domingo, 3 de marzo de 2013

Acorralado - Nishta

Nueva actualización, de nuevo bajo el nombre de Nishta ^^. Esta vez es un Fan-Fic sobre un comic llamado Lymbus, del Himitsu Studio, cuyas dibujantes son Lehanan y Tabe-Chan.

Este relato surgió a partir de una imagen que hicieron y nada más verla me llamó para hacerle un breve relato, y como se lo prometí a las autoras... aquí lo tenéis...

Espero que os guste este ligero y breve relato!!! ;)

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Lo tenía contra la pared, ensangrentado por las numerosas heridas que su espada había creado. El estado de Miuler era el mismo, sentía la sangre correr por su cuerpo y empapar la oscura ropa que siempre llevaba. Sus respiraciones eran acompasadas, sabía que aquella era su oportunidad para acabar con todos los años que había perseguido a aquel insufrible de pelo blanco.

Eythan tenía su cuerpo apoyado en el sólido muro, intentando por todos los medios no caer al suelo sin fuerzas. Maldijo de nuevo su estupidez, Miuler había aprovechado su pequeño despiste y le había cortado en el pecho, sorprendiéndole, haciendo que  su enemigo tuviera la oportunidad de acorralarlo y tenerlo a su merced.

-    Creo que aquí se acaba tu sufrimiento – Miuler se acercaba con su espada lista para cargar.
-    Sí, al fin dejaré de ver tu asqueroso rostro.

Eythan no pensaba dejar que Miuler viera la tensión y el miedo que aquella situación le estaban generando. Logró erguirse en toda su estatura, aguantando la respiración al sentir el escozor que le producían las heridas al rozarse contra su destrozada ropa.

-    Siempre tan optimista. - Miuler elevó la espada hasta que el frío acero acarició la frágil piel de la garganta de Eythan - Al fin te tengo donde siempre he querido. Derrotado, y pendiente de mi espada – continuó Miuler.
-    Nunca debes dar por sentado algo hasta que lo consigues.

Nada más terminar esa frase, Eythan lanzó uno de sus puños contra el duro estómago de Miuler, provocando que se doblara sobre su abdomen y cortara, con ese gesto, la blanca garganta de Eythan, donde reposaba su afilada espada.

El gruñido de dolor de Eythan quedó oculto por sus lentas pero seguras pisadas. Sabía que tenía que salir de aquel descampado, alejarse de su enemigo. Pero con sus fuerzas menguadas, no podía huir sin que Miuler lo capturara sin esforzarse. Y Miuler lo sabía, veía el cuerpo tambaleante de Eythan alejarse de él, no desaprovecharía aquella ocasión para terminar aquello.

Miuler, enfurecido por aquel golpe que lo pilló desprevenido, se levantó y corrió hacia él, atrapándolo por la camisa, la cual se desgarró casi al instante. Eythan se volvió para enfrentarlo, sacando sus últimas fuerzas, mirándolo a sus rojos ojos. Sin poder reaccionar, se vio lanzado de nuevo contra la pared. Sintió cómo los ladrillos se quebraban por su impacto, desprendiendo pequeño pedazos y polvo a su alrededor. Miuler se tiró contra él, sujetándolo otra vez con fuerza contra la pared por el cuello.

-    Si lo que querías era verme desnudo… estás perdiendo la delicadeza – Eythan quería picarlo, necesitaba distraerlo, ocultar el temor que sentía por que todo acabara en ese momento. Sentía la mano de Miuler apretando con fuerza, firme contra su garganta.

Miuler apretó más, notaba el fuerte latido de Eythan contra su palma, y sus ojos violetas mirándolo, esperando e intentando adivinar sus movimientos. Miuler no era consciente de nada más allá de aquel  latido apremiante contra su palma, esos ojos que no querían mostrar nada, pero que a la vez lo decían todo, gritaban de miedo. Eythan sujetó el brazo que tan fuerte lo retenía, Miuler sonrió, parecía haber vuelto en sí con ese simple contacto.

-    No era la idea inicial, pero me has dado una excelente manera de hacer que esto sea más entretenido.

Eythan no entendió a qué se refería, escuchó cómo soltaba su espada y esta chocaba contra el suelo con un sonido que retumbó en aquel solitario lugar. No sabía lo que iba a ocurrir, hasta que sintió la mano de Miuler sujetar con fuerza su miembro, apretándolo hasta causarle dolor. Un dolor que lo hizo jadear, un dolor entremezclado con la primera punzada de placer.

-    Voy a empezar a pensar que el que quería estar desnudo eras tú, mi querido Eythan.

Miuler se acercó aún más sin apartar la mano de su cuello, evitando así, que Eythan pudiera moverse y saber con exactitud lo que Miuler iba a hacer. Miuler observó la mancha escarlata que teñía el cuello de Eythan, justo donde el filo de su espada lo había cortado anteriormente.

Lo lamió, tomando así el hilo de sangre que le recorría el cuello. Sus ojos se volvieron a encontrar, Eythan estaba desconcertado, sus mano seguían apretando el brazo que lo retenía contra la pared, intentando así conseguir algo de control en aquella situación.

La mano que Miuler mantenía en su miembro comenzó a acariciarlo suavemente por encima de la áspera tela del vaquero. Eythan no quería que aquello lo excitara, cerró sus ojos con fuerza, quería aislarse de aquella mano que le tocaba tan íntimamente y que tan bien parecía conocerlo, haciendo movimientos que no hacían más que romperlo por dentro.

-    Pobre chico, tu cuerpo te traiciona... ¿no es así? – Miuler estaba disfrutando de aquello, verle a su disposición estaba espesando su sangre, provocándole como él provocaba a Eythan, sintiendo su miembro crecer y apretar contra sus pantalones.

Aprovechando la sujeción, Miuler tiró a Eythan contra el suelo, haciendo que quedara a sus pies, débil como estaba, a Miuler no le costó ningún esfuerzo conseguirlo. Una vez que lo tuvo donde realmente quería, enredó sus dedos en el blanco cabello de Eythan, obligándolo a mirarle a la cara, dejándolo ver así lo que le esperaba.

-    Eres un bastardo – escupió desde el suelo.
-    Seré un bastardo, pero tú serás mi puta – dijo Miuler al tirarle del pelo con fuerza. Con la mano que le quedaba libre se liberó de sus pantalones, dejando al descubierto su incipiente erección.

Eythan lo observó, ya habían estado en aquella situación alguna vez, siempre Miuler acaba por tenerle a su disposición y su maldito cuerpo reaccionaba a él de la forma menos deseada. Miuler acababa teniéndolo por entero y él se sentía despreciable, pero era algo que nunca consiguió evitar ni huir de ello. Sintiendo la mano que le sujetaba tensa contra su nuca, Eythan apoyó sus manos contra las piernas de Miuler, intentando evitar que aquello acabara como siempre, con Eythan jadeando por las caricias de Miuler y éste, disfrutando al verlo rendido ante él.

-    Suéltame, mátame de una vez y acaba con esto – Eythan lo miró con furia.
-    ¿Eso es lo que quieres por seguir conservando tu honor y no suplicarme que te folle? – Miuler sonrió al ver agrandarse los ojos de Eythan, dándole la razón.

Con la mano que le quedaba libre Miuler agarró su miembro y acercó la boca de Eythan hacia él, obligándolo a la que abriera y lo aceptara. Miuler sintió la primera reacción de su cuerpo al sentir la calidez de del interior de la boca de Eythan. Algo dentro de él se rompió, pugnando por salir y tomar el control. Eythan lo sentía duro, entrando y saliendo de su boca, sin mirar siquiera si podía respirar o no, solamente podía mantenerse donde estaba y rezar para que aquello acabara pronto.


El primer roce de su caliente boca hizo que algo dentro de él empezara a derrumbarse, odiaba esa sensación, se odiaba a sí mismo por ello. Eythan cerró los ojos, solo podía centrarse en mantener la respiración y dejar que Miuler hiciera lo que él quisiera. No quería que aquello lo exitara, pero un instinto oculto lo mantenía en el borde de la locura entre el deseo y la negación.

Miuler continuaba sujetando la cabeza de Eythan con fuerza, haciendo que lo chupara al ritmo que él quería. Tenía sus blancos cabellos enredados entre sus dedos, sujetados con fuerza. Verle y sentirle seguía despertando cosas que no quería que lo dominasen, no quería dejar salir esa parte oculta de él que tanto odiaba y lo hacía débil.

-    No saldrás… esta vez no te meterás en medio.

Eythan al escucharlo hablar abrió los ojos y observó a Miuler, sentía sus manos temblar contra su cabeza y el ritmo con el que lo movía se había vuelto errático. Sin esperarlo, Miuler lo empujó, alejándolo de él.
Perdiendo el equilibrio, Miuler cayó de rodillas, sujetándose la cabeza con las dos manos. Eythan lo miró sorprendido al no saber qué le estaba pasando.

-    Vete… vete de aquí.

Eythan se encontraba tirado en el suelo, mirándolo sorprendido, en su voz se notaba como si estuviera apretando los dientes, luchando contra sí mismo.

-    Mi… Miuler… ¿Eres tú de verdad? – Eythan lo miraba desde lejos, esperando cualquier movimiento inesperado del otro.
-    ¡He dicho que te vayas!

Miule levantó la cara de entre sus manos, continuaba en el suelo de rodillas, doblado sobre sí mismo. Eythan se quedó sorprendido al ver el cambio que sus ojos habían experimentado, ya no lo miraban con la ira y la crueldad de cuando lo tenían sujeto. Sin darse cuenta de lo que hacía, Eythan se vio levantándose e ir hacia donde se encontraba Miuler arrodillado.

-    ¿Eres tú? – preguntó a la vez que se arrodillaba a su lado.

Miuler le observó ponerse de rodillas a su lado, quedando a la misma altura, mirándose a los ojos. Su interior se peleaba, luchaba consigo mismo, por ganar una batalla que nunca quedaba clara quién era el vencedor. Pero esa lucha se paralizó y quedó vencida por su verdadero ser, cuando la mano de Eythan acarició una de sus mejillas.

-    No te vayas todavía.

Miuler se partió por dentro al escuchar aquella petición. Se quedó mirando a Eythan a los ojos, aquellos ojos violetas siempre lo habían cautivado, no por su extraño color, sino por lo que por sí solos decían. Como en aquel momento que le decían que se sentía confundido.

Sujetándole la mano que tenía apoyada contra su mejilla, se acercó a él hasta que sus labios se rozaron. Miuler saboreó el contacto, los suaves labios que tantas emociones despertaban en su interior. Sintió cómo Eythan se tensaba ante el contacto de sus labios, pero no tuvo que esperar mucho hasta sentir la lengua de Eythan buscando traspasar sus labios para que sus lenguas se encontrasen.

Mientras sus bocas luchaban por encontrarse y devorarse, sentirse la una a la otra, Miuler terminó de quitarle la camisa destrozada a Eythan, despojándolo de ella. Sus manos acariciaron los fuertes y definidos músculos de su torso, sintiendo cómo se contraían bajo sus palmas. Suspirando, Eythan rompió el beso a la vez que metía las manos por el bajo de la oscura camisa de Miuler, para deshacerse de ella como Miuler había hecho con la suya.

Ambos estaban en igualdad de condiciones, sus cuerpos estaban descubiertos de cintura para arriba, dejando ver las heridas y la sangre que emanaba de ellas, de la lucha que anteriormente los tenía enfrascado. Miuler lo observó, sintiendo lástima por dentro al ver lo que las circunstancias les habían obligado a convertirse y hacerse daño mutuamente.

Sujetando a Eythan por la cintura, Miuler bajó su cabeza hasta el pecho de Eythan, primero besándolo para luego lamer su blanca piel. Sintió las manos de Eythan enredarse entre sus cabellos, apretándolo contra su cuerpo. Valentonado por esa muestra de que aquello le estaba gustando, Miuler utilizó la sujeción que tenía en la cintura de Eythan para tumbarlo en el suelo, cubriendo con su cuerpo el de Eythan, quedando encima de él.

Continuó con la caricia de su lengua por el pecho de Eythan hasta alcanzar uno de sus pezones y rodearlo con la lengua, dejando un rastro con su saliva que sopló seguidamente, provocando un estremecimiento en el cuerpo su amante.

-    Miuler… - Ese susurro fue como el mejor manjar que podía regalarle.

Mordió delicadamente el pezón y continuó su descenso, besando su firme estómago, acariciando con la lengua el ombligo de Eythan, provocando que éste se revolviera de placer bajo su cuerpo. Las manos iban por delante de su boca, llegando a los pantalones de Eythan empezando a desabrocharlos para dejarlo libre de ellos.

Sus manos expertas pronto consiguieron liberar la apretada erección que había sentido antes por encima de los vaqueros. Admirándolo, siguió descendiendo hasta sus caderas, donde lo besó, pero sin llegar a la sensible piel que ardía por sus caricias. Miuler sonrió contra el cuerpo de Eythan al sentir cómo sus caderas se elevaban para que lo atendiera como él necesitaba, pero continuó hasta liberarlo completamente de los pantalones. Sus besos ahora iban desde sus muslos hasta su entrepierna, Eythan ya no lo tenía sujeto por el pelo, sino que sus manos estaban contra el suelo, arañándolo.

Miuler agarró su miembro con las manos, sintiendo la suavidad exterior contrastando con la dureza interior, que lo erguía contra el cielo. Eythan abrió los ojos que tenía cerrados, disfutando de sus caricias. En el momento en que sus miradas se encontraron, Miuler lamió la punta sonrosada de su pene.

-    Dios… - dijo Eythan entre un susurro y un gruñido.
-    Todo lo contrario. El diablo mas bien.

Miuler se introdujo su miembro en la boca, acariciándolo con la lengua al tiempo que subía y bajaba por toda su longitud, succionándolo y acariciando sus testículos con una de sus manos. Eythan se movía, buscando sus caricias, buscando esa suave boca que lo estaba llevando demasiado rápido al límite. Miuler continuó con sus atenciones llevándolos a ambos al punto sin retorno.

Con la mano que tenía libre buscó su trasero, preparándolo para él, necesitaba enterrarse en su cuerpo y sentir cómo lo aprisionaba con sus músculos. Eythan notaba los dedos de Miuler entrar en él, dilatándolo para su invasión. La combinación entre su complaciente boca y sus exploradores dedos, lo tenía en el mismo borde del precipicio.

La lengua de Miuler lo lamió por última vez antes de retirarse e incorporarse sobre sus rodillas. Eythan se encontraba  en el suelo, completamente desnudo, excitado y sonrojado por sus caricias. Con manos temblorosas, Miuler se sujetó su miembro, estaba tan duro que dolía, tenía que terminar con aquel deseo salvaje que lo estaba consumiendo.

Se acercó a Eythan con su pene entre las manos y sin necesidad de hacer nada más, Eythan se acercó a él, levantando sus caderas, dejándole así, mejor acceso a su interior. Miuler no esperó a que cambiara de idea, sin necesidad de nada más, sujetó a Eythan por la cadera y con la mano guió su miembro hacia el interior de Eythan

Gruñendo, Miuler intentó ir despacio, dejando que el cuerpo de Eythan se acostumbrara a él, pero le fue imposible al sentir las piernas de Eythan enredarse en sus caderas y empujarlo contra él apremiándolo. Ante esa provocación, Miuler entró en él de una sola estocada, quedando totalmente hundido en su interior, con sus cuerpos unidos completamente.

La cabeza de Eythan cayó para atrás, dejando escapar un grito de placer, que resonó en el lugar, aprovechando la garganta expuesta por ese movimiento, Miuler lo besó en ella a la vez que comenzaba a moverse. Sus caderas empezaron a realizar el baile más antiguo del mundo. Su miembro entraba y salía del cuerpo de Eythan, arrancándoles suspiros de placer a ambos, dejándolos locos, sin pensar en nada más que en la unión y caricias de sus cuerpos. Los cálidos labios de Miuler continuaban besando el cuerpo de Eythan saboreando el salado sudor.

Ninguno de los dos quería que aquello acabara, sus cuerpos chocaban sin cesar, dejando un sonido sordo en aquel solitario claro. Eythan sujetaba a Miuler con sus piernas y sus manos, que acariciaban su espalda, junto con pequeños arañazos cuando el cuerpo de Eythan temblaba de placer.

Eythan se sentía arder por dentro, soltando el cuerpo de Miuler, empezó a acariciar su propio pene, subiendo y bajando, busando acabar con la tortura previa a la liberación final. Abrió los ojos y se encontró con la intensa mirada de Miuler, sintiendo cómo su mano era envuelta por la de él, ayudándolo a llegar al placer máximo.
-    Me…. Voy…. A correr…

Ante aquellas palabras Miuler aumentó el ritmo de sus caderas y de la mano que envolvía el duro miembro de Eythan. Ya no tenía nada más en mente que llevar a Eythan al éxtasis y liberarse él también. Los dos se miraban fijamente, jadeando sin encontrar aire suficiente, sus cuerpos se veían perlados por el sudor que se entremezclaba con la sangre que aún quedaba en su piel en sus cuerpos.

Eythan fue el primero en correrse, soltando un gutural y fuerte sonido que recordaba más al sonido de un animal que al de un ser humano. Miuler vio como se vaciaba contra su propio pecho, impulsado por sus manos unidas. Lo sintió estremecerse contra su miembro, aprisionándolo, volviéndolo loco de placer mientras entraba con fuerza en él, implorando su propio orgasmo.

No tardó demasiado en unirse a Eythan, con dos embestidas fuertes Miuler se vació en su interior, rasgando la tierra al lado de la cabeza de Eythan, evitando tocarlo para no hacerle más heridas. Con un último estremecimiento, salió de él, quedando de rodillas, sentado sobre sus talones, con la respiración entrecortada por lo sucedido.

El cuerpo de Eythan estaba estirado delante suyo, veía su pecho subir y bajar lentamente. Lo observó, anhelando seguir a su lado, volver a estar unido a él, pero en cambio, se abrochó los pantalones, recogió su camisa y se levantó, con la mirada buscó su espada abandonada y olvidada lejos de ellos. Volvió su mirada hacia Eythan, quien lo miraba ahora sentado y aún desnudo.

-    Vete y no vuelvas a acercarte a mí – le dijo Miuler.

Sin esperar a nada más, Miuler salió del claro, alejándose de él y de sus sentimientos encontrados. Esperaba que por su propio bien le hiciera caso y no lo volviera a ver, aunque ese hecho le partiera por dentro.