martes, 26 de junio de 2012

Amo y Señor - Nishta

Aquí de nuevo subiendo un pequeño relato para mis lectoras *O*... esta vez regreso al género Homo-erótico con la historia de dos Elfos que se amarán por siempre.... sí quizás sea muy meloso pero me encantaaa!!! jajajaj

Espero que disfrutéis de la historia de Muloch y Elgach ^^

AMO Y SEÑOR


-    Señor, aquí tiene su máscara – Muloch se mantenía en su posición de siempre, detrás de su señor.
-    Gracias – le contestó recogiendo la máscara de su mano.

Elgach se miró en el espejo de cuerpo entero y observó su vestimenta. Llevaba una chaqueta azul cielo ajustada al cuerpo, que dejaba ver en su abertura un chaleco plateado y debajo de este una camisa blanca impoluta. Los pantalones oscuros marcaban sus fuertes piernas, entrenadas por las horas que pasaba encima de su semental.

-    Voy preparando el carruaje – Muloch se inclinó y salió de la habitación dejándolo solo.

Muloch llevaba trabajando para él desde hacía tres años, después de que lo sacara de las calles. Elgach salió de sus aposentos y se dirigió a la puerta principal. Su casa no se podía considerar una mansión, pero se distinguía entre las demás casas de los alrededores. Había cinco habitaciones repartidas por la parte superior, una de ellas era la suya propia, mientras que en la inferior estaban la cocina, el salón principal, su despacho, el pequeño salón donde se recibían las visitas y las habitaciones de los criados. Ahora, estas habitaciones, solamente las ocupaba Muloch, era el único empleado a su cargo que se quedaba allí a dormir. La cocinera venía todas las mañanas y se iba a media tarde, y el equipo que tenía para mantener la casa limpia venía tres veces a la semana.

Llegó a la puerta principal a la vez que el coche tirado por cuatro caballos blancos, aparecía por la esquina de la casa. Se acercó al coche y subió sin que Muloch bajase para abrirle la puerta y le indicara que subiera, en público debía mantenerlo, pero en privado lo veía una soberana estupidez, él no era ni manco ni estúpido. El carruaje que poseía no era opulento, el dinero que tenía prefería usarlo en cosas más útiles que decorar su carruaje con oro por todos lados, como hacían otros miembros de su comunidad.

La casa donde se celebraba la fiesta era de uno de los terratenientes del reino, su mujer vivía para las fiestas, y si eras invitado y te negabas a ir, caías en desgracia. Elgach iba para conseguir donaciones a sus causas, en el mundo élfico había muchas riquezas, pero siempre existía la pobreza extrema y los rechazos. Él mantenía varios comedores y casas donde la gente que no disponía de nada podía vivir allí todo lo tranquilo que podían.

El coche se paró, Elgach miró por la ventana y observó la entrada abarrotada de la casa. Unas grandes escaleras subían hasta la entrada principal donde se apreciaba a una fila de criados para recoger sombreros, chales o abrigos. La puerta se abrió y Muloch se apartó a un lado para dejarle salir.

-    No te vayas muy lejos, no creo que me quede mucho tiempo – le dijo colocándose la máscara, un simple trozo de terciopelo azul cielo como el color de su chaqueta, apenas lo miró.
-    Como ordene señor – dijo Muloch cerrando la puerta y regresando al carruaje para llevarlo a las caballerizas.

Elgach entró en la fiesta, en el abarrotado salón lleno de elfos ricos que enseñaban sus mejores vestimentas y joyas. Observó aquel espacio buscando a posibles donantes de dinero y empezó a jugar como ellos hacían, aunque no se soportaran, la hipocresía siempre debía ganar, y mostrarse amable, siempre era bueno para sus empresas.

-    Oh, mi querido Elgach ha venido – le dijo una dama sujetándolo por el brazo -. La señora Smithee me dijo que seguramente no vendría, que se quedaría encerrado en su oscura casa, ¿Se lo puede creer?

Elgach miró a su interlocutora, sabía de sobra quién era, la gran máscara que llevaba ocultando casi la totalidad de su cara no evitó que su voz la delatara. Lady Ilona Kench llevaba bastante tiempo intentando cazarle, aunque hubiera sido corto de miras, la forma en que sus pechos apretaban ahora mismo su brazo dejaban claras sus intenciones. Había enviudado hacía unos meses y necesitaba otro juguete con el que divertirse, y Elgach no iba a ser ese juguete.

-    Lady Ilona – la saludó inclinando la cabeza -. Qué alegría verla por aquí. Hacía mucho que no nos veíamos ¿Se ha aburrido mucho sin mí? – la pregunta arrancó una sonrisa de suficiencia de la generosa boca de la mujer, como él quería, enfadarla no era productivo.

Tuvo que bailar con ella el primero de los bailes, impidiéndole empezar a trabajar desde el principio y retrasando su regreso a casa. Esa noche no tenía ganas de salir y menos de aguantar a Ilona Kench. Sabía que tenía que quedarse hasta media noche, que era cuando se realizaba la verdadera fiesta celebrando así la noche de Samhain, la noche en que los dos mundos se acercaban.

Ya tenía dos elfos de la alta sociedad en sus manos, había conseguido que lo ayudaran con una de las nuevas casas que quería adquirir. Sabía a quién debía preguntar, esos dos miembros respetados de la sociedad tenían hijos bastardos con sus madres prostitutas, sendos fallos que les salía caro mantener ocultos. Ahora con la casa que Elgach les ofrecía, los gastos no serían tan grandes y seguro que las señoras aceptaban encantadas.

Salió a la terraza que quedaba por encima de los jardines de la casa, necesitaba coger aire y salir de aquel agobio. Sabía que Ilona en esos momentos estaba entretenida bailando con un Lord del reino y sería libre por un momento, lo aprovechó para perderse entre los jardines. La naturaleza siempre le gustaba, la paz que le transmitía siempre era de agradecer. Le ayudaba a olvidarse de todos sus problemas.

Estaba caminando por la zonas donde los amantes furtivos tenían un poco de intimidad, y sabía que esa noche alguno de ellos estaban por allí, las risitas y sonidos que escuchaba entre los arbustos lo dejaban claro. Él a pesar de ser joven, y según tenía entendido, uno de los mejores partidos, solo había tenido pequeñas aventuras. Sonreía por los recuerdos y los sonidos que percibía, cuando una mano se cerró alrededor de su brazo y lo arrastró a uno de esos escondites.

Su cuerpo chocó contra el tronco de un árbol, dejándolo entre éste y un cuerpo fuerte y grande. Sus ojos se habían acostumbrado a la oscuridad, por lo que ya veía perfectamente y descubrió una chaqueta oscura, un chaleco color oro y la camisa, que, sorprendentemente también era negra. Sus ojos continuaron su ascenso hasta la cara de su raptor y éste también llevaba una máscara. La suya era negra y dorada, cada parte del antifaz era de uno de esos colores y en la parte central se enredaban en un extraño dibujo, como si los colores estuviesen peleando.

No recordaba haber visto a aquel elfo dentro del salón, aunque con la cantidad de gente que allí había sería imposible quedarse con todas las caras.

-    ¿Qué está haciendo? ¡Suélteme ahora mismo! – Elgach empezó a luchar por liberarse.

En el forcejeo sus manos acabaron atrapadas por las del otro elfo, que las sujetó por encima de su cabeza. Elgach era alto, pero aquel sujeto le sacaba por lo menos diez centímetros. Sus ojos lo miraban fijamente y sin alterarse.

-    ¿Quiere dinero? ¿Qué quiere de mí? – Elgach estaba empezando a enfadarse.

Sus manos seguían presas por las fuertes manos del otro y no podía soltarse. Su respiración era agitada por el esfuerzo de luchar contra la sujeción.

-    Estese quieto – al fin le dijo su captor.

Elgach se quedó quieto, no por la orden sino porque esa voz le sonaba, la había escuchado antes en otro sitio, pero no era capaz de recordar donde. Se fijó mejor en el otro elfo, su mandíbula era fuerte y muy bien afeitada, sus ojos no los distinguía por la máscara y la escasa luz. Las manos que lo sujetaban dejaban claro que no era uno de los señoritos de la alta sociedad, estaban curtidas.

-    ¿Quién...? – Elgach no continuó la frase.

El desconocido acercó su cuerpo rozando el de Elgach y metiendo una de sus piernas entre las suyas. Sus caras ahora estaban tan cerca que Elgach fue capaz de oler la esencia a clavo que desprendía el cuerpo que tenía delante. Su respiración se aceleró, pero no por el esfuerzo como antes, ahora era por la cercanía del otro cuerpo.

-    Así está mejor – esa voz... pensó Elgach.

Los labios del desconocido rozaron los suyos, una leve caricia que anticipaba algo mucho mejor. Volvió a rozarlos, y esta vez se quedó allí quieto, con los labios acariciándose, pero sin besarlo. Elgach nunca había estado en una situación como esa, había visto en las calles a elfos teniendo relaciones entre ellos, elfos que pagaban a otros para que les satisficieran y que tenían en casa una mujer esperándolos. Él había estado con mujeres y el hecho de saber que dos elfos podían estar juntos, nunca le desagradó. Y ahora deseaba que ese elfo lo besara.

De sus labios salió un quejido, como protesta por esa agonía. El desconocido sonrió, Elgach lo pudo sentir por el roce en sus labios, y entonces lo besó. Sus labios se mantuvieron cerrados, aunque aquella situación lo tenía envuelto, no sabía cómo actuar. En cambio, la boca del otro elfo sabía a la perfección qué y cómo debía hacerlo. Abrió la boca dejando paso a la lengua que empujaba contra sus labios, enredándose con ella en el beso.

Ya no había vuelta atrás y Elgach dejó que lo besara, su cuerpo fue aprisionado por el del desconocido, apretándolo contra el árbol. Sus manos se vieron libres y cayeron sobre los anchos hombros de su oponente. El beso estaba siendo salvaje, sin delicadeza y eso no le asustaba, sino que estaba haciendo que su cuerpo despertase por el contacto de sus bocas y sus cuerpos.

Las manos del otro elfo lo tocaron, una de ellas se quedó en su cara y la otra entró entre sus cuerpos, encontrando su fuerte erección. Elgach jadeó por esa caricia, echando la cabeza hacia atrás, lo que su seductor aprovechó para besarle y lamerle en el cuello, mientras que su mano seguía acariciándolo. Elgach gemía y se retorcía contra aquel cuerpo, no creía que aquello pudiera estar pasándole, pero allí estaba con una erección y dejando que un elfo lo tocara. De repente el otro elfo se detuvo bruscamente, levantando la cabeza y mirando hacia los setos que los ocultaban. Elgach abrió los ojos cabreado por esa interrupción.

-    Viene alguien – nada más decir esas palabras se alejó de él y desapareció entre los arbustos del otro lado del escondite.
-    Espe...
-    Elgach querido, ¿eres tú?

Reconoció la voz de Ilona de inmediato y huyó por donde el otro elfo había salido, no le apetecía verla y menos en esa situación, podía creer que su estado se debía a ella. Rodeó el escondite escondiéndose de la dama y se dirigió de nuevo hacia el salón, alegaría un mal estar y se iría de allí. No quería ver a nadie, bueno sí que quería ver a alguien, pero esa persona seguro que no estaba en ese salón, aquella máscara negra y dorada no andaba entre aquellas cuatro paredes.

Abandonó el salón nada más despedirse y disculparse con sus anfitriones, avisando que llamaran a su carruaje. Muloch apareció poco después parando en la entrada y bajando del pescante para abrirle la puerta.

-    A casa Muloch – le dijo mirándole desde el escalón que lo ayudaba a subir. Y se quedó paralizado.
-    ¿Ocurre algo señor? – le preguntó al notar que Elgach se quedaba quieto.
-    No. No, nada. Vámonos de aquí.

Una vez dentro del carruaje pensó en lo que acababa de ver. Un chaleco dorado bajo la chaqueta negra, una voz dura y que le sonaba. Apoyó la cabeza contra el asiento, empezaba a sentirse mal de verdad.


Llegaron a casa y Elgach salió del carruaje sin esperar siquiera que se detuviera. Entró en casa dando un portazo y fue a su habitación directo, se deshizo de la chaqueta nada más entrar lanzándola contra la pared, la siguió la corbata y se apoyó con manos temblorosas contra el tocador donde todas las mañanas se afeitaba. Llamaron a la puerta y esta se abrió.

-    ¿Necesita alguna cosa más?

Muloch se quedó en el quicio de la puerta con las manos a la espalda y sin apenas mirarlo. Elgach lo miraba a través del espejo ¿Cómo no lo había notado antes? Llevaba tres años viéndolo todos los días y esa noche...

-    ¿Por qué? – le preguntó Elgach.
-    ¿Perdone? – le miró desconcertado.
-    No mientas más – se giró, enfrentándolo -. ¿Por qué te colaste en la fiesta y...y...? - Muloch apartó la mirada de la suya -. ¡Mírame!

Elgach se acercó corriendo a donde él estaba, encarándolo de verdad. Muloch levantó la mirada y sus ojos se encontraron, un músculo en la mandíbula de Muloch vibró por la tensión.

-    Si no me necesita. Me retiraré – se volvió para irse de allí, alejarse de Elgach era lo mejor.
-    ¡No se retirará hasta que me conteste! – lo agarró por el brazo deteniéndolo y haciéndolo girar
-    ¿Quiere saberlo? – le inquirió, Elgach asintió -. Muy bien... - Muloch lo empujó contra la cama, tirándolo sobre ella.

Sin dejar que Elgach se incorporara se echó sobre su cuerpo, obligándolo a mantenerse tumbado y sin moverse. Lo agarró por los hombros, Elgach lo miraba con los ojos abiertos de par en par y con la respiración alterada, pero no emitía ningún sonido. Muloch se perdió en sus claros ojos, descendiendo para atrapar sus labios, como esa noche en los jardines. La diferencia es que ahora lo estaba haciendo sin esconderse.

Muloch posó sus labios en los suyos, sus manos agarraron los rubios y largos cabellos de Elgach sujetándolo contra él. Rompió el beso, alejando su cabeza para poder observar a Elgach. Tenía los ojos cerrados y la boca abierta, Elgach abrió los ojos para ver qué ocurría y se encontró con los oscuros ojos de Muloch mirándolo de una forma extraña.

-    Béseme – le dijo a Elgach.

Y así lo hizo, subió su cabeza hasta morder el labio inferior de Muloch y obligarle a que lo besara. Sus cuerpos se apretaron, conociéndose y descubriendo todas las posibles fantasías y placeres que juntos descubrirían. Las manos de Muloch abrieron su chaleco y su camisa y al fin sus manos tocaron su piel. Continuaron besándose mientras sus manos los desnudaban logrando que más piel se tocara, arrancándoles suspiros.

Sus cuerpos estaban listos para encontrarse más íntimamente y acabar así con el calor que los consumía por dentro. Muloch agarró el miembro enhiesto de Elgach, como lo hiciera unas horas antes en el pequeño escondite, esta vez tocaba su suave piel, no la aspereza del algodón. Elgach enterró su cara en su cuello y lo agarró con más fuerza por los hombros, suspirando de placer por las atenciones de su mano experta. Muloch besó su boca y continuó besando la comisura de sus labios, su mandíbula, su cuello, uno de sus pezones, su fuerte estómago, su cadera.

-    Mul... yo...

Muloch no quería que hablara, simplemente que sintiera, que sintiera su lengua rozando la cabeza de su miembro y saboreando las primeras gotas de su placer. Sus manos lo sujetaron por las caderas y se introdujo todo su miembro en la boca. Las caderas de Elgach se elevaron sin poder controlarlas, queriendo tener más contacto con la boca de Muloch, verlo así, con su miembro metido en la boca, casi lo enloquece. Sujetándolo con una mano por la cadera, Muloch comenzó su avance hacia su entrada y prepararlo para su invasión.

Elgach solo podía estremecerse y sujetar con fuerza las sábanas, tenía miedo que si lo tocaba Muloch se detuviera y se diera cuenta de lo que estaba haciendo. Sentía su lengua acariciándolo a medida que su miembro entraba y salía de su boca. Su mano lo acariciaba relajándolo y abriéndolo para él. Nunca pensó que algo tan extraño pudiera provocarle aquello, pero estaba sintiendo el mayor placer de su vida. Muloch introdujo uno de sus dedos en él, arrancándole un grito por la invasión, no por el dolor sino por la sorpresa. Elgach estaba a punto de correrse su cuerpo se tensaba por cada caricia de Muloch que ya tenía dos dedos dentro de su cuerpo, y sintiendo los estremecimientos de Elgach sacó sus dedos y abandonó su miembro.

-    ¿Qué...? – Elgach elevó la vista para encontrarse con la cara de Muloch buscando una explicación.
-    Relájese...

Muloch volvió a cernerse sobre él y Elgach sintió la punta de su miembro contra su entrada, donde antes estaban sus dedos. Empezó a empujar despacio, dejando que el cuerpo de Elgach se relajase y lo admitiera sin problemas. Su miembro empezó a introducirse en él muy despacio, y sus movimientos comenzaron a aumentar a medida que Elgach lo absorbía. Sus cuerpos sudaban por el esfuerzo, ya sus cuerpos chochaban en el frenético baile que se veían envueltos y de sus bocas salían jadeos y gemidos que se enredaba al igual que sus cuerpos.

Pronto los dos encontraron en el abismo del éxtasis, Elgach cayó primero arrastrando a Muloch con él por sus contracciones internas. Muloch se dejó caer de lado arrastrando el cuerpo de Elgach contra su pecho, abrazándolo.

-    Feliz Samhain, Elgach... – le susurró al oído.
Elgach absorbió cómo sonaba su nombre en sus labios, nunca lo llamaba por su nombre, siempre lo llamaba señor o amo.
-    Feliz Samhain, Muloch...


Después de ese día Elgach lo invitaba sin miedos a pasar las noches con él, nunca pensó que un elfo lo podría hacer tan feliz. Sabía que en la comunidad empezaban a existir rumores, a él le daban igual. Nunca había podido ser feliz y ahora que lo estaba siendo no pensaba dejarse abrumar por los demás. Él no le debía ninguna explicación a nadie.

Le dolía tener que dejar a Muloch con los demás sirvientes cuando debía asistir a las fiestas, él le había dicho que dejaría de ir, no le gustaba aquello, pero Muloch se había mostrado firme.

-    Eres un noble y yo un simple criado. No pueden vernos juntos en una actitud fuera de amo y sirviente. No insistas más.

Muloch lo amaba por las noches, se pertenecían uno a otro, pero por el día Elgach pasaba a ser su señor y Muloch una simple sombra. Debía admitir que por las noches esa barrera invisible desaparecía. Sentir sus caricias aceleraba su corazón, incluso cuando lo recordaba al día siguiente. Ahora, unos meses después de aquella primera noche, estaba deseando que llegara la noche para demostrarle lo que era para él.

Estaba dando un paseo por los terrenos aledaños a su casa, tenía por costumbre despejarse por las mañanas dejando que el viento agitara sus cabellos mientras cabalgaba sobre Thunder, su semental.  El día amanecido gris, la niebla no había desaparecido del todo, lo que auguraba una noche fría, que sería perfecta para pasarla en los brazos del elfo que lo esperaba en casa. Pensando eso divisó un grupo de jinetes que se dirigían hacia él, gritaban y se veía que no era gente con la que pararse a hablar. Elgach se apartó a un lado de la carreta embarrada para dejarles paso y evitar cualquier enfrentamiento. Al llegar a su altura, el grupo de elfos pasó sin más problemas, salvo uno de ellos que se quedó mirando fijamente su chaqueta a medida y su caballo.

-    ¡Hey! – Elgach siguió adelante - ¡Te estoy hablando!
-    Venga, Loren déjalo - Elgach siguió cabalgando, había hecho que Thunder cabalgara más rápido sin que se notara mucho, para alejarse de allí y refugiarse en casa.


Ya llegaba a la entrada de su casa cuando escuchó los cascos de otro caballo sobre las piedras que había mandado echar para evitar que el suelo se embarrara. Su corazón se heló, pensando en el tal Loren, pero descartó la idea por ilógica.

-    ¡Hey! ¿Ahora vas a prestarme atención? – era él.

Elgach no disimuló, ahora, que mandaba al galope a Thunder, estaba cerca de casa y podía hacer salir a Muloch si tenía problemas. Entró por el portón a todo galope chillando el nombre de Muloch, que salió a la puerta al escucharle. Muloch miró detrás de su señor y vio al elfo con la pistola alzada.

-    ¡Señor detrás de usted! – le gritó a la vez que corría hacia él.
-    ¡Nadie me da la espalda cuando le hablo! – escuchó que gritaba el desconocido.

Miró la pistola y miró a Elgach, le iba a disparar y ni llegaría a tiempo. Elgach estaba espoleando a Thunder con todas sus ganas, intentando llegar a la casa y alejarse del otro Elfo, solo quería estar cerca de Muloch donde todo era perfecto.

-    Señor agach... – sus palabras quedaron ensordecidas por el estruendo de la pistola al ser disparada - ¡Noo!

Ya estaba cerca de él, no había conseguido evitar lo que acababa de pasar. Los ojos de Elgach se abrieron de par en par y su cuerpo se estiró, para luego perder el equilibrio e inclinarse hacia uno de sus lados. Cayó sobre el cuello de Thunder provocando que éste se encabritara por el extraño gesto y cayera de espaldas, lanzando el cuerpo de Elgach lejos de él. Muloch llegó a su lado y lo levantó. Su cuerpo estaba inerte, apenas se movía. Por el rabillo del ojo observó que su atacante huía.

-    Elgach, por favor no... – le dijo agitándole la cabeza.
-    Di...dilo otra vez – le susurró
-    ¿El qué? – Muloch sonrió al ver que le respondía.

Sus manos recorrieron su cuerpo buscando cualquier clase de herida, sobre todo de bala.

-    Mi nombre – Elgach abrió los ojos y los fijó en los suyos.
-    Elgach... – le dijo sonriéndole y acariciándole una de sus blancas mejillas, que quedó impregnada de rojo – Oh dios mío, estás herido. Debemos llamar al médico.
-    Es tarde... – le dijo tosiendo. Un hilo de sangre le corrió por la comisura de su boca.
-    No, no dejaré que se vaya – intentó levantarse con el cuerpo de Elgach, sin éxito -. No me deje solo.
-    Estaré siempre contigo, recuerda nuestro tiempo juntos. Así nunca moriré, pero prométeme... – le interrumpió un ataque de tos.
-    No hables, deja que te lleve a casa, por favor – Muloch evitaba a duras penas que las lágrimas cayeran de sus ojos.
-    Prométeme que serás feliz por los dos. Cuida de todo esto, llama a mi abogado, él sabrá qué es lo que debe hacer.
-    No... no lo permitiré. ¡Debes vivir! – le gritó.
-    Se llamaba Loren...
-    ¿Cómo?
-    El que... m...me atacó.
-    Lo encontraré – le dijo y era una promesa.
-    Bés... bésame – su voz cada vez era más débil, Muloch tuvo que acercarse -. Bésame amado mío.
-    Elgach, no me dejes... – le dijo bajando sus labios para besarlo -. Te quiero, no me dejes...

Sus labios se juntaron en un beso mezclado por la sal de las lágrimas y el sabor a cobre de la sangre. Muloch rompió el beso cuando supo que Elgach ya no sentía el roce de sus labios, había muerto en sus brazos. Lo apretó contra su cuerpo y gritó, gritó y lloró hasta que su cuerpo quedó desfallecido. Se lo habían arrebatado, le habían arrebatado la persona que había conseguido hacerle volver a sentir.


Ya era otra vez Samhain, no creía que hubiese pasado ya un año, un año desde que por primera vez me atreviera a dar el siguiente paso con él. Los meses siguientes que pasamos juntos fueron los mejores de mi vida, siempre debíamos mantener las apariencias, pero de noche, todo cambiaba.

Ahora ya no estaba conmigo, me lo habían quitado, delante de mis narices y sin pestañear. Hoy el verdugo iba a ser yo. Sabía donde vivía, llevaba meses investigándolo y al fin todo se alineaba y me daba la oportunidad. Loren estaba solo en el mundo, no tenía ni esposa ni hijo, sus padres habían muerto en extrañas condiciones. Aquel bastardo no tenía nada y se había llevado una joven vida por delante.

Lo vi salir de la taberna tambaleándose, esa noche estaba solo, sus compañeros de juerga, o se habían cansado de él, o ya se habían marchado. Se dirigió tambaleante hasta su caballo y se subió en él, lo espoleó y se dirigió hacia las afueras, seguro que a dormir la borrachera a su casa. Subí en mi caballo y lo seguí a una distancia prudencial, aún estábamos muy cerca del pueblo. El caballo iba bufando por las sacudidas que le daba su jinete, que lo obligaba a ir de lado a lado de la estrecha carretera.

-    ¡Hey! – lo llamé -. ¿No me oyes? - El otro elfo giró a duras penas la cabeza - ¿Recuerdas esas palabras? – yo sí, Elgach había conseguido susurrármelas antes de exhalar su último aliento.
-    ¡Déjame en paz puto chiflado!
-    Pronto... antes debo refrescarte la memoria – le dije sacando la pistola guardada a mí espalda y apuntándole.
-    ¿¡Pero qué!? ¿estás loco? – había girado por completo al caballo encarándolo.
-    Sigues sin recordar... una lástima, yo no te he podido olvidar en cuatro largos meses, desde que mataste a una persona importante para mí.
-    ¡Tú...! – exclamó agrandando los ojos recordándolo.
-    ¡Oh! Veo que ya recuerdas... entonces escucha esto, ¡Nadie me da la espalda cuando le hablo! Y ahora...
-    ¡Detenté! – Loren giró su montura y escuchó la amarga carcajada de aquel lunático.
Disparé, no me lo pensé más veces y disparé contra aquel elfo que huía de mí como él había hecho con Elgach. Cayó del caballo con fuerza contra el suelo, me acerqué para observarle. Sus ojos seguían abiertos pero miraban sin ver, perdidos. Espoleé a mi caballo y puse rumbo a mi casa.

Ya estaba en la cama, mirando al techo como tantas noches desde que Elgach se fue. Dormir en la misma cama donde dormíamos y nos amábamos, a ratos me ayudaba y a ratos solo me hacía desear acabar con todo. Me levanté y fui al despacho, allí era donde tenía los licores y esa noche los necesitaba. Acababa de matar a Loren, el elfo que mató a Elgach, me sentía bien, no tenía ninguna clase de remordimiento en mi cuerpo. Al fin me sentía en paz.

Ya todo se acabó, ese pensamiento pasó por mi mente viendo el líquido ámbar caer al vaso. Suspiré era verdad, ya nada me retenía, había estado estos últimos meses buscando la venganza, ahora, todo estaba hecho. El abogado de Elgach tenía plenos poderes sobre todo, el dinero, la casa, las asociaciones... Si Elgach había confiado en él, también yo confiaría. Ahora solo tenía que escribir la nota en la que le legaría todo oficialmente. Me senté detrás del escritorio y escribí la nota dejándola a la vista, para que cuando entrase allí la viera sin tener que buscar demasiado.

Cerré los ojos y recordé lo que había vivido en aquella casa, Elgach me había recogido de la calle. Me había llevado a su casa y me había enseñado a ser su ayuda de cámara y elfo de confianza. Luego... luego todo había sido distinto. Me levanté de la silla y salí a la parte trasera de la casa, allí estaba el pequeño mausoleo, donde él estaba enterrado. Me senté junto a su lápida, a su lado, apoyando mi espalda en la fría piedra, miré a mi derecha, él estaba allí abajo, tan cerca y a la vez tan lejos.

Cerré los ojos, metí la mano entre mi espalda y la lápida, y saqué el arma que brilló bajo la luz de la luna. La sentía pesada y fría entre mis manos, unos momentos antes era mi mejor amiga, ahora era un objeto sin importancia. La agarré con fuerza con mi mano derecha y la subí hasta mi sien, sintiendo el frío cañón contra mi piel. Mis ojos se clavaron más allá de la verja que separaba los jardines de aquel camposanto, una silueta se acercaba, una silueta rodeada de una luz blanca.

Me quedé paralizado observándola, ¿Tanto había bebido? Atravesó la verja de metal y se paró justo en frente mío, su cara sonreía, Elgach me sonreía. Mis ojos se llenaron de lágrimas al volver a verlo.

-    Elgach, sé que te lo prometí, pero lo siento, debo fallarte. No puedo vivir sin sentirte a mi lado, sin verte todos los días – mi voz sonó ronca. Su cuerpo traslucido se agachó y una de sus manos se acercó a mi rostro.
-    Feliz Samhain amado mío... – desapareció ante mis ojos, sus palabras seguían resonando en mi mente.
-    Feliz Samhain Elgach...

Cerré los ojos y di el siguiente paso para reunirme de nuevo con Elgach, como había hecho un año antes en aquel baile de máscaras. Un paso que aquella vez nos separó al poco tiempo pero que esta vez sería para la eternidad...


Cuenta la leyenda que en las tierras más al norte del mundo élfico, existe un caserón en el que todas las noches de celebración del Samhain, unas siluetas recorren a sus anchas todo el viejo caserón y sus alrededores. Los vecinos dicen que son la pareja de amantes que se vio separada por el destino y que en esas fechas, los dos amantes regresan al lugar donde su amor nació, creció y murió...


Dos amantes separados en vida que se unieron en la muerte por siempre jamás.

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sábado, 16 de junio de 2012

Cat y Reina - Reina Negra

Nueva actualización ^^, esta vez os traigo un pequeño relato que les prometí a dos amigas en un viaje donde nos reunimos varias amigas de "toda España".

Este relato se podría definir como un Fan-fic de la historia original de Ban que está creando poco a poco y con nosotras (unas cuantas amigas) como protagonistas... En el relato aparecemos yo misma XD, Kattra (la tra chica a la que prometí el relato), mi mascota Mufasa (un dogo alemá jaja) y dos hombrecitos que darán que hablar en la historia original *O*.

Espero que os guste y que os de curiosidad por esta historia y así obligar a Ban a que escriba jajajja

 CAT Y REINA


Sabía que no tenía que mirar, se lo debía a ella pero...

Reina como cada día desde que llegaron a la nueva ciudad donde habían establecido su nueva base, vigilaba la docena de monitores que vigilaban cada una de las zonas del edificio que podían ser vulnerables frente a un ataque. Pero había una pantalla que solo ella y dos personas más sabían de su existencia.

En este monitor aparecía una habitación absolutamente sellada, encerrando en su interior a un hombre. Reina siempre lo vigilaba, sin descanso, a pesar de que ella misma hubiera diseñado aquella habitación y sabiendo que era imposible que huyera. Aquel hombre estaba allí encerrado porque se lo merecía, debía vigilarlo a cada momento, un hombre como aquel era peligroso, y si de ella dependía que no pudiera escapar, por los Dioses que no lo iba a hacer.

Cada vez que alguna de sus compañeras entraba en su santuario, Reina desconectaba esa pantalla y ponía algún anime para disimular y que no se descubriera a su “invitado”. Un “invitado” que ni ellas mismas sabían si era bienvenido o no... y sobre todo, un “invitado” que ahora mismo estaba desnudo.

Reina conocía la importancia de la intimidad, ella misma era muy celosa de la suya, así que había instalado un cuarto de baño accesorio con una sola cámara que apuntaba al espejo. Así podría tener una imagen global, pero no intimidante y exhaustiva como en el resto de la celda. Solo conseguía ver lo que Cat hacía delante del espejo y poco más, pero él siempre se desnudaba delante del espejo, dejando a Reina embobada observándolo. Era como si él supiera que Reina siempre estaba observándolo y de esa forma la provocaba.

Cat era un hombre apuesto a pesar de tener la parte derecha de su abdomen marcado con una cicatriz, compensándolo con un intrincado tatuaje en su brazo izquierdo. Su pelo largo en ese momento ocultaba sus facciones, haciendo su aspecto peligroso y severo, recordándole a Reina lo que realmente se escondía debajo de tanta belleza. Su sensual boca estaba seria, formando una línea dura. En los cien años que llevaba encerrado por ella, solo lo había visto sonreír de verdad en dos ocasiones.

Una había sido la primera vez que había visto  a Kattra, su mirada y su cuerpo se relajaron por completo, dejando ver la otra cara de aquel temible guerrero, mostrando la parte desconocida de su ser. La otra había sido con ella misma, de vez en cuando se comunicaba con él, conocía lo que es la soledad, y le gustaba, pero comprendía que la soledad impuesta y la que perdura en el tiempo, lleva al ser humano a enloquecer. Por eso Reina le hablaba de vez en cuando contándole cualquier cosa que se le ocurriera, como el día en el que sonrió por segunda vez. Le relató una de sus salidas a patrullar con Kattra. 

-    Buenas tardes...
-    Vaya, hoy parece que la que vas a morder eres tú en vez de yo.
-    No sé por qué abro el micro hoy. La verdad es que tienes razón, hoy la que aullará a la luna seré yo, eso sí en mi caso no habrá pulgas.
-    No, las malas pulgas ya las tienes siendo “humana” – Cat hizo el gesto de las comillas mirando a la cámara.
-    Jaja, touché. ¿Quieres que te cuente una historia? – Cat estaba tirado en el sofá de piel que Reina le había concedido para que estuviera cómodo allí dentro.
-    Adelante su majestad... – Cat cerró los ojos como siempre hacía, esperando la historia y poder imaginársela con más detalles.
-    Esta mañana Kattra quiso patrullar...

***

-    Pero no es lógico salir a estas horas a patrullar.
-    Yo no te he pedido que me acompañes. Puedes regresar con tus ordenadores y esos cacharros.
-    No los llames así – la miré fijamente.
-    Perdona.
-    Perdonada quedas. Ahora, ¿me vas a contar por qué estamos a las siete de la mañana patrullando?
-    No podía dormir.
-    Y tuviste que llamarme a mí, a la que mejor duerme de todo el cuartel... ¿Sabes que me acosté sobre las tres de la mañana?
-    Lo siento, pero no quería molestar a Ban...Tiene mucho de lo que preocuparse.
-    Siendo así te acepto las disculpas – me estiré absorbiendo la mañana -. Bueno ya que estamos aquí tocará disfrutar del día y el frescor de la mañana.
-    No creo que treinta grados se considere “frescor”.
-    Estate en una habitación llena de ordenadores y luego me dices si esto es frescor o no.

Continuamos andando por las calles solitarias de la ciudad, yo seguía pensando en mi cama y en lo bien que estaba en ella hasta que Kattra me sacara del paraíso. Intuía que algo le ocurría, pero sabía mejor que nadie que a Kattra se le debía dar espacio para que ella sola contara sus sentimientos y acabara pidiendo ayuda, si es que lo hacía. Y este día no iba a decirme nada, solo quería pelea.

-    Anoche recibí una llamada de uno de nuestros contactos en la ciudad, advirtiéndome de que un grupo de vampis andaba revoloteando por los clubes de la ciudad.
-    Pues has elegido una hora equivocada para ir a por ellos. El sol ya deslumbra – era cierto, apenas podía librarme del resplandor ofensivo en mis ojos claros con las gafas de sol que llevaba.
-    Lo sé, pero si hay vampis sueltos, tendremos sirvientes. No podremos matarlos, pero sí darles un aviso.
-    Un PEQUEÑO aviso – hice énfasis en la palabra pequeño.
-    También lo sé.
-    Solo te lo record...
-    ¿qué ocurre? – Kattra me miró alerta.
-    Por aquí...

Eché a correr por un callejón que nos quedaba cerca de donde nos encontrábamos. Mi cuerpo acababa de percibir una fuerte sensación, que me impulsaba a descubrir de donde salía. No sabía lo que era pero necesitaba saber qué era lo que me provocaba aquel “malestar” repentino. Kattra me seguía muy de cerca, por algo es la que mejor forma tiene del grupo. La sensación en mi pecho aumentaba a medida que nos acercábamos al final del oscuro callejón y nos abríamos paso hacia uno de los parques de la ciudad.

Nada más entrar en el claro localicé la fuente que me enviaba aquella señal que ahora era prácticamente insoportable, la señal que aguijoneaba mi pecho...

Mi cuerpo quedó clavado en el suelo al distinguir la figura de un hombre agazapado sobre una mancha oscura. No logré atisbar nada más ya que un gran impacto me derribó. Kattra no había visto que me detenía a tiempo y me arroyo.

-    Mierd... – conseguí articular antes de caer al suelo de bruces.

La silueta nos miró y logré apreciar un destello de unos ojos color miel que se clavaron en los míos, dejándome atrapada en ellos. Pestañeé y... desaparecieron...

***

-    Cuando conseguimos levantarnos y deshacernos del nudo que nos convertimos en el suelo, nos acercamos a ver qué era lo que estaba agazapado en el suelo. Resultó ser Mufasa. ¿Cat? – él seguía tumbado con los ojos cerrados, pero su boca mostraba una sonrisa.
-    Jajaja, lo siento, pero me hubiera encantado haberos visto.
-    Aún me duele el cuerpo, Kattra es muy... dura – sonreí, observándolo a él y recordando cómo tuvimos que levantarnos del suelo -. Deberías hacerlo más a menudo.
-    ¿El qué? – me preguntó abriendo los ojos.
-    Sonreir...

Nos quedamos mirándonos a través de la pantalla del monitor, poco después me despedí de él hasta otro día en el que hablaríamos.

Después de escuchar esa carcajada sincera, Reina no fue capaz de seguir tratándolo con indiferencia, sabía que era peligroso, pero sentía que ero no era todo lo que su interior escondía.

Regresando al presente y observándolo en el baño completamente desnudo, Reina apreció la cantidad de señales que su cuerpo recogía. Unas cicatrices que no solo estaban en la superficie, marcando su piel, sino cicatrices que se hundían en el alma, marcándola.

Cat se observaba en el espejo, dejando solo a la vista uno de sus penetrantes ojos azul cobalto. Sentía que Reina lo observaba y sabía que era capaz de entenderle. Sus labios se movieron despacio, su mirada se mantuvo firme mirando al espejo, hasta que acabó cerrándolo al terminar de mover sus labios.

Reina suspiró, llorando un poco por él y por ella misma, sabía lo que Cat sentía y le había dicho en una súplica silenciosa. Apago la pantalla, dejándolo solo en persona, pero no en pensamiento ya que ella estaría pensando en las palabras no pronunciadas por los labios de Cat durante mucho tiempo.

-    Sé que me estás viendo... la necesito, necesito sentirla...

sábado, 9 de junio de 2012

Por un nuevo día - Reina Negra


Aquí regreso de nuevo ^^, esta vez con una carta que escribí para un concurso que se celebró en donde estoy cursando mis estudios. Era una carta para el día de San Valentín, podía tratar de cualquier tipo de amor y yo elegí lo que leeréis a continuación...

Espero que os guste!!

 Por un nuevo día
Hola,

¿Cuántas veces nos habremos dicho esa simple palabra? Muchísimas, pero cada una de ellas fue distinta.

La primera vez que nos vimos, fue un «hola» tímido y casi inseguro, después de nuestro primer beso, el «hola» fue soñado, y el «hola» de cuando terminamos de conocernos fue ilusionado por lo que acababa de empezar.

Nunca creí que sentimientos tan difusos como el amor podrían hacer tan feliz a alguien. A tu lado he conseguido lo que ya daba por perdido, lo encontré en ti. He pensando cómo comenzó todo; los recuerdos con mis primeros sentimientos han pasado por mi mente en múltiples ocasiones, con la primera vez que me alzaste y me apretaste contra tu pecho, abrazándome con ardor y frenesí; con el primer beso, tan dulce y apasionado que me dejó huella durante toda la noche... aún consigue arrancarme una sonrisa. Si te soy sincera, cuando nos conocimos pensé que no llegarías a ser más que un gran amigo, y ya ves hasta dónde has llegado. Derrumbaste la puerta que cerraba mi corazón y lo conquistaste.

Recuerdo perfectamente las palabras que me dijiste cuando te sugerí que siguieras con tu vida y termináramos. 

“Si quieres que me vaya de tu lado no lo vas a conseguir. Te elegí a ti por encima de cualquier otra mujer, tú me aceptaste... ahora deberás seguir aceptando a este tonto enamorado”. 

Aquella noche, después de que te marcharas, no pude evitar llorar, las culpables de ello, tus palabras y lo que ellas conllevaban. En estos momentos, pienso en aquel día y me alegro que seas tan cabezota. Los meses que pasamos después de aquello siempre estarán en mi memoria, como un bello recuerdo.

Al principio de nuestra relación, todos mis amigos me decían que eras un mujeriego, que no eras de una sola mujer. Yo creo que eras así porque estabas esperándome, como yo te esperaba a ti. Supe que tenía razón cuando fui yo quien inició aquel beso, y entonces me di cuenta de tu reacción. ¿Quieres saber que pensé y nunca te dije? “Y este es el gran Don Juan, un beso y no sabe qué hacer”. Unos segundos más tarde rebatiste ese pensamiento, devolviéndome el beso.

Pero también hemos tenido momentos tensos y malos en nuestro día a día, instantes en los que ambos hemos sufrido y dañado al otro.  Sin embargo, ahora hemos conseguido superar cualquier adversidad, madurar juntos y fortalecer nuestra relación.

Podría seguir contando buenos momentos de nuestros días juntos, pero creo que continuar fomentando tu ego no sería bueno para el mundo...

Ya sabes que eres lo más importante para mí, que apareciste en uno de los momentos más difíciles de mi vida, conseguiste que volviera a sonreír y disfrutar de cada rayo de sol que robábamos.

Por eso te escribo esta carta, para que siempre recuerdes que mi amor por ti será eterno... 

Siempre tuya, como tú eres mío...

PD: ¡¡Te veo en nuestra BODA!!
PD2: Te amé, te amo y te amaré...

domingo, 3 de junio de 2012

Twitter y Google+

Aquí de nuevo reportándo noticias ^^... esta vez es sobre la red socal que está de moda y todo el mundo habla, Twitter. Y también en Google+.

Dije que no me iba a meter en este mundo, pero al final aquí estoy, con una cuenta de Twitter y de Google+ (esta ya es más "vieja" jaj) donde informaré de las nuevas noticias de mis blog´s y foro, aunque al no poder tener opción de crear más cuentas tipo página como en el Facebook, la cuenta es la "personal" ^^u...

Aquí os dejaré el link para que l@s twitteros podáis seguirme y así estar informad@s *O* (clicar en el pajarito jajaj)

Y en Google+


Os espero por allí!!!