sin omitir una palabra. Nunca había visto a Gorka así. Dejándose llevar fue acercando lentamente su rostro al de él, mirando cualquier gesto o intención de que Gorka no quisiera aquello, que huyera de él o lo apartase. No lo hizo, los dos estaban envueltos en la bruma del desconcierto y el no saber qué ocurrirá, pero necesitando aquello. Sus alientos se mezclaron, sus labios se rozaron por primera vez. 

-          ¡Chicos...! – Carlos se detuvo al verlos. Gorka estaba atrapado por el cuerpo de Ian y las cajas, e Ian sujetaba una de sus manos. Al escucharle los dos se alejaron rápidamente –. Esto... lo siento. 
-          No... no pasa nada – dijo Gorka saliendo de allí con unas de las cajas

Ian se quedó donde estaba, mirando al suelo por lo que acababa de ocurrir. 

-          Veo que ha habido cambios – le dijo Carlos. 
-          La verdad es que no lo sé. 
-          Yo no puedo ayudaros – Carlos agarró otra de las cajas -. Solo te diré que Gorka se merece algo bueno y que si no estás seguro de que dejarás salir lo que sientes... prefiero que no hagas nada – empezó a alejarse hasta que Ian lo detuvo al preguntarle. 
-          ¿Desde cuándo lo sabes? 
-          Hay un dicho que dice: el amor es ciego, pero los vecinos no. Hay pequeños gestos o comentarios que dejan ver la verdad de las personas. Yo solo me limito a observar. 
-          Supongo que eso es cierto. 
-          Por supuesto. Además, parece que soy minoría. 
-          ¿Y eso? – le preguntó Ian extrañado. 
-          Soy al único que le entusiasma que tengamos seguidoras en vez de seguidores
-          Sergio y Rubén... – Ian estaba sorprendido, eran compañeros suyos desde la infancia y no había visto nada. 
-          Otros dos que prefieren seguir jugando al escondite. Con lo bonito que es vivir mirando bien alto y no observando las piedras del suelo. Y ahora venga o perderás un avión.

El viaje al aeropuerto fue como cualquier otro donde en vez de ir al aeropuerto para que él se fuera, regresaran a casa. Ian iba con Gorka en el coche hablando de cualquier cosa salvo del momento que vivieron hacía unos minutos. Esta vez Ian luchó por no dormirse, no quería morir de un infarto por culpa de alguna broma de última hora por parte de Gorka. Ya en el aeropuerto de Galicia los cuatro amigos se despidieron de Ian entre abrazos e insultos, una huella de identidad de los hombres para decirse lo mucho que se apreciaban y que los echarían de menos. Ian abrazó a sus amigos, despidiéndose así de uno en uno, diciéndoles que no se desprenderían de él tan fácilmente, que les visitaría muy a menudo y que ellos estaban invitados allí cuando quisieran. Al llegar a Gorka lo abrazó y le susurró unas palabras al oído.

Se alejó de ellos sonriendo y despidiéndose con la mano, prometiéndoles que regresaría pronto y con nuevas ideas para el grupo. Los demás esperaron a que el avión despegara y se perdiera por el horizonte para regresar a las furgonetas y tomar rumbo a casa. 

-          ¿Qué te dijo? 
-          Joder macho, no se te escapa una. ¿Por qué no te metes a poli? – dijo Gorka a Carlos. 
-          No es mala idea, los uniformes vuelven locas a las mujeres. 
-          Jaja. Que me escribiría y que cuando regresara le prestara unas horas de mi tiempo. 
-          ¿Ves como no debías dejar que tu miedo te asustara? 
-          Eso no quiere decir nada Carlos, es mi amigo. Quedará conmigo al igual que con vosotros. 
-          Yo esperaría a la carta para decir eso – Carlos se encogió de hombros -. Vamos tortolitos, que se nos hace tarde para ir a casa. 
-          Te hemos dicho que no nos digas así – comentó Sergio, pero se encaminaron a la salida como Carlos les dijo. 
-          ¿A qué fin les dices eso? – preguntó Gorka. 
-          Observa – Gorka les miró, por primera vez les miró bien. 
-          ¡¿En serio?! – estaba sorprendido. 
-          Creo que hoy iré contigo en la furgoneta. 
-          Es buena idea.

Los dos amigos se rieron y juntos siguieron a Rubén y Sergio hacia la salida, dispuestos a regresar a casa y retomar sus vidas...