sábado, 4 de enero de 2014

12 Campanadas ~ Kiril & Mijaíl by Herio ~ Nishta

Empezamos año... y lo empezaré "a lo grande" XD, ya que hoy es el cumpleaños de mi amiga Herio <3 ..... y como humilde regalo le entrego este relato de sus babys *O*, inspirado en el dibujo que hizo para desearnos feliz año nuevo (que veréis más abajo ^^ y también en su  Tumblr).

Sin más dilación os deseo buen año y todas esas cosas que se dicen y espero ser constante con mis relatos y subir cositas para entreteneros ;).

Por ahora disfrutad de Mijaíl y Kiril y de cómo celebraron ellos su peculiar noche vieja... (habrá segunda parte, pero os la dejo para otro día jojo!)


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12 Campanadas




- ¿Crees que es decoroso irse nada más pasar la medianoche?
- Mejor esto que la alternativa.

Kiril se recostó contra el asiento, disfrutando por primera vez de la intimidad que quería y necesitaba desde que esa noche empezó. A su lado, Mijaíl se mostraba defraudado, mirando fijo por la ventana, sentado en el asiento delante de él.

- ¿Qué alternativa?
- Follarte delante de todos los invitados.
- ¿Pero qué…? – Mijaíl se volvió a mirarle.
- No te hagas el santo, sabes perfectamente a qué me refiero - claro que lo sabía, pensó Mijaíl.

Durante toda la noche le había provocado, cada vez que podía estar cerca de él lo torturaba, ya fuese con las palabras o con leves insinuaciones que solo ellos entendían. Al principio de la noche le había parecido una gran idea, seducirlo, volverlo loco para que conociera lo que era sentirse débil ante la tentación y la lujuria. Cuando lo visitaba él era el único que parecía perder el control mientras que Kiril no dejaba ver lo que su cuerpo disfrutaba.

- Tu talento con las palabras se pierde con la bebida.
- No hubiera tenido que beber tanto si te hubieras comportado como era debido.

El carruaje traqueteaba por las adoquinadas calles, parándose a menudo por el abundante tráfico que existía en una noche como aquella. Un nuevo año había comenzado y todo el mundo lo celebraba. Ellos habían coincidió en la fiesta que daba una de las personalidades más importantes de la alta sociedad rusa.

Kiril se había disculpado de su familia con la excusa del deber, ser ahora el que manejaba las cuentas familiares hizo que su familia no protestara demasiado ante su repentina huida. No sabía qué excusa o qué palabras había utilizado Mijaíl para excusarse con los anfitriones, pero mientras esperaba al lacayo que había ido a por un carruaje de alquiler para él, Mijaíl apareció, proponiéndole amablemente compartir carruaje.

- Yo no encuentro nada reproblable en mi comportamiento.
- ¿Estás seguro de eso?
- Sí – Mijaíl lo miraba retándolo.
- De acuerdo – se colocó delante de él, apoyando las manos en sus muslos.
- ¿Qué haces? – preguntó Mijaíl enarcando una ceja.
- Nada indecoroso como podrás ver – subió las manos por sus muslos, despacio, sin apartar la mirada de Mijaíl -. Solo aprecio la calidad de tu traje, quizás le diga a mi costurero que consiga telas así.

Mijaíl lo miraba apretando los dientes, no apartaba la mirada de sus verdes ojos, pero sentía las manos contra sus muslos como si las estuviera mirando. Sentía cada gesto que los dedos hacían al ascender lentamente por su cuerpo hasta quedar a escasos centímetros de su ingle.

- Eso te lo podría haber dicho yo.
- Vaya, un descuido por mi parte – sus dedos alcanzaron su objetivo -. Aunque no siento que te disguste.

De la boca de Mijaíl salió un gemido por el leve roce, sus caderas se elevaron instintivamente en busca de esos dedos entrometidos. Kiril sonrió por su respuesta, aliviado de que no solo él había pasado la noche con una fuerte e incómoda erección apretada contra los pantalones.

- Hasta los botones parecen de buena calidad.

Los dedos fueron desatando la hilera de botones, dejándolos resbalar lentamente por los ojales.

- Yo siempre exijo lo mejor.
- Lo sé – esas palabras daban a entender más aspectos de su relación que la simple ropa que los cubría -. Hmm… y seda para ocultar.

La ropa interior de Mijaíl quedó al descubierto al apartar el pantalón, marcandando su miembro. La mano de Kiril se cerró sobre él por encima de la ligera tela, haciendo que Mijaíl dejara caer la cabeza contra el asiento, gruñendo por la sujeción. Kiril sonrió, era la primera vez que apartaba la vista de él y aprovechó para observarlo.

Su mano se cernía sobre él, apretándole con fuerza, con su otra mano acarició la sensible cabeza a través de la tela, moviendo la palma en círculos sobre él. Le complació ver cómo se humedecía la tela por el placer.

- ¿Ahora estás examinando también la tela? – le preguntó Mijaíl entre jadeos.
- No, simplemente veo cómo te rindes al placer.

Se dejó caer de rodillas en el espacio que dejaban los dos asientos, entre las piernas de Mijaíl y con su lengua recorrió su longitud.

- Por favor – la voz salió tan ronca que apenas fue audible más allá de sus labios.

Bajo una sonrisa, Kiril apartó la ropa interior, dejando a la vista el miembro duro y listo para su disfrute. Esta vez su lengua recorrió el mismo camino, pero directamente sobre su piel. Mijaíl cerró sus dedos entre el rubio cabello de Kiril, levantándole el rostro para que lo mirara.

- Deja de jugar – gruñó.

Sin despegar la mirada Mijaíl, levantó su pene y la llevó contra su boca, dejando la punta llorosa a la distancia de un suspiro de su boca. Alargó el momento hasta que sintió los dedos de Mijaíl tensarse aún más entre su pelo, entonces abrió la boca y se introdujo el miembro en la boca, saboreándolo. Ambos gimieron de placer.

- Oh Dios… - el susurro escapó sin que Mijaíl pudiese retenerlo.

Esas palabras resonaron con fuerza en los oídos de Kiril, como si hubiera sido un grito en vez de un quedo susurro. Su boca se cernió sobre la dura carne, dejando que se introdujera en él hasta su máxima capacidad. Se apartó, dejando que su miembro saliera lentamente de su boca, apretándolo a medida que cambiaba el calor húmedo de su boca por el frío aire del exterior. Se detuvo a la altura del glande, succionándolo con fuerza y haciendo que sus mejillas se hundieran por la presión. Bajó su cabeza, volviendo a tener a Mijaíl dentro de su boca.

Esta vez no dejó que Mijaíl se acomodara en su boca, subió sobre él, jugando con su lengua en el camino. Marcó con ella cada vena hinchada de su pene, jugando con la parte más sensible al llegar al final. Repitió ese movimiento varias veces, cada vez más rápido, animado por cómo Mijaíl movía las caderas en su encuentro y sus manos se cerraban en torno a su cabello. Sus miradas habían dejado de estar unidas en el momento en el que Kiril había tomado velocidad en sus caricias. Ambos dejaron atrás cualquier atisbo de retar al otro y se dejaron arrastrar por la pasión.

- ¡Para! – Mijaíl apartó bruscamente a Kiril de su alcance.
- ¿Qué…?
- Ponte contra el asiento – Kiril lo miró desafiante -. Haber pensado en esto antes de empezar con tus juegos.

Las manos de Mijaíl volaron a la entrepierna de Kiril, donde se apretaba una rugiente erección para desabrochar los botones de sus pantalones. Apretó en su mano la desnuda erección, a diferencia de él, Kiril no llevaba ropa interior por lo que su piel enseguida encontró la calidez deseada.

- Date la vuelta – Mijaíl lo empujó enfatizando las palabras.
- ¿Para saber cómo es la textura de mi chaqueta?
- No, porque necesito saber qué jabón usas.

Esta vez cuando Mijaíl lo empujó, Kiril dejó que ganara y que su cuerpo cayera sobre el asiento de cuero. Quedó de espaldas ante Mijaíl, quien, con hábiles manos, bajó el pantalón dejando al descubierto su blanco trasero. Besó una de sus nalgas a medida que dejaba al descubierto su piel.

- ¿Ahora eres tú el que juega? – le preguntó por encima del hombro.

Mijaíl sonrió ante esa pregunta y, negando con la cabeza acercó su cuerpo al de Kiril, dejando que su miembro rozara el ajustado anillo de su ano. Apretó aún más a Kiril contra el asiento dejando más hueco en su lado y haciendo que el pene de Kiril quedara encerrado entre el asiento y su cuerpo. Mijaíl abrió la mano y dejó caer en ella su saliva.

- Para el siguiente baile me traeré uno de mis botes.
- No sería mala… - Kiril dejó de hablar al sentir cómo Mijaíl extendía la saliva entre sus nalgas.

Repitió el gesto de la saliva pero ahora dejándola caer directamente sobre su pene a la vez que introducía uno de sus dedos en el interior de Kiril. Éste suspiró por la caricia, volviendo a gemir cuando un segundo dedo se unió al primero. Mijaíl lo dilataba para él lentamente, acariciándose con el mismo ritmo que entraba y salía de él.

- El coche no tardará en llegar a tu destino.

Kiril dejó claro que, o se daba prisa o tendrían que dar explicaciones de más al cochero que los llevaba hasta sus casas. Mijaíl, a decir verdad, había olvidado dónde estaban, apenas sentía el traqueteo y las paradas y arrancadas del coche de caballos. Sacó sus dedos del interior de Kiril y los cambió por su miembro, entrando lentamente en él para que pudiera hacerse a su tamaño. Con las manos libres ahora, las hundió en las caderas de Kiril mientras empujaba contra él, entrando poco a poco  para que ambos se hicieran a la invasión de su cuerpo.

- Cada vez es más fácil…
- Calla y muévete – gruño Kiril entre dientes.

Sonriendo por ese comentario, Mijaíl le obedeció y, elevándose un poco en su asiento, empezó a bombear contra él. Le hacía gracia también el hecho de que fuese él quien tuviera la posición de mando en ese encuentro y Kiril no dejara de ser quien realmente tenía el mando entre ellos. Lo tenía delante suyo, vestido todavía salvo por el pantalón a medio bajar, preso de su agarre y del asiento, con la cara ladea y las manos cerradas con fuerza en el respaldo del asiento, Mijaíl cerró los ojos y se limitó a disfrutar de su estrechez y de los sonidos que ambos dejaban salir de sus bocas.

Su cuerpo no iba a aguantar mucho esa batalla por las caricias que previamente Kiril le había dado a su miembro. Tan expertas como siempre, volviéndolo loco con cada movimiento. Dejó una de sus manos libre y dejó vagara por el costado de Kiril, rodeando su cadera y rozando el asiento para llegar hasta el miembro de Kiril. Sin dejar de embestir lo tocó y sintió cómo con sus movimientos provocaban que Kiril se frotara contra el asiento.

- Aprieta…
- ¿Qué? – Mijaíl no consiguió entenderle por el ruido de la calle.
- Tu mano… aprieta… me… - a pesar de que sus palabras salían entrecortadas por los jadeos Mijaíl lo entendió.

Empezó a moverse más fuerte contra él, acusando el esfuerzo en sus piernas y su cuerpo encorvado por la escueta altura del carruaje, pero siguió las órdenes que Kiril le había dado. Con su mano le acarició levemente los testículos, sopesándolos y, a decir verdad, alargando el momento para dejar a Kiril en tensión.

Cuando sintió próximo su propio orgasmo apretó esa parte sensible de la anatomía de un hombre, haciendo que Kiril apretara su estrecha entrada y gruñera de placer. Kiril se dejó hacer, subiéndose la camisa y la chaqueta por su cuerpo, acariciándose uno de sus pezones, con Mijaíl penetrándolo sin descanso y apretando sus testículos como él necesitaba para lograr llegar al clímax. El roce del asiento contra su piel desnuda estaba consiguiendo llevarle hasta el límite, dejando salir esa pequeña parte de él en la que una ligera muestra de dolor lo elevaba hasta alcanzar el orgasmo.

Y así fue cómo lo logró, derramó su simiente en el asiento, sintiéndolo caliente contra su estómago y temblando de placer mientras Mijaíl continuaba embistiéndole. Sentía cómo lo apretaba con cada envite, lo que le dejó claro que Kiril había logrado correrse así que lo soltó y ahora se encargó de su propio placer. Volvió a poner las manos en sus caderas y se concentró en entrar y salir con fuerza de él, jadeando, gruñendo y sudando por el esfuerzo. Kiril salía a su encuentro, haciendo que sus cuerpos chocaran ahora más fuerte que cuando se mantenía más pasivo en su encuentro.

Pronto fue Mijaíl quien gritó el nombre de Kiril al correrse en su interior, inundándolo de él. Su cuerpo vibró y sus testículos se contrajeron mientras dejaba todo su ser en las últimas embestidas, más lentas ya. Dejó que su cuerpo cayera sobre Kiril, apoyando por completo su pecho en la espalda de este.

- ¿Será siempre así cuando viajemos juntos en un coche de caballos? – le susurró Mijaíl al oído.
- La próxima vez serás tú quien muerda el asiento.

Ambos se rieron y se dispusieron a vestirse y colocar sus ropas, aunque a pesar de sus intentos el estropicio ya estaba hecho. Las arrugas que sus ropas mostraban, sus cabellos despeinados y el sudor que quedó impregnado en los cuellos de sus camisas no podían ocultarse.

- Recuerda que debemos hacerlo al regresar a casa, no creo que en estos momentos fuéramos bien recibidos en alguno de los bailes - Mijaíl asintió a esas palabras dándole la razón mientras le observaba limpiar con el pañuelo los restos en el asiento de su deseo.
- ¿Vas a tu casa? – le preguntó cuando terminó de limpiar.
- Tu destino está más próximo…
- ¿Aún tienes fuerzas para otro asalto?
- Fui oficial, recuérdalo. Mi resistencia no es comparable a otros – le contestó elevando una ceja, retándole.
- Lo veremos…

CONTINUARÁ...