viernes, 15 de febrero de 2013

San Valentín (Kiril&Mijaíl by Herio) - Nishta

Otro breve relato por el día de ayer y esta vez sacado de un dibujo de mi amiga Herio ha subido a su Tumblr, ayer fue un relato y de ahí una imagen... hoy, una imagen y de ahí un breve relato ^^

Espero que os guste y disfrutéis leyéndolo ^^

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"Nunca creyó posible pasar una noche de San Valentín con la persona que dueña de su corazón. Sus emociones más íntimas le decían que no fuera tan soñador, que eso nunca pasaba. 

Todas las personas acababan unidas a otras solamente por la posición o el dinero. Mijaíl es lo que buscaba, lo que necesitaba, pero ahora que había probado lo que era sentirse amado y, sobre todo, amar, no veía posible que nada más lo llenara tanto.

Había conocido a Kiril y sin él su vida perdía sentido. ¿El deber o el amor?, una pregunta que muchas veces era demasiado difícil de contestar...

Mijaíl dejó esa pregunta en su cabeza y regresó al presenté. Estaba a horcajadas sobre Kiril, los dos desnudos, disfrutando de esa intimidad fingida que les daba aquella habitación. Sentía su piel arder contra la de Kiril, cada fibra de su cuerpo sentía la piel y el ligero vello que adornaba su cuerpo.

Con una de sus manos le acarició la cara a Kiril, hasta llegar a su boca, donde éste sacó la lengua para lamerle un dedo. Esta húmeda caricia envalentonó a Mijaíl que dejó que el duro miembro de Kiril se deslizara entre sus nalgas, acariciándolo, pero sin dejar que lo penetrara.

-    Esta noche seremos solo tú y yo. El mundo de fuera deja de existir...

Mijaíl acercó su boca a la de Kiril, robándole un beso apasionado, a la vez que movía su cuerpo para dejar que Kiril guiara su erección hacia su apretado trasero. Juntos suspiraron al notar cómo Kiril entraba poco a poco en él, cómo el cuerpo de Mijaíl se amoldaba a aquella intromisión tan conocida y deseada por los dos.

Dejándose caer poco a poco lo fue aceptando, con las manos en el pecho de Kiril, Mijail fue marcando un ritmo pausado al principio, haciendo que los dos ardieran por aquel ritmo tan pausado. Kiril lo observaba suspirar, cerrar los ojos por el placer, desde su posición podía ver cómo sus cuerpos se unían, convirtiéndose en uno. Esa noche iba a hacer caso a Mijail y dejar todas las preocupaciones del exterior alejados de ellos.

Pronto, los dos estaban frenéticos, Kiril mantenía sujeto a Mijaíl por sus caderas, marcándole un ritmo más acelerado y subiendo sus caderas para provocar un encuentro más duro y placentero para los dos. Mijaíl suspiraba, con cada jadeo que se escapaba de sus labios un poco de su cordura se perdía, llevándolo cerca del éxtasis. Kiril, al verlo tan cerca comenzó a masturbarlo, acompasando los movimientos de su mano a lo largo del pene de Mijaíl con sus propias embestidas.

-    Es demasiado – lloriqueó Mijaíl antes de correrse sobre el duro estómago de Kiril.
-    Eso es... – Kiril observó cómo Mijaíl se liberaba sobre él, cómo su rostro se contraía por el placer.

Ante aquella imagen, Kiril sujetó a Mijaíl y lo tumbó sobre la cama, quedando ahora él encima. Su cuerpo le pedía acabar, y ver a Mijaíl tan al descubierto, mostrándole su placer lo había enloquecido aún más. Sin dejar apenas un segundo comenzó a bombear contra Mijaíl con fuerza, gruñendo con cada embestida.

Sus gruñidos de placer se mezclaban y se perdían con el ruido sordo de sus cuerpos al chocar. Mijaíl volvía a gemir por aquel ataque, giró la cara sobre su hombro para observar a Kiril, tan concentrado en él que lo dejó sin aliento. Apenas pestañeaba, sus ojos se clavaron en él, dejándolo atrapado en aquel color ámbar que tanto le gustaba. Kiril acabó dentro del cuerpo de Mijaíl con una última embestida que los desplazó a ambos, con una fuerza inusitada en él.

-    Kiril... – susurró Mijaíl.
-    No digas nada.

Jadeando, Kiril le besó ligeramente en los labios, tranquilizándose a sí mismo con ese gesto. Se tumbó al lado de Mijaíl, haciendo que la espalda de este encajara perfectamente contra su cuerpo, sin dejar un espacio libre del contacto de su piel. Y así, los dos abrazados, dejaron que la noche de ese día tan especial para cualquier enamorado, San Valentín, les marcara a ambos con la promesa de haber encontrado a su alma gemela, a pesar de que ninguno tenía esa esperanza en su futuro...

jueves, 14 de febrero de 2013

San Valentin 2013 - Nishta

Hoy 14 de Febreo se dice que es San Valentín, y como parece ser que ya es oficial que sea el día de los enamorados XD, aquí os traigo un pequeño relato, que surgió sin quererlo en una conversación con mi amiga Tses/Herio, la cual a hecho un dibujo de una de las escenas del relato, la cual estará incrustada dentro del relato en la parte donde corresponde...

Espero que os guste,o al menos que os entretenga durante unos minutos ^^.

San Valentin 2013

Imanol sabía que Miguel quería llevarlo a cenar el día de San Valentín a uno de los mejores restaurantes de la provincia, pero en cambio, su bufete de abogados había escogido el día de San Valentín para organizar unas de sus lujosas fiestas, a donde irían muchas personas importantes. Por esto, Miguel no podía faltar a aquella “reunión social”. A pesar de este inconveniente, no pensaba permitir que le estropearan aquella noche, por eso, se había propuesto encontrar un traje que le quedara como un guante para esa “reunión social”.

Ahora estaba dando vueltas por la capital, buscando las tiendas de mayor prestigio en cuanto a moda de caballero. En muchas de ellas se asustó al ver los precios que marcaban las elegantísismas etiquetas que colgaban abandonadas de las mangas de las chaquetas. Iba a gastarse dinero en el traje, pero no pensaba gastarse lo que ganaba en un mes en uno de ellos, aunque ese traje se moldeara contra su cuerpo como una segunda piel.

Ya había pasado por cinco tiendas y la hora de ir a casa y prepararse se estaba acercando, pero eso no era lo peor de todo, lo peor era saber que Miguel ya lo tenía todo preparado y que a las siete en punto ya estaría esperándolo en el salón, viendo algún programa de la tele tipo a “cómo se hace…”. Siempre le recriminaban su falta de previsión, pero él era médico de urgencias, le gustaba tener su orden, aunque siempre fuera en los cinco últimos minutos.

Trabajando nunca sabía a lo que tenía que enfrentarse hasta que entraba la ambulancia por la puerta o el paciente venia por su propio pie, contándole sus dolores. Eso le gustaba, le encantaba, a pesar de trabajar muchas veces de sol a sol y no tener mucha vida fuera del hospital.

Por eso hoy quería que fuera especial con Miguel, aunque estuvieran rodeados de gente que no conocían. Llevaban juntos diez años, al menos de pareja, porque conociéndose, era desde que Imanol tenía memoria. Los dos eran del mismo pueblo y, como era costumbre antes de que la tecnología inundara las casa y la mente de los chiquillos, todos los chicos del pueblo se juntaban para jugar. Imanol tenía una hermana mayor, de la edad de Miguel, y por ella lo conoció. Su hermana Elena siempre le hablaba de él, de lo guapo y estudioso que era, Imanol se esperaba al típico chico con gafas, medio albino por no salir de casa, pero se equivocó. Miguel ya destacaba por su altura, tenia dieciséis años por aquel entonces e Imanol once.

Imanol quedó impresionado con él, era alto, rubio, llevaba la ropa de cualquier forma, aún recordaba el roto de su pantalón de chándal en la parte de atrás, dejando ver un poco de su pierna. Su mirada era lista, oscura, que los observaba a todos y los catalogaba. Iban a jugar un partido de futbol entre todos, incluyendo chicas y los hermanos pequeños, lo que lo incluía a él y a otros dos chicos más.

Miguel iba pasando la mirada por todos, se habían puesto en línea, esperando ser elegidos por alguno de los dos capitanes, los dos más fuertes. Imanol no dejó de observar ni un segundo a Miguel, quería ver y saber todo lo que aquellos ojos podían decirle. Poco a poco fueron quedando menos a los que elegir. Elena había sido elegida de las primeras, todos sabían de su habilidad para los deportes, Miguel la escogió, arrancándoles una sonrisa a ambos.

Ese gesto a Imanol le revolvió por dentro, por aquel entonces no supo qué era, pero ahora tenía claro que fue la primera punzada de desilusión. La siguiente llegó cuando solamente quedaban él y otro chico que iba a su misma clase y le tocaba elegir a Miguel. Esperaba que su hermana fuera un aliciente para escogerlo, pero no fue así. Miguel escogió a Ramón, el otro chico, antes que a él. Mandándolo así al equipo contrario por omisión.

Pero Imanol le hizo pagar caro ese desprecio, al jugar en equipos contrarios pudo ir a por Miguel sin que se notara demasiado. En una jugada en la cual Miguel se quedaba solo, Imanol aprovechó para entrarle sin miedo, sentía una pequeña ira y con eso al menos podía paliarla un poco. Sin pensar mucho en lo que hacía, fue corriendo a por Miguel.

Imanol sonrió al recordar aquello, estaba entrando en una de las últimas tiendas de la zona, aún recordaba con claridad la bronca que su hermana Elena y luego su madre le echaron. Había entrado a Miguel sin mirar las consecuencias, y las consecuencias fueron una mano rota y un diente partido. Todavía no sabía cómo había hecho aquello, decían que su cabeza había impactado en la boca de Miguel, rompiéndole así la paleta izquierda y la mano fue en la caída, al caer los dos sobre ella.

-    ¿Le puedo ayudar en algo? – Le dijo la sonriente dependienta, rescatándolo de sus recuerdos.
-    ¿Qué? Oh sí, por favor.

En ese momento le explicó a la dependiente su problema, por su aspecto era de la edad de su madre, así que dejó salir todos sus “miedos” a la hora de comprar el traje adecuado, recalcando que no quería gastarse demasiado, pero sí lo suficiente para que fuera elegante y merecedor de llevarlo puesto. Encantada con aquel chico, la dependienta lo guió y le enseñó un par de trajes que sabía que le quedarían perfectos.

Imanol al fin encontró un traje para él, era negro con rayas diplomáticas y la chaqueta con doble abotonadura, que se cruzaba sobre su pecho desde el lado izquierdo. La dependienta le sugirió que lo acompañara con una camisa blanca y una fina corbata negra, llevando en el bolsillo superior un pequeño pañuelo negro con topos blancos y acabando con unos elegantes zapatos negros.

-    Así seguro que la afortunada que cenará con usted lo verá más apetecible que cualquier manjar de donde vayan a cenar.
-    En este caso será afortunado – Imanol sonrió al ver el ligero rubor en las mejillas de Aurora, la dependienta -, pero no tendremos cena íntima, una lástima, ¿no cree? – sin poder resistirse, besó a Aurora y salió de la tienda sonriendo.


-    Son menos diez.
-    ¡Ya lo sé! No necesito que vayas cantándome la hora cada cinco minutos.
-    Yo solo te aviso, a las ocho tenemos que estar allí, al final tendremos que ir corriendo.
-    ¿No sabes que las personas importantes siempre llegan tarde? – decía Imanol mientras avanzaba hacia el salón -. Y hoy serás uno de los señores importantes, me huelo ese ascenso que tanto querías.
Acabó de hablar al llegar al lado del sofá donde estaba sentado Miguel. Se inclinó y lo abrazó por detrás, besándolo en el cuello y en una de sus mejillas bien afeitadas.
-    Feliz día de San Valentín – dijo dándole una pequeña caja sin dejar de abrazarlo.
-    Es precioso – dijo al ver el reloj que le había regalado Imanol.
-    Lo sé, lo escogí yo – sonrieron -. Venga vamos, ¿Crees que estoy bien así?

Miguel lo miró con detenimiento, haciendo que Imanol volviera a recordar por segunda vez en el día la primera vez que se vieron.

-    Estoooo… ¿no se hacía tarde? – dijo al ver que Miguel seguía mirándolo atentamente.
-    Así es – Miguel se levantó -. Lástima que no te hubieras arreglado antes, creo que no me hubiera importado llegar más tarde aún.

Sin dejar que retrocediera, Miguel enmarcó su cara entre las manos, acercando sus labios a los de Imanol. Fue un beso lento, saboreando los labios del otro, disfrutando del leve contacto. Un beso que acabó con un jadeo por parte de ambos y una promesa de que eso no iba a quedar así por parte de Imanol.

-    No es justo que piques para luego no dar – le recriminó al salir por la puerta.
-    Tú solo concéntrate en pensar en cachorritos adorables, no creo que eso pase por un móvil.
-    Esta me la pagarás – juró Imanol al salir a la calle y concentrarse en cualquier cosa salvo en lo guapo que estaba Miguel con su traje negro brillante.
-    La vida no es justa, además yo llevo pensando en cachorritos adorables desde que te vi en el salón…


Ya llevaban un buen rato saludando y conversando con todos aquellos que venían a felicitar a Miguel por el tan merecido ascenso. Todos y cada uno de los fundadores del bufete habían pasado a felicitarle por su trabajo, sobre todo después de ganar el último caso que se le asignó.

-    Me duelen las mejillas de tanto sonreir – comentó Imanol a Miguel.
-    ¿Estás cansado? Si quieres podemos salir un poco.
-    Tranquilo, sigue recogiendo halagos, aprovecha tu noche. Yo voy a por otra copa, ¿te traigo una?
-    Gracias – Miguel le sonrió y lo besó ligeramente en los labios, nunca había ocultado su condición sexual en el trabajo, si no lo respetaban es que no merecían que estuviera trabajando con ellos.

Imanol lo observaba desde la barra donde esperaba a que le sirvieran su copa y la de Miguel. Vio a todos los abogados, tan trajeados, ninguno fuera de lugar, pero su mirada se quedó clavada en una cabeza rubia que destacaba sobre las demás. Le encantaba su pelo, sobre todo cuando estaban en la cama y enredaba sus dedos entre aquellos cabellos rubios.

La primera vez que estuvieron juntos en el sentido físico es el recuerdo que más vívido tenía, sujetar a Miguel por el cabello, con miedo a hacer cualquier cosa que lo molestara y luchando contra su deseo. Recordaba con toda claridad cómo había comentado a lamerlo con su diestra lengua por todo el cuerpo, empezando por el cuello, bajando por su pecho, devorando sus pezones. Él nunca había estado con nadie Miguel fue el primero y el sería el último, por eso el día que Miguel le dijo que lo quería, que necesitaba sentirlo contra él, casi se deshace. Aquella noche fue una de las mejores, y que Miguel fuera el primero, el que le enseñara fue lo mejor para él.

Miguel reía con uno de sus compañeros de trabajo dejando ver el diente roto, el diente que su cabeza le rompió cuando eran jóvenes. Miguel le explicó más tarde que no quiso arreglárselo, así siempre recordaría su primera muestra de celos hacia él, así vería Imanol a quién pertenecía.

Con las bebidas en la mano, Imanol se acercó hacia el grupo, aprovechando un momento en el que otro de los compañeros de Miguel hablaba, se acercó hasta Miguel y con la disculpa de darle la copa acercó sus labios al oído de Miguel.

-    He recordado nuestra primera noche juntos… esta noche será como aquella o mejor… no te dejaré pensar en cachorritos adorables ni en nada más que no sea mi boca envolviendo tu miembro, succionándolo hasta el final… - Se alejó depositándole un beso en la mejilla y sonriendo a los presentes dijo – Si me disculpan.

Miguel observó cómo Imanol se dirigía a uno de los baños, sus palabras lo habían dejado aturdido, le estaba costando un triunfo ocultar su estado de excitación delante de sus compañeros. Aquellas palabras de Imanol lo habían afectado y no era capaz de pensar en otra cosa que no fuera lo que le Imanol le había susurrado segundos antes. Decidido a hacerle pagar su estado.

-    Enseguida regreso – no esperó a que lo contestaran, se salió del grupo y fue derecho al baño, no se le iba a escapar.


Lo encontró lavándose las manos en uno de los lavabos del baño, Miguel se cercionó que no hubiera nadie en el aseo y que los interrumpiera, más cuando él quería tener intimidad para hacer con Imanol todo lo que pudiera.

-    Hola – le saludó Imanol por el espejo -, ¿escapándote de tus pobres compañeros?

Sin mediar palabra, Miguel se acercó a él, agarrándolo por el brazo, haciendo que salpicara de agua todo el lavabo y parte del espejo.

-    ¡Ey! Que lo voy a manchar todo, déjame secarme al menos.
-    Ni hablar - Imanol solo pudo dejar que lo arrastrara hacia uno de los cuartos de los aseos.
-    ¡¿Me quieres soltar?¡ ¿Qué narices te pasa? ¡Puede entrar cualquiera!
-    Tendrás que estar callado entonces.

Miguel comenzó a tirar de la chaqueta de Imanol, logrando desatar la doble hilera de botones, lo quería desnudo para él costase lo que costase.

-    Suéltame Miguel, esto no tiene gracia – Imanol intentaba alejarse de él, pero lo tenía arrinconado detrás de la puerta del aseo.
-    Antes parecías muy divertido cuando me susurraste esas cosas delante de mis compañeros. ¿Ahora te vas a echar para atrás?

Sabía que esas palabras harían que Imanol se dejase llevar o que lo mandara de nuevo a aquella sala atestada de gente. Acercó sus labios al suave cuello de Imanol, iba a mostrar todas sus cartas, iba a ganar la partida.

-    Tu pulso te delata.
-    De… déjame, esto no está bien. Estamos en un baño y ¡Tus jefes están ahí al lado! – intentó soltarse de su abrazo.
-    ¿Quieres que pare? – Miguel se alejó -. Vale, déjame salir.
-    Yo… - Imanol sabía que dependía de él que acabara el juego o continuaran hasta el final.
-    ¿Quién habla, tu cuerpo o tu mente? – volvió a acercarse a él.

Esta vez dejó sus labios rozando los de Imanol, tentándolo, una de sus manos fue a parar al lado de su cara, encerrándolo, y la otra a rozar la más que evidente erección.

-    Mi… - Imanol suspiró, buscando las palabras entre el deseo que su cuerpo despedía – cuerpo…

Imanol acercó su boca, dejando de lado cualquier pensamiento racional sobre lo inapropiado que era hacer aquello en un baño público. Miguel sonrió y besó de verdad a Imanol, ya había ganado, ahora iba a por el premio gordo.

Separó a Imanol de la puerta y esta vez fue él quien se apoyó contra la pared del aseo. Sus manos expertas acabaron por quitar la chaqueta de Imanol, dejándola caer al suelo sin preocuparse por ella. El beso se rompió, pero no porque ellos quisieran, sino por recuperar el aliento y poder respirar.

-    Sigo pensando que esto no está bien – Imanol apoyó su frente contra la de Miguel, observando cómo le desabrochaba la camisa, y juntos apartaban de su camino la corbata.
-    Deja de hablar.

Miguel utilizó una de sus piernas para separar las de Imanol y que así este se apoyara sobre ella. Sintió allí su duro miembro, rozando contra su muslo. La camisa de Imanol estaba ya abierta del todo, dejando a Miguel vía libre para acariciarlo. Besándolo de nuevo, bajó sus manos por su duro abdomen hasta el cinturón y los botones del pantalón, estaban llegando al punto sin retorno y ninguno quería parar.


Sus hábiles dedos pronto desataron el pantalón, buscando dentro del mismo el pene de Imanol, duro y listo. Imanol jadeó al sentir la mano de Miguel sobre él, acariciándolo de arriba abajo, buscando sus puntos más sensibles.

-    Miguel…. Miguel por favor…
-    Por favor… ¿Qué? – quería que se lo pidiese, que fuera él quien reclamara sus atenciones.
-    Deja de entretenerte en los detalles.
-    Jajajaja… - Miguel se rio con ganas, siempre en sus casos le encantaba detenerse en cualquier detalle por pequeño que fuera e Imanol se reía de esa afición suya – Encantado.

Sin soltarle, Miguel se sentó en el inodoro, dejando a Imanol de pie, de espaldas a él. Ahora sus manos se encargaban de desabrochar sus propios pantalones, buscando su hinchado miembro, deseoso de poder hundirse en Imanol lo antes posible.

-    Ven – le susurró.

Imanol se acercó lentamente, mirándolo por encima del hombro, estudiando sus movimientos, observó cómo se sacaba un condón del bolsillo interior de la chaqueta y colocárselo sobre su dura erección. Miguel le bajó del todo los pantalones, dejándolos a la altura de sus tobillos. Le besó en una de sus nalgas, lo lamió y fue bajando con sus manos el cuerpo de Imanol contra su erección.

-    Me encanta tu lado previsor ¿lo sabías? – le dijo Imanol sonriendo.
-    Relájate… - Imanol se dejó guiar por las manos de Miguel, dejando que él marcara el ritmo. A medida que entraba en él sus respiraciones se hacían más pesadas – Dios… Imanol.
-    Deja de jurar y concéntrate.

Imanol colocó sus manos contra las paredes del reducido espacio para sujetarse mientras subía y bajaba sobre el miembro de Miguel. Los dos jadeaban a la vez que sus cuerpos chocaban, al principio lentamente hasta que el cuerpo de Imanol se adaptó a la invasión. Ninguno de los dos podía controlar lo que sus cuerpos pedían a gritos, Imanol subía y bajaba con un ritmo acelerado, Miguel, a su vez, subía a su encuentro, encontrándose los dos a medio camino.

-    No voy a aguantar mucho Miguel…

Sabiendo esto por sus palabras y por sentir cómo se estremecía en torno a su miembro, Miguel empezó a masturbar su miembro con fuerza. Imanol no pudo aguantar por mucho más el ritmo de sus embestidas, aún menos combinadas con su mano, que se encargaba eficazmente de su miembro y se corrió sobre la mano que lo envolvía.

Imanol se dejó caer contra el cuerpo de Miguel, intentando recuperar el aliento y controlar los latidos de su alterado corazón. Aún sentado sobre Miguel, giró su cara, buscando la de Miguel y lo besó con ternura.

-    Dios… - Imanol jadeó, separándose de Miguel y poniéndose de pie -. Aún queda algo por hacer - Dijo al ver que Miguel aún seguía duro.

Se arrodilló enfrente de Miguel, entre sus piernas abiertas, despojándole del condón y tirándolo a la papelera que allí había. Lentamente, sin apartar la mirada de los ojos de Miguel, Imanol sacó su lengua para acariciar levemente la punta sensible y sonrosada del pene de Miguel. Sin perder más tiempo, abarcó su miembro con la boca, dejando que entrara en ella por completo, despacio, torturando a Miguel con sus leves caricias.
 
Miguel enredó sus dedos en el cabello de Imanol, acariciando su cuero cabelludo y marcándole así el tiempo que necesitaba para correrse. Imanol succionaba, masajeaba sus testículos, jugaba con su lengua, sintiendo cada vena y la piel sensible del miembro de Miguel.
 
-    Me voy a correr – grunó.

Sin dejar que Miguel lo apartara, Imanol continuó con sus movimientos, exprimiendo su miembro hasta la última gota, saboreando su acre sabor en la lengua. Los dos se miraron, uno arrodillado en el suelo, con la camisa desabrochada y los pantalones bajadas, el otro, sentado en el inodoro, perfectamente vestido salvo por la abertura de sus pantalones donde se apreciaba su miembro, ya más relajado después de correrse. Riendo, Imanol se levantó y comenzó a vestirse.

-    Espero que no se haya arrugado demasiado – comentó Miguel, observando la chaqueta en el suelo y ayudándolo a ponerse la corbata.
-    Tocará inventarse alguna escusa.
-    Sí – Miguel lo besó.
-    Mejor que salgamos ya o no salimos.
 
Miguel salió primero, observando que no hubiese nadie en el baño, al ver que aquello estaba desierto, le hizo una seña a Imanol para que saliera tranquilo.

-    ¿Sabes? – preguntó Imanol -. Creo que me va a gustar esto de venir contigo a las fiestas de tu bufete…

Ambos salieron del baño sonriendo, al menos hasta que Miguel miró hacia donde estaban sus jefes para decirles que esa noche se ausentaba ya y vio que uno de ellos le sonreía de manera especial.

-    Por hoy debo dejaros señores – les dijo Miguel a sus jefes.
-    Váyase tranquilo y disfrute de la noche. Es una noche joven para disfrutarla, sobre todo en buena compañía – le dijo el miembro del consejo más joven y el que sabía lo que había ocurrido -. Para la próxima vez no sean tan escandalosos – le susurró a Miguel cuando lo abrazó para despedirse.
 
Una vez fuera de la sala donde se celebrara la fiesta Imanol le preguntó qué era lo que su jefe le había 
comentado.
 
-    No sé lo que te dijo, solo sé que te pusiste rojo como un tomate.
-    Te dije que fueras silencioso…
-    ¡¿Nos escuchó?! Dios santo… ¡Espera! – Imanol se paró en seco -. ¿Te das cuenta de lo que quiere decir eso?
-    No… ¿el qué?
-    Que vamos a tener que practicar más para ser más discretos – le dijo guiñándole un ojo.

Riendo, ambos salieron del hotel, un poco avergonzados por haber sido “descubiertos”, pero para Imanol y Miguel ese pequeño encuentro en el baño valía más que cualquier cena romántica, se tenían el uno al otro y los detalles no cambiarían lo que ambos tenían ahora y por mucho tiempo.