domingo, 1 de diciembre de 2013

50 pavos y una sonrisa - FanFic RE6 - Reina Negra

Hola de nuevo... después de meses sin traeros nada, perdonadme ^^u... hoy regreso con otro fic (parece que he cogido ritmo con ellos jaja), pero esta vez de un videojuego. Se trata del Resident Evil, concretamente a partir del RE6, al cuál jugué no hace mucho y una pareja hizo que mi imaginación volara más allá de lo que ocurría en su historia... que ni un simple besito ¬¬....

Por eso tuve la necesidad de hacer este relato, tanto por mí como por dos amigas ansiosas de leer algo sobre ellos, y además FANÁTICAS de esta saga de videojuegos. Por ello aquí os dejo este "pequeño" aporte a las mentesávidas de conocimientos que me leen ;) espero que lo disfrutéis!!!!

Personajes: Jake y Sherry. Protagonistas de una de las campañas que aparecen en el juego RE 6.

50 pavos y una sonrisa

-    Hola Superchica.
-    ¿Jake? – Sherry se apartó de la puerta para dejarlo pasar – ¿Qué haces aquí?

Jake pasó al apartamento, observando todo lo que le rodeaba. La verdad es que no había pensado detenidamente qué hacer una vez que había decidido visitar a Sherry.

-    Visitar a mi compañera de aventuras.
-    Pensaba que te habías embarcado en otra misión – Sherry cerró la puerta y regresó al sofá, donde había dejado el libro que estaba leyendo y señaló el sofá invitando a Jake a que se sentara.

Recogió las piernas debajo del cuerpo, esperando el siguiente movimiento de Jake. Había esperado su visita después del escueto mensaje que le había mandado al finalizar la misión en la que trabajaron juntos. Jake se sentó en el sofá, a su lado, jugando con la manzana que tenía en su mano, dándola vueltas.

-    ¿En qué empleaste tu recompensa?
-    ¿Los cincuenta pavos? – Sherry asintió – Hmm... en esto.

Metió la mano en su chaqueta, sacando una pequeña caja con un lazo adornándola. Sherry lo observó sin moverse, mirando de hito en hito a Jake y la cajita.

-    Vamos cógelo.
-    ¿Para mí? – Jake encogió uno de sus hombros, sonriendo de medio lado, un gesto muy característico en él – Oh, gracias – Sherry cogió la caja de la mano de Jake, rozando sus dedos.

Regresó a su sitio, sonrojándose, en parte por el regalo inesperado y por la caricia casual. Jake acarició sus dedos, donde habían entrado en contacto con Sherry, nervioso de repente por el contacto.

-    ¡Aaaaaaaaaa! – Jake se asustó por el grito de Sherry – ¡Es precioso!

Estaba de pie, saltando de la emoción y mirándolo con los ojos abiertos y sonriendo feliz con su regalo entre las manos. Jake sonrió al verla tan ilusionada, contagiándose de su buen humor.

-    Entonces... ¿Te gusta? – dijo levantándose del sofá y colocándose a su lado.
-    Me encanta. Muchas gracias Jake.

Echando sus brazos alrededor del cuello de Jake, Sherry se elevó y lo besó en los labios, dejándose llevar por el buen humor y la gratitud. Hasta que se dio cuenta y se separó de él, avergonzada.

-    Lo... Lo siento. Yo... – se alejó, dándole la espalda – Me ha gustado mucho tu regalo.
Se colocó delante del espejo de cuerpo entero que presidia una de las paredes de su salón, mirándose en la imagen que éste le devolvía. Sus mejillas estaban sonrosadas, su pecho subía y bajaba lentamente, acompasado a su respiración lenta y profunda. Cerró los ojos para relajarse, concentrándose únicamente en su respiración y no en lo cálidos que le habían parecido los labios de Jake. Apretó el pequeño broche que guardaba entre sus manos, miró la pequeña manzana roja, hecha con pequeñas piedras preciosas. El reflejo de Jake apareció en el espejo, detrás de ella, enorme comparado con su cuerpo.

-    Perdona, otra vez – Sherry sonrió tímidamente –. Es preciosa de verd... – enmudeció al sentir las manos de Jake en sus hombros.
-    Me gusta más el otro agradecimiento.
-    No... No te entiendo – Jake la giró sobre sí misma, dejándola de cara a él, enfrentándolo.
-    Sí me entiendes Superchica – la boca de Jake se torció, sonriendo antes de caer sobre la de ella.

Sus labios entraron en contacto, tímidamente, probándose ambos en ese contacto. Las manos de Jake subieron por sus hombros, rozando su cuello y enmarcando el rostro de Sherry con ellas. Observó sus labios, sus ojos, cómo sus pupilas se dilataban por... ¿placer? Jake se sorprendió por esa demostración del cuerpo de Sherry. Su miembro palpitó contra su pantalón, imaginando, como muchas veces desde que la conoció, cómo sería estar con ella.

Sherry sintió la tensión de Jake, su mandíbula se tensó y sus claros ojos devoraron su rostro, como hambrientos por ella. Cogiendo aire y buscando la valentía que tantas veces anhelaba cuando se trataba de Jake, dio un paso y se pegó por completo a Jake. Sus cuerpos se fundieron, quedaron completamente unidos y Sherry sintió el duro miembro de Jake contra su estómago.

Al sentirlo, todo pensamiento que pudiera retener a Sherry se disipó, quedando solamente la necesidad de sentir su piel contra la suya. Jake suspiró al sentir cómo Sherry se movía contra él, rozando su cuerpo contra su erección. La besó ferozmente, siguiendo su juego y clavando su erección contra ella.

-    ¿Estás segura? – preguntó Jake, apoyando su frente en la de Sherry – No habrá marcha atrás – en vez de contestar con palabras, Sherry volvió a besar a Jake, echándole los brazos al cuello.

Gruñendo de puro placer, Jake elevó el pequeño cuerpo de Sherry haciendo que le rodeara con las piernas. Empezó a caminar hacía lo que él pensaba que era el dormitorio, besándola como si sus vidas dependieran de ello. Las manos de Sherry acariciaron la rapada cabeza de Jake, contrastando la aspereza de ese roce con la suavidad que sentía en sus labios. El beso fue creciendo en intensidad a medida que se acercaban al dormitorio, sus lenguas luchaban por ganar, sus dientes chocaban y mordían el labio del otro.

Al cruzar el umbral de la puerta, Jake bajó lentamente a Sherry, dejando que sus cuerpos se tocaran, haciendo que notase su dura erección. Sus ojos recorrieron el cuerpo de la mujer que tenía delante. Sherry lo observa a su vez, sintiéndose pequeña y ridícula con su pijama de ositos dos tallas más grande.

-    Esto no significa que me vaya a quedar.
-    No quiero palabras, soy mayorcita para esto – Sherry dio un paso al frente, cayendo de rodillas ante él.
-    Ey superchica... – Jake la intentó levantar.
-    Piensas que... – con las mejillas sonrosadas al caer en lo que Jake estaba pensando, rompió a reír – Solo voy a quitarte estas enormes botas.

Avergonzado por el camino que su imaginación había tomado, observó cómo Sherry desataba las botas militares. Sus dedos iban aflojando los cordones, sacando los pies de Jake de ellas, quitándole también los calcetines. Jake no podía hacer otra cosa que observar cada uno de sus movimientos, cómo se incorporaba y las pequeñas manos acariciaban su pecho, deslizándose por los hombros para deshacerse de la chaqueta, olvidada enseguida en el suelo.

Con manos diestras, Sherry sacó su pistola de la cartuchera, dejándola con cuidado encima del mueble que tenían al lado. Regresando al lado de Jake, desató la sobaquera sin dudar de cómo hacerlo, la dejó caer al lado de la cazadora. Solo quedaba una prenda para que sus manos tocasen la piel de Jake. Sherry inspiró hondo, buscando el valor necesario para ello.

Sus manos agarraron el bajo de la camisa de Jake, mirándolo mientras subía la tela por su duro cuerpo, dejando a la vista la blanca piel. Al llegar a su pecho, Jake la ayudó levantando los brazos.

-    Creo que te tocará acabar a ti – comentó cuando se dio cuenta de que no llegaba. Jake sonrió y obedeció sus órdenes.
-    Una de las desventajas de ser tan pequ...

Jake dejó de hablar al sentir la boca de Sherry sobre uno de sus pezones, succionándolo y lamiendo la pequeña protuberancia. Su lengua jugaba con él, rodeándolo y acariciando la punta cuando su boca se cernía sobre él. Separándose, sopló el pezón, provocando que se irguiera aún más por el brusco cambio de temperatura.

Los labios de Sherry fueron dejando pequeños besos por la cálida piel de Jake, a la vez que sus manos bajaban por el abdomen, siguiendo la línea de los marcados músculos que se dibujaban en su cuerpo. Las puntas de sus dedos rozaron el borde del pantalón, indicando a Sherry que su objetivo estaba cerca.

Buscó la boca de Jake de nuevo, saboreando el dulce sabor de las manzanas que tanto le gustaban en su boca. Un dedo curioso se introdujo por la cintura del pantalón, acariciando a Jake, consiguiendo que un ronco gemido saliera de su garganta mientras se besaban. Ayudada de sus manos, Sherry logró desatar los botones que apresaban la erección de Jake, sorprendida y agradecida de que éste no llevase ropa interior, logró acariciar el suave terciopelo sobre la dureza propia de un hombre.

Esa caricia volvió loco a Jake, que rompió el beso y alejó a Sherry de su lado, sujetando sus hombros, manteniendo una distancia prudencial. Quería disfrutar de ese encuentro y si esa menuda mujer continuaba así, perdería el control y la tomaría sin aprovechar completamente aquel acto.

-    Ahora me toca a mí.

Sherry se asustó cuando Jake la separó de su cuerpo tan repentinamente, estaba preparada para preguntarle qué había hecho mal hasta que lo miró. Sus pupilas estaban dilatadas, su pecho subía y bajaba en una respiración rápida y jadeante, con el cuerpo en tensión al sujetarle los hombros y sobre todo, su fuerte erección asomando por los pantalones abiertos.

Esperó con paciencia el siguiente movimiento de Jake. Lo observó arrodillarse ante ella, sujetando uno de sus tobillos y quitándole el calcetín que cubría su pie. Despacio, dejó el pie de Sherry en el suelo y repitió el movimiento con el otro, dejándolo libre. Sonrió al ver las uñas de sus dedos pintadas de un rosa chillón.
-    Estridente hasta en el último detalle.

Levantándose, Jake dejó que sus manos recorrieran las piernas de Sherry, subiendo despacio por ellas. Al llegar a sus caderas se detuvo, acariciándola detenidamente, introduciendo sus manos por debajo de la parte superior del pijama.

Sherry sujetó los bíceps de Jake al sentir el roce de sus manos sobre el estómago, ahora entendía lo que había provocado en él con sus caricias. Nunca había imaginado que el simple roce de unos dedos en su cadera pudiera generar esa sacudida en su cuerpo.

Continuando el ascenso, sus manos siguieron la forma del cuerpo de Sherry, rozando cada una de sus costillas, llegando al borde inferior de sus pechos. Jake observó el rostro de Sherry, cómo se mordía el labio y cerraba los ojos por su contacto. Pronto la parte de arriba del pijama desapareció, dejando a la vista el cuerpo de Sherry, cubierto por encaje negro.

Jake condujo uno de sus dedos por el contorno del encaje que adornaba los pechos de Sherry, pequeños y turgentes bajo la tela. La yema rozó la cálida piel, que se coloreaba de un ligero tono rosado. Su dedo llegó hasta el punto donde sus pechos se unían, cambió de dirección y se perdió entre ellos.

Sentía la piel cálida bajo su tacto, notaba el débil bello que adornaba el plano estómago de Sherry a medida que descendía por él, llegando a los cordones que sujetaban los pantalones en sus caderas.

-    ¿Es igual de provocador aquí abajo? – sonrió al ver el rostro de Sherry.

Acercó sus labios a los de ella, ansioso por sentirlos de nuevo, saborear su boca hasta perder el sentido. Las manos separaron la cinturilla del pantalón, dejando espacio libre para bajárselo y dejar al descubierto un pequeño culotte negro, a juego con el sensual sujetador. Volvió a separarse de Sherry, bebiendo su imagen y el contraste que daba el negro de su ropa interior con la blancura de su piel.

-    Eres...
-    No, no digas nada, solo... solo tócame.

Cogiéndola de nuevo entre sus brazos, Jake la depositó en la cama despacio, dejando que sus cuerpos se tocaran, semi desnudos como estaban. El gran cuerpo masculino cubrió el de Sherry sin romper el beso. Jake mantenía su peso con las manos colocadas a cada lado de la cabeza de Sherry, sosteniéndose. 

Sherry, en cambio, dejaba vagar sus manos por la espalda de Jake, desde su cuello hasta el borde del pantalón, donde las metió para apretar las duras nalgas de Jake.

Sus labios luchaban por ganar la batalla de la pasión, el cuerpo de Sherry se dobló en su busca, arqueándose para poder tocar el cuerpo masculino. El beso se rompió y los labios de Jake vagaron por su mandíbula, dejando que la lengua fuera marcando el camino que recorría. Descendió más en su camino, la boca de Jake encontró el punto donde el pulso de Sherry se dejaba sentir, martilleando acelerado contra su piel.

Esa lengua atrevida continuó hasta la fina tela negra que ocultaba sus pechos e, imitando el movimiento que antes su dedo realizó, recorrió la piel en el límite con la tela. Jake sintió cómo el cuerpo de Sherry se estremecía bajo su contacto, cómo sus pezones se erguían orgullosos a través de la tela.

-    Oh, Jake.

El susurro de Sherry fluyó entre ellos, encerrándolos en una nube de pasión. Jake se separó para poder desatar el sujetador y dejar libres sus pechos para acariciarlos al fin. La tela negra salió disparada al suelo, olvidada junto al resto de sus ropas.

Con un gutural sonido, la lengua de Jake envolvió uno de los pezones de Sherry, abriendo paso a su boca, que succionó el pequeño botón arrancando a Sherry un grito de puro placer. Dejando apartado cualquier signo de timidez, ambos se centraron en lo que sus cuerpos reclamaban. Jake siguió martirizando los pechos de Sherry, mezclando las húmedas caricias de su lengua con los duros ataques de sus dientes al atrapar entre ellos su regio pezón.

Abandonó sus pechos, bajando por el estómago, acompañado por sus manos que jugaban con el cuerpo de Sherry al igual que su lengua. Se entretuvo en su ombligo, acariciando sus caderas con los pulgares, mientras introducía lentamente las manos bajo el culotte. Las caderas de Sherry se elevaron para facilitar el trabajo a Jake, ayudándolo a que la despojara de la tela, dejándola por fin desnuda ante él.

El culotte se deslizó por sus piernas, acabando en el suelo, sin que Jake le prestara más atención, centrado como estaba en el cuerpo que tenía ante él. Le besó en el interior de la rodilla, subiendo por el muslo, tomándose su tiempo, aspirando su olor.

-    Deja de jugar Jake – Sherry se retorcía contra las sábanas, esperando, deseando que Jake atendiera su centro palpitante.
-    Lo que tú digas superchica – la voz de Jake salió en un grave susurro cargado de deseo.

Jake cayó sobre el sexo de Sherry sin dudar, su lengua recorrió sus húmedos pliegues, introduciéndose entre ellos, captando su sabor. Sherry cerró los ojos buscando el oxígeno que no sabía que sus pulmones necesitaban, agarrando las sábanas con fuerza, se dedicó a disfrutar lo que Jake hacía con su lengua.

Le sintió rodear su clítoris con los labios, golpeándolo con la lengua a la vez que sus dedos acariciaban su entrada, preparándola para él. Las manos de Sherry sujetaron con fuerza las sábanas, tirando de ellas y elevando las caderas en busca de la boca de Jake.

-    Dios mío... – susurró Sherry.

Con los ojos cerrados, se concentró en los movimientos que Jake hacía, soltó las sábanas y bajó una de sus manos a la rapada cabeza de Jake. Sus dedos acariciaron el corto pelo, sujetándolo contra ella, que poco a poco llegaba al final del camino, cerca del clímax.

Sintiendo la tensión en el cuerpo de Sherry, Jake aceleró el ritmo de sus movimientos. Su boca se cerró con fuerza sobre el clítoris de Sherry, sus dedos entraban y salían con velocidad de su cuerpo, tocando en los lugares correctos, dejándose guiar por los gemidos que Sherry emitía.

Un grito rompió el silencio, con las manos envolviendo la cabeza de Jake, el cuerpo de Sherry se convulsionaba a causa del fuerte orgasmo que atravesó su cuerpo. Jadeante, observó cómo Jake se apartaba y se deshacía de los pantalones, quedando ante ella, de rodillas sobre la cama y entre sus piernas, completamente desnudo y glorioso.

Decidida a continuar con lo que su cuerpo acababa de experimentar, Serry se puso de rodillas ante Jake, besándolo con ansia y sintiendo débilmente su sabor en la boca de él. Una de sus manos rodeó con avaricia el duro miembro de Jake, acariciándolo de arriba abajo, haciendo que Jake moviera sus caderas, adelantándolas para que Sherry tuviera total acceso a él.

-    Déjame devolverte el favor – dijo Sherry contra sus labios y observó cómo Jake tragaba saliva y cerraba los ojos.
-    Después, primero... dime que tienes condones.
-    Sí – Sherry sonrió por el tono con el que Jake habló. Se separó de él y, del cajón de una de las mesillas, sacó un preservativo –. ¡Qué! No me mires así...
-    No he dicho nada... – Jake salió a su encuentro, buscando recuperar el control y tener a Sherry bajo su cuerpo.
-    No, no...  – Sherry le detuvo con las manos, empujándolo – Ahora, disfruta – Jake dejó que  lo tumbara boca arriba.

Lentamente, Sherry acarició el duro pecho de Jake, acariciando con su mano cada músculo. Sonrió al ver cómo el miembro de Jake se sacudía, ansioso por sus caricias y decidió continuar con lo que tenía en mente.
Sherry rompió el envoltorio del reservativo, sacándolo y colocándolo sobre el miembro de Jake. Sus manos lo envolvían, sujetándolo erguido mientras descendía sobre él y, con su boca, desenrolló el preservativo a lo largo del miembro. Jake apretó la mandíbula por la suave caricia de sus labios, resistiéndose a levantar las caderas y clavarse en su boca como su cuerpo le pedía. Sentía la boca de Sherry y sus manos sobre él, estirando por completo el preservativo de forma lenta y efectiva.

Al perder el contacto de esos cálidos labios, Jake gimió y buscó de nuevo a Sherry, su contacto. Pero pronto se vio recompensado, sus ojos captaron cómo Sherry se colocaba a horcajadas sobre él, guiando su miembro hacia su entrada con una de sus manos. Apoyándose con la mano libre en su estómago, Sherry fue bajando por toda su longitud, sin apartar la mirada de sus ojos, mordiéndose el labio inferior al sentir cómo Jake la dilataba.

Envolvió con sus manos las caderas de Sherry, sujetándola con fuerza mientras descendía por su duro pene. Ambos gimieron al quedar unidos por completo, con sus cuerpos pegados, adaptándose el uno al otro. Sherry fue la primera en moverse, despacio, haciendo girar sus caderas contra el eje de Jake, dejando caer la cabeza hacia atrás, volcándose por completo en la sensación que el roce del fino bello de Jake estaba generando en su sensible clítoris.

Con movimientos lentos, ambos se estudiaron, aprendiendo lo que el otro necesitaba y lo que sus cuerpos reclamaban. Pronto los movimientos se aceleraron, Sherry marcaba el ritmo, elevándose sobre Jake, para dejarse caer de nuevo sobre él. Jake sentía cómo lo envolvía y lo apretaba con sus músculos internos mientras se movía en círculos y a lo largo de su longitud.

-    Sherry... – dijo Jake tensando sus manos sobre a piel de Sherry.

Sherry se inclinó hacia delante, apoyando sus manos en el pecho de Jake, clavando las uñas en él. Dejó que sus labios besaran los de Jake, abriéndolos para que sus lenguas se encontraran y se enredaran, asemejando los movimientos que sus caderas estaban llevando a cabo.

-    No te contengas – le susurró ella contra los labios.

Gruñendo, Jake sujetó firmemente sus caderas y embistió con fuerza. Con los labios a escasos centímetros, ambos mantuvieron la mirada fija en los ojos del otro mientras sus cuerpos chocaban y se arrancaban momentos de placer. Sherry fue la primera en apartar la mirada, rompiendo el contacto y dejándose llevar.

El orgasmo la sorprendió, fuerte y demoledor, dejando su cuerpo a merced de Jake, cayendo sobre él y mordiéndole el hombro. Jake seguía embistiendo, entrando y saliendo de Sherry mientras ella se convulsionaba en torno a él a causa del orgasmo. Con los dientes apretados, Jake perdió el control, llegando a su propio orgasmo, dejando que su cuerpo se liberara mientras jadeaba con cada embestida, ahora más lentas y erráticas.

Los dos se quedaron quietos, aún unidos y recuperando la respiración. Jake acarició la espalda desnuda de Sherry, disfrutando de su delicadeza y suavidad, desde sus nalgas hasta el cuello, para enredar sus dedos en el corto cabello de Sherry. Aspiró su olor, el olor que tantas veces lo había despertado por las noches, como un recuerdo demasiado vivo en su mente.
-    Superchica... esto ha sido...
-    Interesante – contestó Sherry sonriendo, besándole después.

El beso se alargó, lánguido y perezoso. Sherry se separó y se dejó caer a su lado, amoldándose al cuerpo de Jake y a su abrazo. Con las respiraciones acompasadas, ambos cerraron los ojos y dejaron que el sueño les venciera.


Sherry se despertó y buscó el calor de Jake en la cama, descubriendo con cierto dolor, que se encontraba sola y que Jake se había marchado, de su cama y de su vida de nuevo. Hundió el rostro en la almohada, aspirando el aroma que allí persistía de él, descubriendo el pequeño broche que le había regalado junto a una nota.

Nos veremos superchica. La próxima vez pediré mis cincuenta millones...

Soltando una sonora carcajada, Sherry volvió a oler la almohada. Dejó que su memoria recordase lo que había ocurrido en su cama... con Jake.

lunes, 30 de septiembre de 2013

Un Mordisquito, por favor ~ FanFic/Mi custodio ~ Nishta

Aquí regreso para actualizar el blog con otro fic... en este caso el primer fic que hago de una novela y no de un Mmanga/comic como he hecho anteriormente ^^...

La novela en cuestión es Mi Custodio de Laura Nuño, del que realicé crítica hace unos días y podéis leer aquí.

Los personajes que aparecen en este fic, son secundarios a la historia principal de Alba y Ronan, pero que bajo mi punto de vista necesitaban su momento de intimidad. Y como soy una buena ser humana... lo escribí para que los que queráis leerlo compartáis mi punto de vista, no por el lado morboso y pornoso de la misma jajajja

Espero que disfrutéis con la lectura o que al menos os entretenga ;)

Un Saludo y suerte, Buscador@s....

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Un mordisquito, por favor


Rafa caminaba nervioso por la habitación que compartía con Wiza en su casa, bueno, mejor dicho, en el lujoso sótano de este. No podía creer lo que ocurriría en apenas unos minutos, si alguien le hubiera preguntada qué es lo que estaría haciendo en ese momento, él habría contestado felizmente, y muy seguro, que estaría estudiando algún caso para el bufete de abogados donde trabajaba. Pero la realidad era otra, una realidad muy distinta.

En apenas veinticuatro horas todo su mundo había cambiado. Su relación con Wiza se había extinguido por culpa de un ex suyo, el cuál le había dicho a Wiza su condición sexual y sus sentimientos. Un detalle que había ocultado a propósito para no perder su amistad. Rafa pensó morirse en ese instante, el semblante de Wiza era de rechazo y, atendiendo a eso, Rafa puso tierra de por medio hasta que  necesitó a Wiza para ayudar a su amiga Alba.

Todo eso quedaba en el olvido, ocultado por una tenue niebla de pasión al recordar cómo Wiza lo había besado por primera vez en su apartamento, después de estar dos semanas sin verse. Le había revelado su amor a pesar de la confusión que esos sentimientos le habían provocado, era la primera vez que un hombre lo atraía sexualmente. Rafa sonrió al recordarlo, acariciando sus labios, en busca del calor que sentía en ellos cada vez que Wiza lo besaba.

Rafa conocía el secreto de WIza junto con todo el mundo que existía paralelo al de los humanos, pero aún le asustaba en cierta manera el ritual que llevarían a cabo esa tarde. Un ritual por el que se vincularían de por vida, toda la eternidad, y serían Compañeros.

-          Esto es más fuerte que casarse – susurró Rafa mesándose el cabello y sentándose en la cama.

Así fue como lo encontró Wiza, sentado en la cama y respirando trabajosamente. Sonrió al verle porque él se sentía exactamente igual, nunca hubiera imaginado que los dioses le dejasen encontrar a alguien para él, ya había aceptado la eternidad en soledad, pero ahora no podía pensar en ello, no era capaz de imaginar un día más sin tener a Rafa a su lado.

¿Quién le iba a decir al visigodo que acabaría rendido a los pies de un hombre? ¡Un hombre! Cuando él era conocido por la fogosidad con las hembras, por su pasión incontrolada en ocasiones, pero aquel humano de ojos grises había terminado con aquello, había acabado con su bravuconería y le había enseñado lo que era el amor y el sentirse vivo de nuevo.

-          Ronan y Alba vendrán en un momento… - le dijo Wiza quedándose en el umbral de la puerta - ¿Quieres… - no se atrevía a pronunciar esas palabras, pero debía darle una última oportunidad a Rafa – quieres seguir adelante?
-          ¿Por qué dices eso? – Rafa abrió los ojos por completo - ¿Quiere pararlo tú?

No pudo evitar que su voz sonara entrecortada al caer en la cuenta de que quizás Wiza se estuviera arrepintiendo de ello, total, ya se habían acostado el día anterior. Rafa le fue enseñando lo que dos hombres podían hacer en la cama, le fue dando instrucciones y sabía que ambos habían disfrutado por igual. Ambos acabaron jadeando y sudorosos después de su primer encuentro.

-          ¡No, por los dioses!
-          ¿Entonces…? –  preguntó Rafa.
-          Estás nervioso, se te ve de lejos. Tienes la respiración acelerada… 
-          Estoy nervioso – dijo levantándose - porque nunca pensé que te fijarías en mí, me valía con que estuvieses a mi lado tomando una copa, que me regalaras tu sonrisa aunque luego suspirases por una mujer… - había llegado a su lado, se detuvo a un suspiro de su cuerpo - Ahora sé que serás mío, al igual que yo tuyo. Para siempre, por siempre…
-          ¡Ya habéis empezado! – gritó Alba al verlos tan cerca y escuchando las palabras de su amigo -. Nos tendríais que haber esperado…
-          No pensé que tuvieras tantas ganas de poner el culo, visigodo – tres pares de ojos se giraron a la vez, mirando a Ronan intensamente -. ¡Era broma!
-          Ignorar al guarro este – contestó su albina -. Nosotros estamos listos, ¿vosotros?

Alba miraba a su mejor amigo sonriendo y con los ojos empañados por las lágrimas, sabía cuán importante era aquel momento para Rafa. Su amigo se merecía el amor como el que más, y aquel Custodio de rubios cabellos, se lo regalaría a cada momento del día. 

Ambos hombres se miraron una última vez y asintieron, dando así por contestada la pregunta que Alba les había formulado con voz temblorosa. Juntos se acercaron a la cama, dejando entrar a Alba y Ronan en la habitación.

-          No sé muy bien cómo empezar – Wiza miró a su hermano Custodio.
-          Solamente deja que hable tu corazón, deja que diga todo lo que sientes por ese macho – Ronan apretó contra su costado a Alba, recordaba muy bien cada palabra que le había dicho en su vinculación, al igual que cada caricia que ambos compartieron. 
-          Está bien – Wiza cerró los ojos, suspiró y, al abrirlos, se encontró con la dulce cara de Rafa, que lo miraba emocionado –. Demonio, no sé qué hiciste conmigo, pero no sabes cuánto me alegro. Nunca creí posible tener a alguien a mi lado cada día de mi larga existencia, he esperado más de mil trescientos años para tenerte. Y ahora que al fin te tengo entre mis manos – acompañando estas palabras Wiza entrelazó sus manos – no te dejaré escapar. Eres mío, sé mi Compañero. Acepta la vida que te doy, mi condición y mi existencia. Toma mi sangre y deja que yo tome de la tuya… – Rafa asintió –. Debes decirlo – Wiza lo besó en los labios, le encantaba aquel macho.
-          Perdona – Rafa sonrió por su desliz –. Como te dije antes, soy tuyo al igual que tú eres mío. Para siempre y por siempre…

Alba no pudo evitar aplaudir y salir disparada hacia su amigo para abrazarlo con fuerza y llorar por su felicidad compartida. Ambos Custodios se miraron sonrientes y se estrecharon la mano como dos guerreros, sujetando sus antebrazos con vehemencia.

-          Alba, cariño, debemos dejarlos… - Ronan tiraba de su albina al recibir una mirada de impaciencia por parte de Wiza – Aún deben sellar el vínculo.
-          ¡Cierto! - Alba guiñó un ojo a Rafa y golpeó a Wiza en el estómago –. No hagáis mucho ruido... – sin añadir nada más, los dejaron solos, cerrando la puerta en su precipitada salida. 

Pero a pesar de aquella salida y el portazo que siguió, ninguno de los dos prestaba atención a la dispar pareja. Seguían uno delante del otro, mirándose, devorándose con la mirada. Rafa fue el primero en moverse, como era común en sus encuentros de cama, Wiza sentía esa timidez de primerizo que tanto le gustaba a Rafa.

-          No, espera – Wiza sujetó la mano de Rafa -. Déjame a mí - Rafa asintió y esperó a que el hombre que tenía en frente de él fuera quien mandase aquella vez. 

Wiza metió sus manos por debajo de la camisa de Rafa, acariciando su caliente piel, notando la tensión de todos los músculos de su estómago, marcados gracias a las horas de gimnasio. Observaba a Rafa fijamente, sin apartar su mirada de la de él, atento a cualquier reacción que pudiera tener aquel macho. Continuó con su movimiento hasta llegar a los pectorales, encontrando sus pezones, endurecidos por sus caricias y el deseo. Sin poder resistirse, bajó su cabeza hasta donde estaba sus manos y, por encima de la camisa, mordió aquella pequeña protuberancia, arrancando un entrecortado gemido a Rafa.

Sintiéndose valiente, le quitó la camisa, dejando al descubierto su suave y bien cuidado torso. Aunque Rafa no iba a quedarse quieto, dejaría que Wiza llevara el mando, pero a cada prenda que él le quitara, Rafa igualaría su apuesta. Rápidamente la blanca camisa de Wiza siguió a la suya, dejando al descubierto un pecho más grande y fuerte que el suyo, haciéndole la boca agua con solo pensar que aquel hombre era suyo.

-          Eso es hacer trampas – le reprochó Wiza.
-          Eso es jugar limpio – le sonrió.

Wiza lo besó ferozmente, la sonrisa de Rafa siempre tenía ese efecto en él. Sus cuerpos se unieron en un fuerte choque, desequilibrando a Rafa y que cayera en la cama, quedando sepultado por el cuerpo del visigodo. El beso continuó igual de salvaje, enredando sus lenguas y chocando sus dientes, una lucha sin miedos o timidez. 

Mordiendo el labio inferior de Rafa, Wiza terminó el beso, besando su barbilla para  descender por su cuello, jugando a una carrera lenta y sensual por la piel del hombre que estaba debajo suyo. Lamía la suave piel de su cuello, allí donde la arteria le indicaba que Rafa estaba bajo su hechizo, una arteria que le llamaba para que la mordiera y se alimentara al fin de aquella roja esencia. Pero no aún, ignoró aquella sed, ordenando a sus colmillos que esperasen.

Siguió su camino por el pecho, acariciando con la lengua toda su extensión, torturando los endurecidos pezones, oscuros y erguidos por la pasión. Con sus manos, empezó a desabrochar los pantalones de Rafa, donde una rugiente erección pedía su atención. Con la ayuda de Rafa consiguió deshacerse de aquel estorbo, que podrían marcar el culo del macho divinamente, volviendo loco a Wiza, pero, en ese momento, no los quería a la vista. Ahora solo quería lo que sus manos sujetaban, la prueba del deseo de Rafa. 

Dejando su cuerpo ser guiado por Wiza, se sentó en la cama, dejando que éste quedara entre sus pierdas. Con las miradas fijas, Wiza se dejó caer de rodillas ante él, sujetando la erección de Rafa con sus manos. La erección se elevaba orgullosa entre sus manos, llorando por las atenciones que se merecía.

-        No hace falta que.... – Rafa apoyó sus manos en los hombros de Wiza, dispuesto a ser él quien continuara.

Wiza ignoró esa advertencia y con su lengua recorrió toda la longitud de Rafa, dejando un húmedo camino de saliva, que sopló de seguido. Rafa se estremeció por el frío repentino y olvidó cualquier súplica o condición que hubiera pasado por su cabeza, se dejó caer en la cama, elevando las caderas instintivamente. Wiza estaba atento a cada gesto y sonido que hacía Rafa, aprendiendo de aquello y recordando cómo la boca de Rafa hacía maravillas sobre él. Gimió al recordarlo, sintiendo vibrar su erección dentro de sus pantalones.

Con decisión, se metió el miembro de Rafa en la boca, probando por primera vez el sabor salado de su placer. Subió y bajó por su longitud lentamente, haciéndose con el ritmo adecuado y al tamaño de este. Rafa buscaba el húmedo calor, moviendo las caderas en su encuentro, suspirando su nombre con cada nueva embestida y cada tirón de placer que aquella boca le estaba arrancando.

Las manos de Wiza exploraban el cuerpo de Rafa, llegando a sus testículos y sujetando con fuerza la base de su erección. Rafa enredó sus manos en el rubio pelo del visigodo,  ya perdido en el placer que su boca le estaba regalando, olvidando que era la primera vez que Wiza le hacía aquello. Dejó que Rafa marcara el ritmo que más lo estimulara, con sus manos bajó la cremallera de sus propios pantalones, liberando su erección, que al igual que la de Rafa, estaba dura por el deseo. Copiando el ritmo que Rafa estaba imponiendo, comenzó a acariciarse, moviendo las caderas contra su mano, perdiéndose en el placer de tener a Rafa en la boca y acariciarse con su mano. Sentía la erección de Rafa cada vez más dura en su boca, lo sentía vibrar con cada movimiento,  escuchando a la vez sus jadeos.

-        Súbete entero en la cama – dijo Wiza con voz ronca, soltando a desgana su erección.

Rafa obedeció sin protestar, tenía la vista algo perdida y el cuerpo cubierto de sudor. Se arrastró sin cambiar la posición, de espaldas al colchón y observando a Wiza mientras éste se despojaba de sus pantalones.

No se cansaba de mirarle, de absorber cada curva de su cuerpo y aprendérselo de memoria. Se detuvo cuando su cuerpo chocó contra el cabecero de la cama, quedándose allí sentado, esperándolo con ansia. Wiza se quitó los pantalones y siguió a Rafa, llegando hasta él, colocándose encima y restregando su erección contra la de Rafa, probando la suavidad que envolvía su dureza. Se besaron con ganas, ebrios de placer, ambos en el límite de su sentido común.

-        Gírate, pon tus manos en el cabecero – susurró Wiza contra sus labios.

Rafa  se colocó de rodillas ante Wiza, dejando expuesto su cuerpo y sujetando el cabecero como le había dicho, expectante a lo que Wiza tenía pensado. Lo escuchó moverse en la cama, alejándose ligeramente de él, para coger el lubricante del cajón de su mesita. Rafa sintió más que vio cada movimiento que su compañero estaba realizando, sintió el frío líquido caer entre sus nalgas, llegando hasta el pequeño orificio que Wiza masajeaba, preparándolo para él. Un dedo entró, salió y regresó de nuevo a él, obligando a Rafa a cerrar los ojos y mecerse en su encuentro, sacándole un trémulo gemido. Pronto dos dedos imitaron al primero, tímidamente al principio para volverse más urgentes segundos después.

-        Wiza por favor... –  la voz le salió en un susurro.
-        ¿Estás seguro?
-        Entra en mí de una vez – Wiza no necesitó más instrucciones, esa vez sí sabía cómo reaccionar. 

Dirigió la punta de su miembro hasta la entrada dilatada de Rafa, empujando lentamente, entrando centímetro a centímetro en él. Ambos cuerpos se tensaron al tocarse, sus caderas se apretaron contra las nalgas de Rafa, quedando enterrado por completo en él. Los movimientos primitivos que el deseo desataba comenzaron, los jadeos y gruñidos se mezclaban con el sonido de sus cuerpos al chocar.

-          Ahora no tengas miedo – dijo Wiza entre embestida y embestida, llevó su muñeca a la boca para rasgar su piel y dejar que la sangre brotara -. Bebe de ella…

Rafa lo miró por encima del hombro, sus ojos se encontraron, dándole la tranquilidad que necesitaba para juntar sus labios a la herida y empezar a beber aquel líquido de sabor cobrizo e intenso. Rafa temía que aquello le repugnara y no le dejara acabar con el ritual, que apartara su boca de la herida, asqueado por el acto. Pero pronto ese miedo quedó relegado al sentir cómo Rafa succionaba con fuerza de la herida. Los dos estaban sorprendidos por ello, Wiza por la reacción no esperada y Rafa por el sabor que su lengua descubrió, tan perfecto y sabroso. Sus miradas continuaron fijas mientras Rafa bebía de él, succionando al igual que succionaba su miembro cuando lo tenía en su boca, jugando con su lengua por los bordes de la herida y gimiendo de placer.

Wiza bajó su mirada hacia el cuello de Rafa, donde latía su arteria. Gruñendo, como un feroz animal, descendió a beber el líquido rojo que corría por debajo de la bronceada piel.

Sus colmillos atravesaron la piel, profundizando hasta encontrar el tan apreciado manjar, con solo un sorbo de su sangre Wiza pensó morir. Sintió cada sentimiento de Rafa, cada doloroso latido que su corazón daba cuando lo veía marcharse con una mujer y él se quedaba solo. Se juró que le haría olvidar aquello, deleitándose en él el resto de la eternidad. Rafa sintió la furia que estaba experimentando Wiza, una furia dedicada contra sí mismo, notaba cada vestigio del amor que Wiza sentía por él y que tanto le costó admitir, haciéndole sollozar por la fuerza del acto que estaban llevando a cabo.

Pero lo que más sentían, era el placer del otro, desbocado y enloquecido en aquel momento, al beber su sangre a la vez que sus cuerpos chocaban sin cesar. Rafa comenzó a acariciar su erección para aliviar su deseo, lo sentía cerca, el mordisco que Wiza le había dado por poco lo lleva al orgasmo, a la pérdida de consciencia que tanto le gustaba y que ahora necesitaba. Sentía los latidos que su miembro estaba dando contra su mano, cómo el pene de Wiza entraba en él y se convulsionaba con cada embestida. Soltó la muñeca cuando llegó al clímax, gritando el nombre de su amante y dejando que el mundo entero desapareciera de su mente, dejando solo sitio para Wiza y para él. 

Wiza le sintió echar la cabeza hacia atrás y gritar su nombre, notó cómo su cuerpo se cerraba en torno a su miembro a causa del orgasmo. Él continuó bebiendo con más fuerza, loco por las sensaciones que estaba teniendo, aunque ese éxtasis sensorial duró poco. Su propio orgasmo llegó y vertió toda su esencia en el interior de Rafa. 

Con un rugido ronco, pronunció su nombre, aún con el sabor de la dulce sangre en los labios. Rafa lo observó y le maravillo, Wiza tenía todos sus músculos marcados, en tensión mientras lo embestía, surcados por gotas de sudor. Aún tenía en su boca restos de su sangre, al igual que en su muñeca, de donde él había bebido.

Cuando todo llegó a su fin, Wiza se dejó caer sobre él, pegando el torso a su espalda y dejándose caer contra la cama. Con extremada delicadeza, Wiza lamió la herida que le había ocasionado a Rafa en su cuello, provocándole de nuevo a pesar de estar saciado y rendido. Después se ocupó de su propia muñeca.

-          Es para sellar las heridas – le explicó a Rafa al ver su mirada interrogativa -. Espero no haberte hecho daño… - dijo abrazándole con fuerza contra su pecho y escondiendo el rostro en su cabello.
-          Yo solo espero... – Rafa lo besó en los labios - más mordisquitos así…

La carcajada que Wiza soltó por esa afirmación de su Compañero, fue lo último que hicieron antes de caer en un sueño reparador. Ambos sonriendo y relajados al haber encontrado al fin a su alma gemela y al hombre que pasaría toda la eternidad a su lado…

viernes, 5 de julio de 2013

Juguete - FanFic~Arena - Nishta

Actualización bajo el nombre de Nishta. Esta vez con otro Fanfic para Lehanan Aida sobre su comic Arena, que ya tengo en mi poder!!!!!! *O* JOJO!!! y con firmita!! más linda!!! <3

Como la gran mayoría de las veces este relato viene acompañado por un dibujete de mi amiga Tses <3 (DA, Tumblr).

Así que os dejo ya con el relato y con Athal y Claudius que son... son... son.... ains cómo son!!!! jajaj Y espero que os guste ;)

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Juguete

 


Lo dejaron solo en la habitación que tantas veces había tenido que visitar a lo largo de las semanas en las que había empezado a ser un esclavo en la vida de los romanos. Habían atacado su pueblo y lo habían degradado a esclavo porque él se negó a ser uno más de aquella sociedad que estaba destruyendo cualquier cultura contraria a la romana.

Athal estaba aprendiendo por las malas que no podía hacer más que besar los pies de sus dueños. Los primeros días había luchado como un animal enjaulado, atacando a todo el que se le acercaba, recibiendo el doble de daños, hasta casi perder la vida en alguna ocasión, ya fuera en su ludus o en la arena donde le hacían luchar contra otros hombres para ganarse el derecho de vivir.

Además de eso, el hijo del emperador se había fijado en él, y Athal debía ser obediente a los dictados caprichosos de aquel romano. Tantas veces había sido mandado a los aposentos de Claudius que había aprendido a convertirse en una cáscara vacía cada vez que cruzaba aquellas puertas.

Aún recordaba la primera vez que lo visitó en su celda. Hicieron que todos los demás gladiadores que compartían celda salieran y el hijo del emperador entró allí, con sus soldados guardando la puerta para que nadie lo molestara. Sabía por boca de su comodore que aquel romano había comprado a sus hermanas al enterarse de su parentesco.



Athal se encontraba sentado y encadenado a la pared a causa de una de sus peleas con los guardias o con los gladiadores más veteranos del ludus.

-    Eres el germano – dijo Claudius.
-    Veo que al menos hay un romano listo.
-    Por tu aspecto tú no debes de serlo.
-    Gracias a los dioses no me castigaron con ser romano – Athal dijo aquellas palabras con todo el asco que pudo imprimir.
-    Jaja – Claudius sonrió por esas palabras -. Levántate.
-    ¿Quién me lo ordena?
-    Tu señor.
-    El único que podía llamarse así está muerto.
-    Cierto… tu amada familia – Claudius se movía por la celda, obligando a Athal a seguirle con la mirada -. Una lástima lo de tus padres, pero recuerda a tus queridas hermanas… ellas son mías, en todos los sentidos.
-    ¡Bastardo! - Athal se levantó furioso dispuesto a acabar con la vida de aquel romano por aquellas palabras malintencionadas.

Claudius aprovechó ese arrebato para sujetarlo por las muñecas encadenadas y empujarlo de cara a la pared, dejándolo atrapado entre esta y su cuerpo. 

-    ¿Señor está bien? – los soldados entraron al escuchar el grito y el forcejeo que lo siguió.
-    Todo está controlado, salid. ¡He dicho que salgáis! – les gritó al ver que no se movían -. Hmm, siempre me gusta más cuando se resisten.

Athal lo miró por encima del hombro, dispuesto a luchar para liberarse de su agarre, pero una de las piernas de Claudius se introdujo entre las de él, obligándolo a separarlas y quedar aún más atrapado entre su cuerpo y la pared.

-    Verte en la arena luchando por tu vida, sudando y sangrando, con este cuerpo y sobre todo con ese hermoso culo – Claudius acompañó a sus palabras con la caricia de una de sus manos por el cuerpo de Athal.
-    ¡Suéltame! – Athal empujó con su cuerpo hacia atrás, utilizando la pared como apoyo.

Claudius usó la mano que tenía libre, y que antes lo acarició, para sujetar con fuerza el pelo de Athal y empujar su cabeza contra la pared, dejándolo atontado para que no luchara y lo atacara. 

-    Aprende a ser dócil por tu bien – le dijo Claudius al odio con rabia -. Aprende a serme útil y tus hermanas seguirán con vida e intactas.

Sintió cómo Athal se quedaba quieto a causa del golpe y de sus palabras. A pesar de su arrogancia, sabe lo que le conviene, pensó Claudius sabiéndose ganador. Soltando el rubio cabello de Athal, bajó la mano hasta la escasa tela que lo cubría, dejando al descubierto su cuerpo por completo. Clauduis se apartó la túnica, dejando al aire su ya excitado miembro.

-     Siéntelo, aprende cómo se abre camino en tu cuerpo.

Athal apretó los dientes al escuchar esas palabras, sabía lo que llegaría, lo iba a violar y él no podía hacer nada por evitarlo. Sintió la cálida humedad de la saliva que Claudius dejó caer en su cuerpo, humedeciendo su ano para la intromisión. Cerró los ojos y los puños al sentir la primera punzada de dolor cuando el miembro de Claudius entraba en él, empujando con fuerza pero despacio.

-    Por ser la primera vez seré compasivo contigo. No quiero que esta parte de tu cuerpo se estropee demasiado.
-   Te mataré – susurró Athal antes de que Claudius se enterrara en él por completo.
-    Eso es… muéstrame tu odio.

Susurró Claudius en su odio, mezclando sus palabras con los jadeos cada vez más profundos y rápidos al igual que sus embestidas. Acabó en su interior, vaciándose en él por completo.


-    ¿Recordando de nuevo tu amada tierra? - Athal regresó al presente al escuchar la voz de Claudius, hiriente y segura como siempre.

Enseguida sus miradas se encontraron al entrar Claudius por una de las entradas laterales de la estancia, y las amenazas veladas quedaron patentes. Desde aquel día en las celdas, Athal había aprendido a mantenerse alejado de toda provocación o disputa que no le fueran propicias, como el enfrentarse a Claudius. Lo que más le molestaba era que él sabía perfectamente lo que le carcomía por dentro y cómo debía mantenerlo oculto, al menos de palabra.

-   Veo que sigues atado de manos ¿Qué hiciste esta vez germano?
-    Nada que te importe… romano.
-   Según he escuchado defendió a uno de los nuevos gladiadores de su ludus – la voz femenina se escuchó desde la espalda de Claudius, a la vez que una sensual mujer entrara -. Parece ser que lo intentaron violar en los baños - La mujer acarició el pecho de Claudius por encima de su blanca túnica.
-    Vaya… tenemos a un vengador ante nosotros – Claudius bajó su cabeza hasta la de la mujer, posando sus labios en los de ella, exigiendo un beso que pronto pasó a ser más que un simple roce de labios.
-    ¿Para qué me queréis? – ladró Athal.
-    Hmm… ¿celoso? – Claudius se apartó de la mujer para sentarse en el diván que tenía en sus habitaciones -. Gala – dijo el nombre sin mirarla, miró a Athal y, haciendo un gesto con la cabeza hacia él, dejó clara su orden.

La mujer, obediente, se acercó a Athal decidida, éste se fijó en las redondas curvas de sus caderas y la plenitud de sus pechos. Sus pezones, marcados y visibles a través de la ínfima tela que cubría su cuerpo, dejaban clara cuál era su función dentro de la vida de Claudius. La joven Gala se paró delante suyo, observando su cuerpo con deseo, mordiéndose sus sensuales labios.

-    Hoy ha tenido una lucha intensa, debe estar agotado – le dijo acercándose a su oído y lamiéndole el lóbulo de la oreja.
-    Aún puedo cobrarme alguna vida más.
-    Me gustaría verlo, pero ahora solo relájate – Gala acercó sus labios hasta los de Athal.
-    Detente – Claudius detuvo su avance -. Encárgate solo de excitarlo.

Gala asintió, apartando su mirada de los ojos de Athal y pasar por su sensual boca, bajó su mirada hacia el subligar que cubría su hombría. Con manos expertas, deshizo el nudo con facilidad y dejó caer la prenda, descubriendo el miembro semierecto de Athal.

-    Hermoso…

Fascinada con lo que acababa de descubrir, Gala se arrodilló ante Athal, olvidando que Claudius le hubiera prohibido disfrutar como correspondía de aquel cuerpo. Cogiendo con una mano su miembro lo acercó hasta su boca, lamió lentamente la punta sonrosada, provocando que Athal aguantara un suspiro ante la visión de su húmeda lengua contra su glande. Claudius quedó en un segundo plano ante aquellas caricias que estaba recibiendo de Gala, utilizaba sus manos de igual manera que su experta boca.

Su miembro entraba y salía de su boca al ritmo que ella imponía, con las manos acariciando sus testículos, jugando a placer con ellos. La lengua y dientes de Gala  torturaban su miembro sin compasión, haciendo que Athal adelantara las caderas en su encuentro, provocando en ocasiones que la punta acariciara la garganta de Gala. Sacando el pene totalmente duro de su boca, Gala pasó su lengua por los apretados testículos de Athal, succionándolos a placer.

-    Ya es suficiente – dijo Claudius al escuchar el largo jadeo de Athal y apreciar el sudor que empezaba a perlar su cuerpo -. Gala, ven - Dando una última lamida a aquella exquisita polla, Gala se levantó acariciando el sensual cuerpo que tenía delante.

Athal observó su espalda y sus caderas que se ondulaban a cada paso que daba de camino al diván donde Claudius estaba sentado, anhelando sus caricias. Siguiendo las órdenes silenciosas de su señor, la mujer fue despojándolo de su túnica, dejando a la vista un cuerpo musculado y joven. Athal contempló cómo Gala obedecía sin protestar, una a una, sin vacilar en sus movimientos.

-    Puedes retirarte – Claudius habló cuando se vio desnudo.
-    Pero… - Gala los miró confundida, su mirada volaba entre Athal y Claudius.
-    Retírate, Gala - haciendo una reverencia, retrocedió y salió por la puerta lateral por donde había entrado momentos antes -. Acércate.

Se fijó en Claudius, allí sentado, desnudo y observándole fijamente. Su mano subía y bajaba a lo largo de su miembro, excitado seguramente por observarlos. Athal caminó hacia él con la vista fija en su rostro, conocía los gustos de Claudius, y ver cómo Athal lo observaba mientras se tocaba era una de sus tantas fantasías. Se quedó a escasos centímetros de él, de pie y quieto, retándole.

-    Arrodíllate – Athal obedeció y sus rodillas tocaron suelo entre las piernas abiertas de Claudius -. ¿Te molesta?

Claudius estiró su pie y acarició el duro miembro de Athal, pasándolo por toda su longitud. Sonrió al sentir la presión que Athal generó contra su pie, sobándose contra él, buscando el alivio que la clara humedad que coronaba su miembro proclamaba.

-    Interesante… mírame germano – Athal levantó la vista hasta él.

Con la mano que tenía libre sujetó el cabello de Athal y lo acercó aún más a él, dejándolo cerca para poder llegar a su polla fácilmente. Athal gruñó por el gesto, pero se mantuvo donde estaba, con el pie de Claudius sobre su miembro, apretándolo ahora que estaba más cerca de él.

-    Acaba contra mi pie – le ordenó Claudius.
El cuerpo de Athal se movió por voluntad propia contra el pie que lo apretaba, la fricción de aquel gesto estaba logrando que perdiera cualquier sensación, el odio, la repugnancia por su vida y por Claudius, desaparecía a cada roce de aquel pie. Con las manos atadas a su espalda, Athal se dejó caer. Apoyó las manos en el suelo, abriendo las piernas, dejando más espacio para las caricias y aumentar la velocidad de los movimientos.


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Su respiración acelerada se escuchaba por encima de cualquier ruido que pudiera filtrarse en la habitación. Claudius lo miraba sin dejar ver los sentimientos que lo recorrían, solo demostraba su excitación al acariciarse su propio miembro al mirarle. Su mano subía y bajaba acompasada a los movimientos que las fuertes caderas de Athal llevaban a cabo.

-    Sería una lástima que todo acabara ahora…

Claudius apartó el pie al ver que el orgasmo de Athal se aproximaba, al sentir que sus caderas embestían con ferocidad contra él, levantando su pie del suelo con sus movimientos.

-    Noooo… - gruñó Athal avanzando las caderas buscando el último roce.
-    Jajaj… ¿suplicando germano? Tu premio tardará – Claudius se sentía feliz, tenía a aquel ser a sus pies y rogando.

La mano que Claudius mantenía en su miembro continuó con los movimientos, subiendo y bajando a lo largo de su polla, entreteniéndose en el glande, apretándolo. Su otra mano acariciaba su cuerpo, imaginando que era aquel germano que ahora tenía a sus pies, suplicándole acabar con su suplicio.

-    Oh dioses… - gruñó Claudius.

Su orgasmo le llegó fuerte e intenso, expulsando todo su semen encima de Athal que se mantenía quieto en el suelo entre sus piernas. Cuando los espasmos terminaron, Claudius abrió los ojos, jadeante, y observó el escenario. En el pecho de Athal brillaba su semen, blanco y espeso, recorriendo aquel duro torso. Observó más abajo y descubrió para su fascinación que Athal continuaba duro, su miembro temblaba por la urgente necesidad de correrse.

-    No te dejaré así por esta vez – Claudius se levantó del diván hacia el baúl que estaba a los pies de su cama y sacó de allí uno de sus tantos juguetes.

Se acercó a él con una vela en la mano, sonriendo al ver la mirada que Athal le dedicó por encima del hombro y cómo los músculos de su espalda se tensaban. Antes de sentarse en el diván, prendió la mecha de la vela con una de las lámparas de aceite que iluminaban la estancia. Regresó ante Athal y esperó pacientemente a que se generase la cera deseada en la vela.

-    Te recomiendo no moverte, ninguno de los dos queremos que le pase nada – comentó Claudius acariciándolo de nuevo con el pie.

Acercando la vela al cuerpo de Athal, la inclinó y dejó que una gota cayera sobre su cadera, provocando que Athal gimiera entre el dolor y el placer, por el contacto cálido y suave de la cera por su piel. Continuó con el sendero de cera hacia el centro de su entrepierna, hacia la base de su miembro, que se balanceaba con cada gota que caía sobre su cuerpo. Una lágrima de placer emergió de él, dejando ver que la excitación estaba llegando a su fin. Las caderas de Athal se movían ligeramente cuando veía que Claudius apartaba la vela de él, siguiéndolo.

-    A pesar de que me gusta verte a mis pies… acabaré con tu suplicio.

La cera cayó caliente sobre su miembro, de golpe en su base. Athal echó la cabeza para atrás al llegar al orgasmo, sus labios se abrieron al soltar un gemido largo y profundo mientras su miembro expulsaba todo su placer con fuerza. Todo acabó de la misma forma que llegó, rápida y fulminantemente.

Jadeante, Athal observó su cuerpo bañado en sudor, coronado por el semen de Claudius, el suyo y la cera, ya endurecida, sobre su pene, medio flácido que caía sobre su pierna.

-    Gala – Claudius llamó a la mujer al levantarse del diván y dejar la vela en su lugar -. Límpialo y llama a los guardias para que se lo lleven – dijo al verla entrar -. Ya es todo tuyo.

Claudius se puso una de sus túnicas ligeras y los dejó a solas en la habitación, ignorándolos a propósito.

-    Siento todo esto – Gala le ayudó a ponerse de pie -. Ven conmigo a los baños.
-   No esperes mi compasión – Gala se volvió sorprendida por la dureza de sus palabras -. No voy a follarte en los baños.
-    No busco tu polla germano. Sé diferenciar entre trabajo y pasión.

Con esas palabras Gala recogió la tela marrón que traía Athal y lo guió hacia los baños de los esclavos…