miércoles, 30 de mayo de 2012

Cirdán - Antlia & Nishta

Aquí regreso una semana después con un relato que en su día me hizo muchísima ilusión crearle. En él podréis conocer a uno de los personajes que mi amiga Antlia creó hace año y que yo intentaré que retome JOJO!....
Esta fue nuestra primera colaboración en la historia de Áldemir y Cirdán, ahora estamos en parón con ellos, pero yo espero que pronto podamos seguir con ellos y seguir con aquella idea que tuvimos al empezar este proyecto *O*... 

Si os gusta este pequeño relato os enseñaré más sobre ellos y su historia, y obligaré a Ant a que siga con ellos MUAHAHA!!!! XD, por favor que os guste!!!!! jajajaj

El relato surgió de un dibujo que Antlia hizo sobre Cirdán (ya que ella los dibuja además de crear su historia, y cómo los dibuja *¬* XD) y me retó a que escribiera algo sobre ese dibujo y el resultado es el que os muestro ahora mismo...

Espero que disfrutéis!!!


Pensamientos

Yo no puedo ser como todo el mundo quiere, de verdad que lo intento, pero mi naturaleza gana a mi racionalidad cuando la sangre me ciega.

¿Por qué nadie parece entenderme? No es tan difícil de imaginar lo que la sangre y la furia son capaces de hacer en mí. Mi madre se siente avergonzada en ocasiones por mi culpa, ya nos hemos mudado muchas veces, siempre que todo está yendo bien me ocurre algo que provoca que mi parte mala salga a la luz haciendo que todo lo que mi madre y yo hemos conseguido en meses o años lo estropee en segundos.

Ahora ha aparecido Áldemir Valls en mi vida, y está destinado a matarme si cometo un fallo. No se lleva bien con mi madre, pero a mí me cae bien salvo cuando quiere castigarme usando mi cuerpo, aunque creo que es más que no me gusta cómo lo hace si no el qué me hace.

Mi cuerpo despierta con sus caricias y actos, Áldemir me toca y mi ser se enciende. No sé qué me pasa, tampoco soy un bebé, sé lo que es el deseo y el cariño que en una persona puede crearse, pero no entiendo mi reacción. Él es mi enemigo, no mi amigo, está a mi lado para vigilarme y matarme si fallo, no para hacerme sentir seguro y feliz en su compañía.

¿Qué debo hacer?...

¿Luchar contra lo que mi cuerpo ansía o negarme a seguir ese deseo? ¿Acabar con todo de una vez huyendo de todo y así no hacer más daño a la gente que quiero?

Solo tengo dieciséis años, pero debo madurar a la fuerza, y odio eso. Todos me critican o atacan pero nadie piensa en mí y en mis sentimientos. Intento hablar lo que siento con los que me rodean pero algo dentro de mí me manda callar. Ya sea el miedo al rechazo o el saber que otra persona tendrá algo con lo que poder atacarme cuando llegue el momento.

Mi madre me quiere, lo sé, pero en determinados momentos pienso que yo he madurado mucho más que ella, y siempre a base de golpes. Aprecio su cariño y apoyo, aun sabiendo los problemas que puedo causarle ella sigue a mi lado, sin dejarme atrás y buscando lo mejor para mí. Pero eso no es suficiente cuando todo el que pasa a tu lado te mira con miedo y te repudia con una sola mirada. Es demasiado duro ver el desprecio en sus ojos y escuchar sus susurros. 

“Ahí está el mestizo”, “su madre ha tenido que mudarse varias veces por él”, “es un asesino”…

Yo no quiero hacerle daño a la gente, pero cuando mi vista se nubla no puedo evitar convertirme en lo que tanto odio, una bestia sin compasión por los demás.

Otra persona con la que podría hablar sería Áldemir pero ¿Cómo contarle a tu enemigo tus temores, tus puntos débiles? Sería un suicidio más que una salvación, pero cuando miro sus ojos violetas pienso ¿Y por qué no decírselo? Él puede entenderme, lleva toda la vida matando gente, vale gente que mata a más gente, pero a fin de cuentas es lo mismo. Pero en el último momento siempre me arrepiento y no digo nada.

Y sé que el quedarme todos mis problemas puede perjudicarme, pero no puedo dar esta llave tan importante para mí a cualquiera. 

Tendré que continuar solo en un mundo lleno de personas…


miércoles, 23 de mayo de 2012

Meme al mejor Blog

Bueno ayer me sorprendió estar nominada a este meme por parte de Emary del blog de Mundus Somnorum, y como una nominación es una nominaciçon aquí estoy contestando a este Meme XP



Consiste en:

"Teneis que poner un post en vuestro blog, decir quien os lo ha dado y contestar estas preguntas. Poner seis preguntas nuevas y darselos a todos los que quieras. No hay limite."

Mis respuestas:
- ¿Cuál es ese rincón especial en el que sueles leer? (parque, salón, junto a la ventana...)
 La verdad es que leo en cualquier lado ^^, no tengo problema para centrarme en la lectura. he llegado a leer hasta esperando a que mi madre comprara en la carnicería de mi pueblo, me enchufo mi Ipod y listo jajajja... Pero mis lugares especiales son en la tranquilidad de mi cama y... esto me da mucha vergüenza!!! >////< (Emaryte acordarás de esta pregunta ¬¬ ajjaaj) en el baño u.u... todo tiene su explicación, es el único rincón de mi casa donde me dejan tranquila jajajajja
Ahora me meteré debajo de la cama durante un siglo hasta que esto se olvide uuuuu.....XD

- ¿Qué es lo primero que te llama la atención de un libro? (Portada, sinopsis, autor, reseñas..)
Otro secreto jajaja, yo nunca leo ni sinopsis ni críticas sobre los libros. yo me compro los libros por lo que me dicen, es verlos y dependiendo de lo que el libro me transmita lo compro, podría ser por las portadas, pero os aseguro que tengo libros con portadas que ¬¬... jajaj

También tengo mis autoras predilectas que me compro todo lo que encuentro de ellas, dependiendo del precio que la economía está muy justa XP.

- ¿Tienes a alguien especial con quien compartir tus opiniones sobre todo lo que lees?
 Yo no soy muy dada a compartir mis opiniones sobre libros, ya que soy más rara que los garbanzos de a libra (como dice mi madre XD). Admito que tengo gustos no muy comunes y por eso no suelo comentar mucho sobre libros, siempre espero a que me pregunten por algún libro y si lo he leído ya me explayo jajaj.

Solamente con una amiga comento los libros más "libremente" porque solemos coincidir, pero porque me sé muy bien sus gustos y le aconsejo ^^.

- ¿Te han regalado alguna vez un libro que solo con verlo....te ha entrado ganas de tirarselo a la persona que te lo regaló? (Vamos que no te gustaba por "X" motivos)
Pueeees, haciendo memoriaaaaaaa... creo que nunca me han regalado un libro sin consultarmelo antes jajaja, las amigas que me han regalado alguno siempre me preguntan si tengo el libro, lo hacen porque como ellas dicen tengo un pequeño Fnac en el cuarto ^^u.
- Si ganaras un viaje a uno de los lugares que se mencionan en los libros que has leido en lo que llevamos de año...¿Qué lugar seria y a qué libro pertenece? 
Sin duda a Irlanda y Escocia!! es una de mis metas en esta vida, conocer esa zona, estoy obsesionada con todo lo relacionado a su cultura, paisajes y TODO!!, es más a mi tierruca la llamo mis pequeñas Highlands XD... Leí sobre estos lugares en el libro de El misterio del Norte de Ariadna McCallen.... (libro pendiente de reseña ^^u XD)
- ¿Crees que es igual leer un libro sin tener relación con el autor que teniendo relación directa con éste? (Ejemplo.- relación nula J.R. Ward en mi caso, relacion buena con C. Rosweel y Lena Valenti tambien en mi caso)

Pues en mi caso tengo relación con algunas autoras españolas, con unas muchísima más que con otras, y creo que sí que llega a importar, pero por suerte o por desgracia, yo soy bastante consecuente con lo que leo y veo, y suelo decir lo que opino.

Por ejemplo, yo me llevo muy bien con Ariadna McCallen, pero yo ya me enamoré de sus escritos antes de llevarme tan bien con ella. Si la autora es buena hay que reconocerlo aunque la "odies", si es buena lo es... también si es "mala" entre comillas porque ser buena o mala es muy muy relativo) hay que reconocerlo y si se puede ayudar a esa autora se la ayuda con comentarios constructivos no con críticas u ofensas hacia lo que ella hace con todo el amor del mundo...

Y paro aquí que me salgo del tema, que me envalo y no paro jajaja

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Sé que al inicio pone que nominemos a más gente para este Meme, pero yo aún soy muy pez en esto de los Blog´s y no conozco a nadie u.u... solo a Emary y otra chica que ya fue nominada por ella jaja, soy pobre en amigos blogueros *dando pena yo?? sí un poco jajaja*

Espero que os gusten mis respuestas ^^, me lo he pasado muy bien contestandolas jaja

lunes, 21 de mayo de 2012

Realidad o Ficción - Nishta

Después de muuuuuuucho tiempo subo algo ^^u, esta vez una historia sacada de una imagen que mi amiga Tses hizo y yo le propuse hacer un relato... son doce páginas sacadas de esta imagen y de conocer un poco la historia de los dos personajes que salen en ella Edward y Viktor. He de decir que lo que aquí relato no sigue la historia principal de los dos personajes, no deja de ser un Fic ^^. hace bastante que lo escribí y hoy saqué un ratillo para subirlo.

Vuelve a ser una historia con tintes yaoistas o homoeróticos, y algo larguita XD. La magen que me inspiró es la siguiente. Espero que disfrutéis leyéndolo...



REALIDAD O FICCIÓN

Aún estaba asimilando lo que había ocurrido en mi aldea y sobre todo lo que me deparaba en la vida a partir de ahora, cuando un ser extraño se apoderó de mí.

Mi aldea había sido asaltada por unas extrañas criaturas, salidas de la peor pesadilla de cualquier ser humano. Tenían grandes dientes y sus mandíbulas estaban desfiguradas, parecían más lobos que humanos, a pesar de andar  sobre dos piernas. Más tarde me enteré que se les llama licántropos, seres que con la luna llena dejan salir a la bestia que llevan en su interior, acabando con todo lo que se encuentran. Mi aldea había sido destruida por ellos, mi familia, gente a la que conocía, mi hogar.

Pero eso no había sido suficiente, también habían destruido mi vida, dejándome malherido transmitiéndome su maldición, dejándome solo en el mundo y con la carga de ser un monstruo sin conciencia al transformarse.

Había despertado con las primeras luces del amanecer, sin saber muy bien que ocurría a mi alrededor. Sabía que estaba en mi aldea, lo sabía por el olor, tan inconfundible para mí, pero esta vez estaba manchado por el olor metálico de la sangre y el acre olor del fuego. Abrí los ojos con miedo a ver lo que más temía, la destrucción total. Mi corazón lloró por lo que descubrí, cuerpos mutilados por todas partes, fuego, cenizas.

Me incorporé como pude del suelo, mi cuerpo también había sufrido las consecuencias del ataque, estaba cubierto de sangre y me dolían las costillas, sin embargo en mi cuerpo no existía ninguna herida que aclarase de donde había salido tanta sangre. Fui tambaleándome hasta la cabaña donde vivía con mi madre y mi hermana pequeña, no quería creer lo que mi mente ya sabía, estaban muertas, pero necesitaba verlas y saber que descansan en paz, sin necesidad de ver tanta destrucción.

La cabaña tenía la puerta de madera arrancada de sus gonces, dejando ver el caos de su interior. Eché a correr hacia allí, olvidándome de lo que me rodeaba, solamente quería reunirme con mi familia. Entré corriendo tropezándome con los muebles, que siempre mi madre mantenía limpios y ordenados en nuestro pequeño hogar. El ambiente estaba viciado, olía a humo y apenas se podía ver de la cantidad de porquería que bailaba con la ligera brisa.

- ¡Madre! – mi voz sonó ronca y rota - ¡Madre! ¡Rose!

No podía parar de llamarlas, mi necesidad de que ellas dos hubieran sobrevivido como yo bloqueaba cualquier pensamiento racional. La cocina estaba igual que la reducida sala, nada estaba en su sitio y un pequeño fuego ardía en lo que antes mi madre cocinaba. Salí de nuevo hacia la sala y corrí a las habitaciones de mi madre y hermana.

Llegué al umbral de la puerta de la habitación de mi madre, sabía que allí la encontraría, mi cuerpo se paralizó, sujetando con tanta fuerza el marco de la puerta que se resquebrajó bajo el agarre de mis dedos. Respirando profundamente saqué valor y entré en la habitación, y sin que mi instinto fallase, allí estaba su cuerpo sin vida. Me acerqué a ella, su mirada estaba fija en la puerta y una de sus manos se extendida hacía ésta, como si su último pensamiento hubiera sido para alguien que observaba desde la puerta. Su cuerpo estaba destrozado, quería apartar la vista de ella, pero necesitaba grabarme sus heridas para hacérselas a su asesino y que sufriera tanto como ella. Mis rodillas cedieron y caí arrodillado a su lado, llorando y mirando unos ojos que me miraban sin vida. Que me miraban... advirtiendo, mi mente reaccionó en ese momento, Rose, advertían a Rose.

- ¡Rose! – me levanté sin pensar en nada más que en mi hermana pequeña - ¡Rose!

Mis pies me llevaron hasta su pequeña habitación, allí no estaba. Todo estaba destrozado pero mi pequeña hermana no estaba allí, ¿Dónde estaba mi hermana?

- ¡¿Dónde estás!? – grité por desesperación.

No había más habitaciones en mi hogar, salvo mi habitación y que iba a hacer ella allí, salvo que…
  
- Vamos Edward, déjame estar aquí.
- ¿No tienes tú una habitación acaso? – le pregunté aguantando la risa por la cara con la que me había hablado. 
- Sí, sí tengo pero es que…
- Vale, entra. Aduéñate de mi habitación.

Rose entró corriendo y se sentó en el baúl que estaba a los pies de mi cama, siempre se sentaba allí observándome mientras dibujaba. Siempre le hacía rabiar, pero la verdad es que su presencia me relajaba y me hacia dibujar mejor. Muchas veces, cuando jugábamos en casa porque en la calle era imposible hacer nada por las tormentas, la entretenía jugando con ella al escondite y siempre se escondía en ese mismo baúl. Más de una vez le pregunté el por qué le gustaba tanto ese baúl, ella solo me contestaba.

- Era de papá.


El baúl, allí debía estar, corrí como un loco hacia mi habitación, el baúl estaba tirado contra la pared contraria a la cama.

- Rose, no…

Me acerqué con miedo hasta él, con cuidado lo coloqué correctamente y lo abrí. Rose estaba dentro, sus pequeñas manos estaban sujetas a su mantita, que no abandonaba en ningún momento. Mis ojos subieron por sus pequeños brazos cubiertos de suciedad y sangre, llegué a su hermoso rostro y sus claros ojos que me miraban.

- Mamá me dijo que jugáramos al escondite. ¿Lo he hecho bien? – su voz apenas era un susurro. 
- Oh Rose, claro que lo has hecho bien – le dije sonriendo y sacándola del baúl.
Nada más pasar mis manos por su diminuto cuerpo, supe que se me concedían esos segundos con mi hermana para decirle adiós. Sentí su sangre pegajosa y abundante sobre su vestido, mi corazón se partió y mis ojos lloraron por lo que había ocurrido.

- Esos hombres eran ma… - Rose no pudo acabar la frase, una fuerte tos le impidió seguir hablando.
- Tranquila Rose, no pasa nada esos hombres ya se fueron – le dije, mientras le limpiaba el ligero hilo de sangre que escaba de sus labios.
- ¿Mamá se enfadará?
- ¿Por qué iba a enfadarse?
- Han ensuciado la casa. A mamá no le gustará – me dijo.
- Le ayudaremos a limpiarlo y después jugaremos o haremos lo que quieras ¿Vale?
- Vale – me dijo sonriéndome – tengo sueño Ed.
- Lo sé cariño, ahora debes descansar -  mi voz sonaba rota y ronca por intentar mantener mis emociones a raya y que Rose no se alterase, no le gustaba ver a la gente triste -. Ahora duerme, cuando despiertes mamá te estará esperando.
- Y ¿No estará enfadada?
- Estará feliz, te lo prometo.

Asintiendo, cerró sus pequeños ojos y exhaló su último suspiro. Entonces, mi alma se rasgó, dejando salir todo lo retenido, grité, negué a todos los dioses por ser capaces de hacer aquello a una niña pequeña, por dejarme solo. Minutos más tarde, había llevado el ligero cuerpo de mi hermana junto al de mi madre, las limpié lo mejor que pude y les di el último adiós, antes de quemar lo que un día fue mi hogar, despidiéndome para siempre de la felicidad que allí había tenido.

Me alejé de la aldea, sabía que sería inútil buscar algún caballo, por lo que decidí irme caminando, alejarme de todo aquello. La noche llegó enseguida, obligándome a parar y refugiarme. Estaba débil, no había conseguido encontrar nada más que escasas hogazas de pan en las casas en las que había entrado. Conocía los alrededores de la aldea, pero nunca me había alejado tanto, y los cursos de los ríos de los alrededores, mi padre me lo había enseñado antes de morir. Reconocí uno de los bosques que rodeaban el río que alimentaba de agua a mi aldea y me introduje en él para descansar allí por esta noche.

No prestaba atención a lo que pasaba a mi alrededor, andaba de forma mecánica, simplemente mis pies avanzaban hacia delante. Escuché el ligero ruido de la corriente, poco más delante de mi posición y hacia allí me dirigí. El río describía una ligera curva, regando todo lo que rodeaba su curso de salpicaduras de su agua brava. En ese momento miré a mí alrededor, buscando el mejor sitio para pasar la noche. cuando vi una sombra en la orilla del río. Era uno de los caballos de la aldea, que había huido y como yo había hecho, él había buscado un sitio seguro para pasar la noche. Me acerqué a él con cuidado, cualquier gesto extraño lo harían huir y perdería mi medio de transporte.

El caballo llevaba las riendas aún puestas, como si alguien lo hubiese estado preparando para montarlo. ¿Acaso la gente no había tenido ni la oportunidad de escapar al asalto? No quería regresar a los recuerdos tan desgarradores y recientes, quería olvidar, alejarme del dolor.


La noche se fue y como el día anterior, mi cuerpo tardo en ubicarse ¿Dónde estaba? ¿Qué ocurría? Enseguida recordé, monstruos acabando con toda mi vida. Me levanté y vi que el caballo no se había ido, seguía atado a la rama en la que lo dejé. Parecía que ninguno de los dos quería continuar solo en lo que nos esperaba a partir de ese momento. El agua estaba helada, sirviéndome para despejarme del todo y remover mis sentimientos. Todo había desaparecido en cuestión de minutos, unos minutos que durarían años en mí. Observé mis manos, aún estaban impregnadas en sangre, no sabía si mía o de mi familia.
Pero si era mía, ¿Dónde estaban mis heridas? Recordé que en el ataque una de esas bestias se había abalanzado sobre mí, desgarrando la carne de mi estómago y mordiéndome en el hombro. Las marcas se veían en mi ropa, en cambio, en mi piel no se veía otra cosa más que una fina línea blanca. El caballo relinchó sacándome de mis cavilaciones y fui a su encuentro. 

- Tranquilo chico, pronto estaremos lejos de todo esto - ¿Para ir a donde? Me preguntaba a mí mismo.

Subí a lomos de mi nuevo amigo y salimos de las profundidades del bosque, para tomar de nuevo el camino que conducía a la aldea más cercana.


Llevábamos un buen rato por el sendero y aún no se sentía nada que indicase que la siguiente aldea estuviera cerca, no recordaba que estuviera tan lejos. Pensando esto espoleé al caballo para aumentar la velocidad y así llegar antes a nuestro destino.

Lo primero que sentí fue el sabor del humo en mi lengua, después vi el reflejo del fuego en la lejanía. A pesar de que tanto el caballo como yo estábamos agotados, continué obligándole a trotar para ver que ocurría. Solo quedaban unos metros para entrar en la aldea, cuando los gritos de la gente me llegaron amortiguados. Era demasiado tarde, aquellos bastardos estaban haciendo lo mismo en aquella aldea. Detuve al caballo en la entrada a la aldea, desde allí pude ver los primeros cuerpos mutilados.

Imágenes sin orden se cruzaban por mi mente, mi madre, mi hermana, huyendo de aquellas bestias aún sabiendo el final. La impotencia que sentí, fue tal, que un rugido ascendió por mi pecho hasta romper en un alarido que asustó a mi montura. Ya no podía hacer nada por aquella gente, lo único que podía hacer era seguir adelante e intentar avisar a las demás aldeas del peligro que se avecinaba.

Giré al caballo hacia el camino por donde habíamos venido para tomar el sendero que nos llevaría durante dos días hasta la otra aldea, poco más podía hacer que intentar salvar a aquella gente. Sentía al caballo resoplar y bajé el ritmo, dejándolo recuperar un poco el aliento, pero no podíamos seguir con ese ritmo, un mal presentimiento recorrió mi espalda. Mis ojos buscaban a las bestias que habían atacado mi hogar entre los árboles, sin encontrar ningún rastro.  

- Vas a tener que correr un poco más – le dije al caballo a la vez que le acariciaba en el cuello.

Obedeció a mis indicaciones y pronto estábamos de nuevo al galope, huyendo de algo que ninguno sabía qué era y que pronto dio la cara.

Miré por encima de mi hombro y lo vi. Era una mancha borrosa que se cernía sobre nosotros, llevaba mucha más velocidad, pronto nos daría alcance. Así todo, continué animando al caballo a que corriera más para alejarnos de aquella cosa, pero a los pocos segundos de haberlo visto nos alcanzó. El caballo nada más ver la macha que nos seguía se encabritó, intenté controlarlo, pero su miedo era mayor a cualquier orden que yo pudiera darle. Continuó relinchando y lanzando sus patas delanteras contra aquella sombra oscura, provocando que me callera al suelo. Me golpeé en mi lado derecho chocando brutalmente contra el suelo, dejándome un momento sin aliento. Busqué al caballo de forma vaga, mis pulmones luchaban por encontrar el aire que la caída había sacado de ellos, lo vi corriendo sin dirección alguna, era un borrón en medio de aquel caos.

Dando por perdido al animal, busqué lo que nos había asustado, tanto al caballo como a mí. La mancha oscura que nos había seguido no estaba por ningún lado, acaso me lo había imaginado, no podía ser, el caballo también lo había visto, entonces ¿Dónde estaba? Conseguí levantarme del suelo, apretando mi brazo derecho contra mi cuerpo, sentía un cosquilleo demasiado fuerte en él por el golpe, no tenía nada grave, pero esa sensación era desagradable. Mis ojos no dejaban de buscar, había sido real.

Mis pies comenzaron a caminar en la dirección en la que antes íbamos el caballo y yo, seguía con la sensación de que algo no estaba bien, no era por las bestias, era otra cosa diferente. Caminaba con todos mis sentidos alerta, cualquier ruido me asustaba, deja de ser tan paranoico. Cogí una bocanada de aire, cerré los ojos y expulsé ese aire relajándome a medida que abandonaba mi cuerpo. Abrí los ojos y descubrí ante mí a un grupo de murciélagos revoloteando en círculos en medio del sendero, y como si supiesen que los estaba observando, comenzaron a juntarse más y más entre ellos. No conocía los hábitos de los murciégalos, pero aquello no era normal, estaban tan juntos que empezaron a parecer una persona.

Mi cabeza me gritaba que me alejara, que huyera de aquella cosa, fuese lo que fuese, pero mi cuerpo no respondía. Haciendo un gran esfuerzo por moverme, empecé a caminar hacia atrás sin quitarle de encima la vista a los murciélagos, que seguían formando la silueta de una persona y se acercaban hacia donde yo me encontraba. Mis movimientos comenzaron a ser más urgentes, sin atreverme a quitarle los ojos de encima a la sombra aumenté la velocidad. No sabía hacia donde iba, solo quería alejarme del sendero, mis pies se enredaron en las raíces superficiales de uno de los árboles de la linde del bosque, provocando que volviese a caer al suelo, esta vez de espaldas.

Toqué suelo a la vez que la figura se detenía a escasos pasos delante de mí. No podía levantarme, aquella imagen me mantenía sujeto contra el duro suelo, temeroso de cualquier gesto que pudiera hacer. Comencé a arrastrarme para huir de aquella cosa, pero volví a quedarme atrapado en la visión que estaba teniendo, ante mí había aparecido un hombre. Tenía el pelo negro como la noche, largo hasta media espalda, su piel era blanca como la nieve, contrastando con su pelo, dejando a la vista unos penetrantes ojos que no dejaban que mirases a otro lado una vez que caías en su embrujo. Estuve atrapado por esos ojos hasta que me habló y vi sus colmillos, todo lo demás quedaba eclipsado por aquel hecho.

- Creo que debes venir conmigo – me dijo adelantando una de sus manos hacia mí -, tú elijes como. Por las buenas o por las malas.
Váyase al infierno – le dije.

No sé de donde saqué las fuerzas que antes parecían haberme abandonado, pero me levanté y eché a correr hacia el bosque, raspándome contra las pequeñas ramas de los árboles con los que me cruzaba. 

- Bien. Será por las malas – escuché que gritaba aquel ser.Seguí corriendo por el bosque hasta que acabé en el río, no era la misma zona de la noche anterior, era una zona más boscosa y con más matorrales. Me escondí detrás de uno de ellos, rezando a los dioses que anteriormente había jurado olvidar.
- Que se vaya, ¿Qué era esa cosa? Por favor Dioses haced que se vaya.

Las palabras salían de mis labios atropelladas, buscándole lógica a lo que estaba ocurriendo en esos momentos. Me hice un ovillo detrás de uno de los matorrales más grandes y esperé, no sabía a qué, pero era mejor que andar corriendo y que me encontrase. El tiempo pasaba y mis músculos comenzaban a quejarse por la postura en la que estaba. No había escuchado ningún ruido ni nada extraño en todo ese tiempo, era una tontería seguir allí escondido. Salí de mi precario escondite buscando cualquier movimiento, no sentí ni vi nada.

No lo vi porque no se movía. Estaba sentado en una de las rocas que había al borde del río. Tenía sus profundos ojos clavados en mí y en su boca se intuía una ligera sonrisa de superioridad. Las manos le cruzaban el pecho al igual que sus piernas a la altura de los tobillos. Mi respiración se aceleró, una idea cruzó por mi mente, no podía escapar de él.

- ¿Seguimos jugando al gato y al ratón o ya te rindes? Y vienes conmigo sin dramas.

Su voz sonaba fuerte y segura, sabía que no tenía otra opción que ir con él si quería seguir con vida. Aunque la opción de acabar con mi vida era bastante dulce, me provoca náuseas tan siquiera pensarlo.

- Iré – pero no me dominarás, pensé para mí mismo.


Esa fue la primera vez que lo vi y que me secuestró, llevándome con él a su castillo, encerrándome por mi bien, según sus palabras. Al principio no logré entenderlo, pasaron cuatro días hasta que descubrí el por qué de su actitud. La noche del cuarto día había luna llena.

Mi cuerpo comenzó a cambiar según la luna llegó al punto más alto, mi mandíbula se desencajó alargándose en forma de un hocico, ávida de sangre. Mis manos pasaron de ser humanas para convertirse en unas afiladas garras que luchaban por desatarse de las cadenas que Viktor, mi captor, me había colocado alrededor de mis muñecas. Mi cuerpo creció en músculos y sentí mis huesos dislocarse para cobrar una postura más animal que humana. Me había convertido en una de las bestias que juré matar. Esa sería mi maldición por sobrevivir, seguir viviendo como una bestia.

Esa noche, Viktor no se movió de la esquina de la celda desde donde me vigilaba, apenas se sentía el movimiento de su respiración, solo me miraba con los brazos cruzados por encima de su pecho. Cuando todo pasó y mi cuerpo cayó agotado en el suelo, se acerco a mí y me liberó de mis ataduras.

- Esta ha sido tu primera prueba, y la refutación de lo que llevo diciéndote desde que te encontré - Sin más me dejó allí tirado, salió de la celda sin cerrar la puerta, ya no era una amenaza para él.

Los días que habían pasado desde que me recogió en el sendero había intentado hacerme creer que yo era un licántropo por mordedura, una de las bestias que campaban a sus anchas destruyendo todo cuanto encontraban. Ahora, yo era uno de aquellos seres.


Los días pasaban y mi miedo a las noches desaparecía. Viktor me había explicado que solo los licántropos más jóvenes cambiaban de forma con la luna llena, a medida que un licántropo maduraba conseguía dominarse y controlar a la bestia, me contó la historia de algunos de esos licántropos que consiguieron “vencer”, de alguna forma su maldición, y de los cientos de ellos que se rendían a la parte animal. Yo iba a luchar contra ello, no quería ser una simple bestia.

Mis días se habían convertido en un ir y venir por los oscuros pasillos del castillo, Viktor me había dado total libertad para explorar el castillo, pero solo el castillo. No podía pisar si quiera uno de los múltiples balcones que tenían sus torres. Al principio tenía aún menos libertad, no podía salir de la celda donde me había encerrado desde el primer día. Ahora, al menos podía andar fuera de aquel cuadrado.

En una de mis exploraciones había descubierto un pasadizo que, si mis escasos conocimientos sobre castillos no me fallaban, debía ser uno de los pasadizos que se creaban en los castillos para salvar a sus ocupantes en posibles guerras. Esa misma tarde cuando Viktor apareció le pregunté por los pasadizos.

- He visto que existe una entrada a las profundidades del castillo, ¿A dónde lleva?
- A ningún lado – me contestó secamente –. Ve a lavarte, la cena estará en seguida.

Me dejó solo en el pasillo, siempre me ordenaba, nunca me sugería y cómo no, yo tenía que obedecer. Una de las veces lo desafié y estuve encerrado sin comida y sin nada durante una semana, aprendí de ese error. Esa noche como todas “cenamos” en el gran salón, sus paredes estaban decoradas con enormes tapices que relataban luchas llevadas a cabo por fieros guerreros. Viktor me acompañaba en la mesa pero nunca comía, solamente bebía de una copa lo que yo pensé que era vino, hasta que una noche le pregunté el por qué no comía y me contestó.

- Yo no necesito masticar para alimentarme.

Sin poder remediarlo mi cuerpo entero se tensó, me miraba por encima del borde de la copa, mientras bebía lentamente.

Al terminar la cena cada uno se fue por un lado, yo como siempre me dirigí a mis aposentos en el ala este y Viktor a los suyos, o a donde se dirigiera a esas horas de la noche. Llegué a la puerta de mis aposentos, agarré el pomo pero mi mano se negaba a abrirlo. Miré hacia el final del pasillo, ¿Por qué Viktor se había mostrado tan tajante con lo del pasadizo? Ahora estaba seguro de que si echaba un vistazo Viktor no lo descubriría, además, no le había dado motivos de desconfianza en aquel tiempo que llevaba por el castillo. No tendría por qué enterarse, sería una simple observación. Decidido solté el pomo, respiré hondo y retrocedí por el pasillo. Entré en la espaciosa habitación con mis pensamientos aún en aquel pequeño hueco de la pared, sin pensármelo más decidí seguir mi curiosidad.

Salí de mis aposentos para callar así a mis pensamientos, la negativa tan rotunda de Viktor no hizo sino aumentar mi curiosidad por aquel pasadizo. Mis pisadas resonaban contra las frías paredes de piedra.

El pasillo se mantenía iluminado por la débil luz de las antorchas colocadas cada pocos pasos, que me guiaban hacia el tapiz de armas que tapaba la entrada al pasadizo que no estaba muy lejos, quedaba al otro lado de los aposentos de Viktor y cerca del comedor. En seguida llegué a la zona donde el pasillo se bifurcaba en dos, el ala donde Viktor tenía sus aposentos y la zona común donde cenábamos todos los días. Mis ojos se giraron hacia el pasillo de la derecha donde Viktor descansaba ¿Estaría allí? Dormido en su cama o por el contrario ¿salía por las noches? No sabía qué era lo que hacía por las noches e imaginármelo en la cama, envuelto en las sábanas de seda no debería ponerme tan nervioso.

Cerré los ojos suspirando y me apoye contra la fría pared, me había convertido en un monstruo, pero estas reacciones no eran lógicas, mi cuerpo no debía reaccionar así por pensar en él. Un ruido lejano me hizo abrir los ojos de golpe, no podía perder el tiempo, no debía estar allí y por mis experiencias, a Viktor no le gustaba que le desobedecieran.

Me encaminé con decisión hacia la izquierda, debía llegar cuanto antes a la zona del pasadizo. Encontré el tapiz rojo sangre a medio camino, mi mano tembló al apartar el lujoso tapiz dejando entrar la débil luz del pasillo a aquel agujero negro. Me di cuenta entonces que necesitaba un foco de luz para poder ver allí dentro, cogí una de las antorchas cercanas y entré. Una ráfaga de aire jugó con la llama de mi antorcha provocando diferentes efectos en las paredes con las sombras. Aunque veía bien, apoye una de mis manos en una de las paredes y comencé a caminar.

Todo estaba en silencio, roto por el sonido de mis pisadas y el crepitar del fuego. Continué caminando sin ver nada más que las paredes de piedra que se repartían por todo el castillo, quizás entrar en aquel pasadizo no fue una gran idea y, como dijo Viktor, realmente no había nada allí dentro. Me desilusioné, siempre me han gustado las incógnitas, pero esta vez iba a quedarme sin nada. Cuando pensaba darme la vuelta y salir de allí, sentí y escuché cómo mi pie se hundía en agua. Adelanté la antorcha a mi posición para iluminar aquella zona.

El pasillo se agrandaba de golpe, formando una pequeña cavidad inundada por el agua. Seguí hacia delante y el agua tapó enseguida mis pies, estaba fría como era de esperar, pero todo quedó relegado a un segundo plano al mirar al frente y descubrir una puerta muy ornamentada justo en frente de mí.

En esa parte, la pequeña habitación se elevaba a causa de unas escaleras, dejando libre a la puerta del agua. Ésta tenía por todo el borde un grabado de hojas de hiedra, que se juntaban en el centro desde las cuatro esquinas en un símbolo que se repetía por todo el castillo. El símbolo familiar, según Viktor.

Avancé hacia ella y el agua comenzó a subir de nivel por mis piernas, la habitación tenía una inclinación que provocaba que a medida que me acercaba a la puerta, el agua iba cubriendo mi cuerpo. Llegué al principio de unas escaleras que ascendían hasta la puerta cuando el agua me llegaba prácticamente por las caderas. Mi pie se elevó para comenzar el ascenso.

- ¡Qué te dije! – Gruñó Viktor detrás de mí.

Me quedé quieto, sabía que hiciese lo que hiciese Viktor me había visto y sabía lo que pretendía hacer.

- Creo que te dije que aquí dentro no había nada. Así que explícame que haces aquí.
- Lo siento – susurré sin darme la vuelta.
- No te he preguntado eso.

Me giré para enfrentarlo. Estaba al principio de la pequeña habitación, sus pies apenas rozaban el agua que a mí me cubría medio cuerpo. Viktor estaba con su abrigo largo, la camisa blanca bien estirada, sus pantalones de montar y su cabello recogido con el lazo de cuerpo que muchas veces usaba. Verle allí tapando la única salida me puso nervioso, intuía lo que Viktor era capaz de hacer, y sabía que en ese momento sería capaz de hacerme algo.

- Sé que no debía haberte desobedecido – bajé la mirada, no era capaz de sostenerle la suya tan fría y distante.
- No, no debiste hacerlo.

Nada más terminar esa frase escuché el sonido del agua y de seguido la mano de Viktor sujetándome del pelo obligándome a levantar la cabeza y enfrentar su mirada, la antorcha calló con un ruido seco contra el suelo al lado de la puerta.

- Y sabes lo que me disgusta que me desobedezcan ¿No?
- Lo sé...

Viktor continuaba mirándome sin pestañear, su agarre había disminuido, ahora solamente me sujetaba para mantener mi cabeza en esa posición. Su otra mano subió hasta mi garganta y esperé el dolor cerrando los ojos. Pero el dolor no llegó, sino que escuché cómo mis ropas se rasgaban dejando mi pecho al descubierto.

- ¿Ahora abres los ojos? - Lo miré asustado -. Nadie que me desobedece se va impune.

Temblé, no sé si por el miedo al castigo o porque la mano de Viktor rozó mi pecho desnudo. La camisa desapareció de mi cuerpo. La mano de Viktor descendió por mi pecho, llegando al borde de mis pantalones, sin apartar la mirada de mi cara. Desabrochó mis pantalones con mano experta, atrapando mi miembro en su mano, suspiré por la caricia, nadie había tocado mi piel de esa manera y que fuera Viktor, aceleró aún más mi respiración.

Cerré los ojos dejándome llevar por la sensación, sabía que aquello no era normal, pero era demasiado bueno para ser malo. Mi cabeza se inclinó hacia atrás abandonándome a sus caricias y dejándole vía libre a que hiciera conmigo lo que quisiera.

Abrí los ojos de nuevo al sentir sobre mi piel su piel en vez de la áspera lana de su abrigo. Viktor estaba igual de desnudo que yo, sabía que sus movimientos eran mucho más rápidos que los de cualquier otra persona, pero ¿tan distraído estaba que ni lo sentí? Las manos de Viktor recorrían mi cuerpo sin descanso, acariciando mi piel con cuidado, despertando mis sentidos y mi cuerpo reaccionó a ellas poniéndose duro para él.

Enseguida descubrió mi excitación y la rodeó con su firme mano, acariciando mi piel con movimientos firmes y constantes. Temblé contra él, mi mano rodeó su cuello para sujetarme y mantener un poco de equilibrio.

- Tu cuerpo responde a mis caricias Edward ¿Dónde quedó el chico asustado que rescate?
- Viktor yo...

No era capaz de pensar en nada mi cuerpo ardía contra el suyo, el líquido que nos rodeaba ya no lo sentía frío, parecía que había aumentado de temperatura como mi cuerpo.

- Déjame sentirte contra mí.

Le observé atentamente, Viktor mantenía los ojos entrecerrados y fijos en los míos, atrapándolos sin dejarme apartar la mirada. Sus manos continuaban sujetándome y acariciando mi miembro, sin darme un respiro. Mi respiración se había acelerado y sonaba entrecortada en la pequeña separación entre nuestros cuerpos. Mi cabeza volvió a caer hacía atrás mostrándole de nuevo mi cuello y mi disposición. La mano que me acariciaba tan íntimamente subió por mi estómago hasta acariciar mi cuello.

- No luches contra esto...

Viktor nos elevó hasta la puerta, donde descansaba la antorcha abandonada y el agua desaparecía, tendiéndome en el frío suelo y cerniéndose sobre mí, posó sus labios en mi pecho. Lamiendo, mordiendo, saboreando mi piel comenzó su descenso por mi cuerpo, que se arqueó a su paso, diciéndole sin palabras que me gustaba aquello y necesitaba más. Mis manos se abrieron contra la suave piedra esperando algo, pero sin saber el qué.

Sus labios rodearon mi miembro provocando que elevara mis caderas por aquel roce clavando mis talones sobre el suelo.

- Viktor...

No me hizo caso, su boca subía y bajaba por mi miembro volviéndome loco, sus manos acompañaban esta caricia agarrando y masajeando mi cuerpo, excitándome aún más. Mi cabeza se giró hacia la zona con agua y gracias a la quietud de la luz me fijé mejor en el líquido, aquello no era agua normal y corriente, tenía un color rojizo. Un color rojizo, como la sangre.

Pero que...

Dejé la frase a medias ya que un intenso orgasmo partió mi cuerpo en dos, vaciándome en su boca sin poder remediarlo. Descubrir que todo aquel líquido fuera sangre no consiguió que mi deseo disminuyera sino que, al distraerme, el orgasmo llegó más devastador. Viktor se elevó por encima de mi cuerpo, hasta llegar a la misma altura que mi cara. Sus manos estaban a cada lado de mi cabeza, rodeándome por entero y su pelo, ahora suelto, nos envolvía.

- Ahora relájate para mí - Sus palabras me relajaron, me tranquilizaron, aún me ponía nervioso con su cercanía.

Sentí su miembro buscando mi entrada ayudado por una de sus manos, ahora estaba apoyado en su codo derecho, mientras que con la izquierda se guiaba hacia mi interior. El primer intento tensó mi cuerpo, la boca de Viktor bajó hasta mi cuello, raspándolo con sus afilados dientes, mientras su miembro se abría paso en el mío poco a poco.

Mis piernas acariciaban sus caderas cuando entró entero en mí, disfrutando de ese momento y adaptándome a esa nueva sensación. Viktor no tardó en comenzar a moverse despacio, dentro y fuera de mi cuerpo, con su cabeza aún hundida en mi cuello. Mi respiración volvió a hacerse irregular, esta vez acompasada con la de Viktor, que a medida que nuestros cuerpos empezaban a conocerse, Viktor se tensaba más y más.

Su cara se alejó de mí elevándose sobre sus rodillas, lo que provocó que entrase aún con más fuerza. Mi cuerpo volvió a tensarse y empecé a tocarme, cosa que a Viktor pareció gustarle porque se quedó mirando cómo mi mano subía y bajaba por mi miembro. Nuestros cuerpos se perlaron por el sudor, avisándonos que enseguida se liberarían. Viktor siguió bombeando contra mí, a la vez que yo subía y bajaba con mi mano, hasta que gruño y sentí su semilla en mi interior liberándolo en un orgasmo, seguido por el mío, derramando todo sobre mi mano.

Viktor se derrumbó contra mí respirando con dificultad, aplastándome contra el suelo. El sueño comenzaba a apoderarse de mí, después de dos orgasmos mi cuerpo necesitaba un descanso. Dejándome llevar por el sueño, sin preguntarme nada, simplemente recordando lo que mi cuerpo había sentido... 



A la mañana siguiente... 

Esa noche una serie de sueños extraños no me dejaron dormir. Veía a Viktor cubierto en sangre, con los colmillos extendidos, sobresaliendo de sus labios, blanco como la nieve, contrastando con el rojo intenso de la sangre de su boca.

Uno de esos sueños me afectó más que cualquier otro. En él había desobedecido a Viktor y cuando el castillo estaba en silencio salí de mis aposentos y fui a explorar el pasadizo que había visto en la tarde. Todo era tan real que no hubiese imaginado que era un sueño hasta que me desperté en la cama envuelto en sudor, o ¿en realidad lo había vivido?

Esa duda surgió en mí al encontrarme esa mañana con Viktor a la hora del desayuno, su mirada no hacía más que revivir una serie de imágenes en mi mente. Viktor besando mi pecho y descendiendo por este, buscando mi miembro. Viktor sudando encima de mí, mirándome con cara de depredador mientras sentía su cuerpo entrar y salir de mí...

¿Por qué estaba todo tan confuso en mi mente? Sabía que aquel pasadizo había despertado mi curiosidad, pero ya me daba igual lo que podría haber allí dentro, y eso, no era normal en mí... 

¿Qué era lo real y qué era un sueño?